martes, 13 de diciembre de 2011

Notas de edición / Bíos


Casa de Doña Bisa


Carlos López Dzur
Epica de San Sebastián del Pepino
Editor: Kool Tour Activa
San Juan, 2012




Ver Bíos / Créditos


Carlos López es «pepiniano de nación». En su conciencia nace la nación. El Valle del Culebrinas / Pepino / es el vientre geográfico que lo acuna, desde antes de su alumbramiento. La pepinianidad es el comienzo de cierto proceso para que examine y comprenda su ser nacional, su ser-social y vecinal. No hay fronteras o límites cuando se comprende en su esencia este Hallazgo / no hay Distancia ni Lejanía. Universalidad y localismo se coinciden.

Su primer libro fue «Sarna de la ira parda» (Editorial QeAser, 1980), cuentos; al que siguieron «La casa» (1988), poemas y dos ediciones de «El Hombre Extendido». En su siguiente libro de cuentos, «El corazón del monstruo», hay remembranzas de Pepino. aunque ya está en la Diáspora. Otro libro publicado con Outskirts Press, es su monografía «Comevacas y tiznaos: Las Partidas Sediciosas en el Pepino de 1898». Publicó las novelas «Simposio de Tlacuilos» (Editorial Nuevo Espacio, New Jersey, 2000) y «Las máscaras del tabú» (South Carolina, 2001).

Sus libros más importantes están inéditos en papel, pero se han compartido extensamente en su website y en innumerables revistas electrónicas. Autor de los libros: Meditación del Ser, Tantralia, Heideggerianas, Estéticas mostrencas y vitales, Teth, mi serpiente, La revolución profunda, Lope de Aguirre y los paraísos soñados, El Libro de la guerra, Teoría de la sustentabilidad, Antimanual para microempresarios, El ladrón bajo el abrigo, Leyendas históricas y cuentos coloraos. las novelas, Berkeley y yo, Diario de Simón Güeldres y otros.

Como poeta, López ha sido incluido en: «Antología de Poetas de San Sebastián (Pepinianos)» (1977) de Ramón Vargas Pérez, «Poesía Oi: Antolojía de la Sospecha» (QaAser, 1980) de Joserramón Meléndes, «Perversiones en el Paraíso: Poesía Puertorriqueña de Entre Siglos» (Andalucía, España, ed. Aullido) de Umbile y Fuster, «Antología del Centenario de Tijuana, Baja California» (México), «Poetas del Siglo XXI. Antología Mundial» (Editor: Fernando Sabido Sánchez), «Antología Anual de Gaceta Virtual», ed. de Norma Segades y antología «Mil poemas a Pablo Neruda» (2011), editada por Alfred Asís.

Fue laureado en el «Certamen Literario Chicano» de la Universidad de California, Irvine, en 1986. Y. anteriormente, fue premiado por su libro de ensayos y poemas «Cuaderno de Amor a Haití» por el Liceo Iberoamericano de Cultura de Los Angeles y la Casa de la Cultura de Long Beach en 1996 y 1998. Fundó y dirigió en San Diego la revista multicultural «Sequoyah», junto a los profesores César A. González, Dr. Juan Manuel Bernal Becerra, Dr. David Becerra, mexicanos, y la Dra. Ivon Gordon-Vailakis, colombiana.

Foto de portada
Rachel E. López Ortiz, M. A. / de Kool Tour Activa


Sobre su obra

«Hermosos, profundos. Parece que corresponden a esta época en donde la globalización homogeneizó todo. Saludos y felicitaciones mil»: Amelia Arellano. poeta argentina, al reaccionar a los poemas de la Epica de San Sebastián del Pepino.

«Me interesan mucho tus libros. El libro sobre los tiznaos suena interesantisimo. ¡Carlos, chico, que mucho sabes de ese pueblo!, ya empecé a leer tu novela y me gustó su tono zumbon y pueblerino, pues manejas un español que ya es muy raro oir y que me recuerda al Pepino de la infancia, a una convivencia que ahora, a la distancia, podemos decir que tenia tanto de opresiva como de poetica... pero, bueno, tú captas muy bien ambas cosas, pues la una se alimentaba de la otra»: Dr. Arnaldo Cruz-Malavé, escritor pepiniano y profesor del Latin American and Latino Studies Institute, Fordham University, New York.

«Tu pluma es la fuente de lo trascendente, miras al pasado, hacia el más atrás; buscas en el tiempo personas, eventos para hacerlos hitos con tu historiar... El fin de tu oficio no es recoger datos, no es un mero esfuerzo para ordenar; eres visionario que buscas la etnia salir de la nada a la realidad. Ves ese organismo en su-ir-creciendo desde la inconciencia a la identidad; no traes biografías individualistas mas enretejidas en la sociedad. Ves la geografía, uterino seno, tierna, amamantando la posteridad; ves como esta hamaca tejida en el tiempo recoje a sus hijos para descansar... No cese tu pluma de dar trascendencia de nuestra conciencia poder potenciar; que siga la etnia sobre el horizonte irradiando al mundo pepinianidad». Eliut González Vélez, poeta e historiador pepiniano, en: Carlos López Dzur: Un Historiador con Trascendencia, , Frag., 8 de Junio de 2003.

«Querido poeta, celebro grandemente esta formidable épica-lírica a nuestro San Sebastián, que con parecida intención a Whitman, en Song of Myself, de cantar (sufrir) y celebrar al terruño íntimo y personal luego ya de a poco se desborda, se extiende a toda la Patria y la abarca cabalmente. Sólo espero que como aquel supo hacer en su celebérrima lírica a su Yo de Manhattan y luego a los Estados Unidos y a ese mito que alguna vez fue nuestra America, en su obra total Leaves of Grass, esta lírica robusta tuya, que es cantar de gesta y ofrenda de memoria y futuro, siga expandiéndose mas allá de nuestras costa y englobe a su vez otras quimeras. Como tal vez la confederacion Caribeña»: Edgar E. Ramírez Mella, poeta pepiniano.

«... Quedé impactada con tus imágenes y cómo pones en uso todos tus conocimientos... pensé mucho en tu prolifica y suculenta mesa de aderazados poemas ya listos y servidos para que se nutra y se deleite la gente, y me alegro saber que hay buenisimos poetas como tú en el mundo... Me gustó saber que tus poemas son comestibles y dijeribles por una variedad de publico... ¡Me pareciste un pensador, todavia inocente, curtido, marinado, y todavia niño, jugando a ser, porque eres, porque te inventas a ti mismo!»: Roxane Aristy poeta venezolana.

«Cuando uno viaja por las letra de López Dzur quisiera oirlas pronunciadas por él y de inmediato comentarlas. El manejo que hace del lenguaje es tan nuevo... nos tiene acostumbrados a un nuevo manejo del idioma, a una novedosa forma del lenguaje, gracias a la cual nos transporta a originales interpretaciones del todo y sus partes. Leer sus textos es someterse a una ráfaga de ideas y pasajes mentales contrarios a sí mismos y entre sí, pero consecuentes en la esencia»: Luis F. Cariño Preciado. antropólogo mexicano.

Dedicatoria / Prólogo / Contenido /

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Otros libros / Heideggerianas


sábado, 3 de diciembre de 2011

Dedicatoria / Introducción




Carlos López Dzur
Epica de San Sebastián del Pepino
Edición: KoolTourActiva
2012


* * *

a Helen Santiago Méndez,
Joaquín Torres Feliciano,
María Libertad Serrano Méndez,
Rubén Arcelay Medina,
Walter E. Cardona Bonet,
Ramón Estrada Vega,
Raquel Rosario Rivera,
Laura Castro Cardona,
Horacio Hernández Campán,
Edgardo Nieves Vélez
y Eliut González Vélez,
por sus quehaceres como rescatadores
de la memoria colectiva y su rol de bohiques,
en este pequeño espacio del Caribe
y Puerto Rico: El Pepino


* * *


Dedicatoria ,,,,,,.. 7
Una introducción a la épica de San Sebastián del Pepino.... 12

La épica identitaria
Del pasado
Las Vegas
A Cristóbal González de la Cruz
Y llegaron esclavos
Los tiempos de Fernando VII
Lo que dice tu padre sobre él
Los sueños del Gabriel del Río, 1826-1830
Nos quemaste, Mariana
Jibaritas y criollos
Ha muerto tu rey, Mariana
El Porvenir rebelde
Generación: Los Alers
A Ramón Durand
La muerte mandó un destrozo
Deudores y culpables
Clamores de Joaquín Sosías
La pobreza del pueblo
Tareas de quienes giran la rueda del Destino
Bendición a Aurelio Méndez Martínez
Betances
Los años venideros del post-Grito
Un Casino
Las criollas hermosas
Los burlones posmodernos
Murió Pascasio Lamourt
Fragmentación de la vida pueblerina
El 1898 y la Invasión
A Rafael Mayol Navas / Rafa Te ví
El líder de Los Sucios
La restauración en Guayabal
Lamentación de Moncho Lira
La casa y la invasión de 1898
Discurso del duelero Don Lino
El Caballero Don Primo
Tu corazón generoso, Don Primo
Don Victor Primo medita sobre Don Pepe
Asesinaron a Carmelo
A Mariana, la caraqueña
El fantasma de un rey traidor
El Guayabal en llamas
Se acabó el velorio
Pepino en faldetas
Aquel brazo sangrante
Criollos en Mirabales
Levántate, José Benigno
Doña Dolores pateaba el ataúd
Don Narciso Rabell y los idealistas pioneros
Chilín, Getulio Echeandía y la democracia
La generación irreverente
Era la mejor de todas
Cecilio y su hija
La hermana incómoda
Para matar a la bruja
Meditaciones de Juanito Sacramento
Pepinianidad
Homenaje a Anacleto Arvelo / 4-Esquinas
A Mayito, el Zapatero
Házme fiesta hoy, Cosabella
Doña Monsa la Partera
El romance de Herminio Méndez Pérez
Olga Clavelillo murió de amor
Don Ramón el Zapatero
El negro Atán
La Comadrona
María Peregrina
Para robarse tu luz sonora
María Juana vaga por el campo
La concertista y el coraje
Murió Sandalio La Yegua
Don Aguedo y Juanito Pana
Pelo e'rata
Memorias de Luis Velez
Letrillas de los sepultureros en el Pueblo del Pepino
De la cepa de El Culebrinas
Del cascarón de Juan Evangelista
Dislocación
Eladio Scharrón González
A César Gilberto Torres
Meditación sobre San Sebastián Mártir
Consolidación de la identidad
Sobre su obra




Una Introducción a la épica de San Sebastián del Pepino

Por Rachel E. López Ortiz


Se explica en un artículo reproducido en las revistas «Sequoyah Virtual» y «Hola Puerto Rico», que la «Epica de San Sebastián del Pepino», libro de Carlos López Dzur, consta de 80 poemas y que, desde el primero, se observa la intención del poeta por narrar una 'épica identitaria' sobre el nacimiento de la comunidad pepiniana. «Fundar un pueblo une voluntades. incentiva un colectivo y esa fundación se canta como epopeya. Es momento en la historia para lo épico, había dicho López Dzur al explicar otro libro sobre su pueblo natal, que es el complemento en prosa de éste ['El Pueblo en Sombras'

Escritos y fechados mucho antes de esta edición completa del libro, los poemas circulan desde 1996 en la internet y en revistas. Hay poemas que tienen 30 años de escritos. Otros fechados antes de julio de 1980. También es evidente que utiliza como metáfora central una en que el Pueblo es un Niño en distintas etapas de crecimiento, desarrollo y maduración. Los poemas principales se elaboran alrededor del íconos, tales como San Sebastián Mártir (el cuerpo, Ser, / Dasein) y la Casa de Doña Bisa (lenguaje, símbolos) y sus significados, los que contextualiza a la luz de Michel Foucault (sus teorías sobre anatomopolítica), Jacques Lacan y Martin Heidegger.

«La identidad mentada en el primer poema tiene que ver con procesos hacia la maduración, la integración y la vejez. La sabiduría y logros son experiencias que en sus poemas se explican como fundamentos para vejez colectiva verdadera ya que, distinto a lo que sucede con individuos; «en las naciones y las comunidades, hay fuerzas externas concentradas en romper los consensos, colaboración o sentido de unidad y justicia». En la lucha, en el agoniar colectivo, la vejez es consciencia de ésto que le afecta y, por tanto, conocimiento utilizable, experiencia acumulada, para ayudar a nuevas generaciones.

En su hilación hacia metarrelatos, el poeta irá narrando épicamente tópicos como la presencia histórica de las familias fundadoras, la influencia de la Real Cédula de Gracias, la esclavitud, antes el eco de la rebelión del Capitán Pedro de Loizaga, quien «enseñó el alzamiento, el motín» a la nación emergente para adquirir derechos ante el gobierno colonial, los tiempos de Fernando VII en España y cómo repercuten en Puerto Rico y en Pepino (lo vemos en la estampita poética sobre Mariana Rubio, niña-hija de padre realista conservador que termina desencantado, al igual que ella. La razón para rechazar a Fernando es obvia:

... odió a Simón Bolívar, a Sucre, San Martín,
Itúrbide; odió a Miranda, a Washington,
a uno y todos los enciclopedistas, a Dantón,
y sin faltar ninguno... a jacobinos,
a pobres de La Bastilla…


[«Ha muerto tu rey, Mariana»]

Otros temas que hacen presencia en el poemario son los conflictos sobre tierras y demarcaciones, como en el poema es «Los sueños de Gabriel del Río, 1826-1830», crecimiento y decrecimiento económico y social de Pepino. Hay eventos que él convierte en símbolos: la descarga eléctrica de 1861 que destrozó la imagen del Patrón San Sebastián y una porción del Templo Católico, los incidentes del Grito de Lares (1868) y «los clamores de pánico de Joaquín Sosías, los años de pobreza en el Pueblo desde los tiempos de Juan de la Pezuela y del posgrito en Lares, la edificación del Casino peninsular y del autonomista, el periodo de los Comevacas y Tiznaos, la Invasión Norteamericana (1898), la Destrucción / Incendio / y Restauración del Guayabal, los destrozos del Templo Católico por el Terremoto de 1918, la fragmentación de la vida pueblerina, misma que produce toda una serie de 'tipos / o personalidades 'pintorescas'», entre otras que se mencionan en su conversación con García Vera.

Un momento trágico para Puerto Rico, la invasión y la rendición de España en 1898, es recreado al modo del modernista español Ramón del Valle Inclán quien durante esos años de 1898, proponía salvar la ética para la estética: «La ética es lo fundamental de la estética». Jugando con estos elementos, López personifica muchas cosas que son inanimadas. La Casa de Doña Bisa está personificada como asunto de ética y comportamiento.

«¿Qué vamos a hacer con la ética que sea tan hermoso como esa casa? ¿Qué pueden hacer los pobres que, económica y culturalmente no son ni fueron tan afortunados ni educados como Doña Bisa y su esposo, el Juez Negrón, o ancestros de ambos? Estamos hablando sobre la cepa de Rodríguez Cabrero, último Alcalde español antes de la invasión, y alcalde que fue hermano de un gran poeta y valiente autonomista», continúa. «Siempre he imaginado a Luis Rodríguez Cabrero, con el temple y peculiaridades de Valle Inclán... Diría, por otro lado, que las imágenes del mártir Sebastian son las que personifico como cuerpo sintiente», agrega.

«El lenguaje de esa Casa de Doña Bisa es ético, como la estética valleinclana y, por tal razón, concluyo que la casa representará un lenguaje, la 'casa del lenguaje', heideggerianamente dicho, desde la cual se nombrarán las zonas esenciales de una ideología, sea la vivenciación de la pepinianidad o de la patria... Mas, en el experimento valleinclano de mi poema, lo que muy profundo es que la casa no es estructura, sino superestructura. Comportamiento. Si bien la casa es para proteger el cuerpo, en este caso, lo que protegerá son los comportamientos... Cuando mi intención es hablar del niño-Pepino o del Pepino-adulto, en cuanto estructura, u organismo vivo, lo simbolizar con otra cosa. ¡Con el cuerpo del mártir! Ese cuerpo del Santo es del que hablaré como cuerpo que contiene la integridad física y la belleza de los pepinianos, hombres y mujeres; pero es un cuerpo que puede ser vulnerado, castigado y asaeteado por las flechas del colonialismo y la maldad de otros, privada y sociopolíticamente... Lo que yo digo sobre Sebastián de Narbona, en mi poema, y por lo que lo personifico en términos de cuerpo capaz de sufrir y soportar, se relaciona a la idea de Michel Foucault; 'que lo biológico se refleja en lo político. Los humanos, en función del poder que los rige, se juegan la vida en la política': No es pues mi San Sebastián uno que ha de buscarse en templos. En realidad, yo lo busco en la historia, en la casa del lenguaje, en la Casa de la Etica, que es lo fundamental de la estética, y el símbolo de la Casa de la Etica y la Estética, en mi alquimia verbal, es la Casa de Doña Bisa».

A medida que se avanza por el contenido del poemario, que tiene una trayectoria cronológica, topamos con personajes, unos más conocidos que otros. Entre éstos, el duelero y viejo maestro masón Lino Guzmán, el poeta Moncho Lira (Ramón María Torres), Pascasio Lamourt, Rafael Mayol Navas (Rafa Te ví), el Caballero Don Primo (Lcdo. Victor Primo Martínez), el trovador revolucionario Carmelo Cruz, José Benigno Vientós, padre de Nilita, Don Narciso Rabell Cabrero, el comerciante e inventor Anacleto Arvelo (4-Esquinas), los zapateros Mayito y Don Ramón, el negro Atán, el poeta Herminio Méndez Pérez, la compositora María Juana Beníquez, Sandalio La Yegua, Don Aguedo Vargas Labaille, y Juanito Pana, el flautista, Pelo e' rata, una aclamada modista María Peregrina, el poeta nacionalista César G. Torres y otros. Destacaré en esta introducción algunos de estos nombres y mujeres, los menos conocidos por nuevas generaciones de pepinianos, y sobre el evento que se asocia a ellos. Veamos algunos.

Aurelio Méndez Martínez, hijo de Francisco Méndez Acevedo y Ana Martínez Pumarejo, hacendado de Hato Arriba (Pepino) fue preso por su dirigencia de la Junta El Porvenir, post la Heroica revuelta del Grito de Lares. El revolucionario pepiniano inspira a López su «Bendición a Don Aurelio Méndez Martínez». Como otros de sus hermanos involucrados en el Grito con su madre, terminó siendo desterrado a Santo Domingo.

En uno de los poemas, «Don Victor Primo medita sobre Pepe», López Dzur nos presenta la ojeriza mutua que se tenían el poeta aguadillano José de Diego, presidente de la Cámara de Delegados en 1910, y el político y abogado pepiniano, Víctor Primo Martínez González, quien recibió el título de Caballero la Orden Isabel La Católica del gobierno de España. Este es un poema gira sobre la Crisis del Presupuesto de 1910 en Puerto Rico y las opiniones que tenía Don Victor Primo sobre Luis Muñoz Rivera (ese mismo año, Comisionado Residente en Washington), el Dr. Jorge Celso Barbosa, padre del anexionismo y fundador del Partido Republicano.

De Diego y Victor Primo Martínez coincidían en su menosprecio político por Barbosa, aunque este Partido recibía el apoyo de los Gobernadores y de las clases ricas y profesionales, en aquella época de miseria. Martínez se gozaba en poner los dedos en las llagas de los autonomistas, anexionista y los diferendos en el seno del Partido de La Unión, donde De Diego representaba el ala independentista, crítica de las ambivalencias de Muñoz Rivera. La amistad entre De Diego y Martínez terminó tras la presunta escritura por Martínez de unas coplillas libelosas que, por poco, le cuestan el desaforo de los tribunales. En el poema hay una referencia al Partido Federal que, inicialmente, tuvo en su programa la incorporación a los EE.UU. (la estadidad) y a cómo los EE.UU., desde antes de la presidencia de William McKinley, asesinado por un anarquista, le obsedía la idea de comprar a Cuba y Puerto Rico como si fueran fincas cañeras.

No es éste el único poema que se incluye en su «Epica» sobre el Lcdo. Víctor P. Martínez González (n. el 9 de enero de 1873). Este fue uno de los fundadores del Partido Republicano local en 1900, junto con Agustín M. Font Feliú (alias Cheo Font). Víctor Primo se separó de ese partido y se hizo unionista y, más tarde, presidió el Comité Local del Partido Liberal, casi hasta su muerte. En el poema «Tu corazón generoso, don Primo», se presenta a su padre, Don Víctor Martínez Martínez, propietario español, casado con Secundina González Gómez. De las haciendas y comercios en San Sebastián, que éste poseyó, él y su hijo Don Primo Martínez González hicieron obsequios generosos de maderas para reconstruir el Pueblo tras el Fuego de Castañer.

Poco tiempo después de esta reconstrucción, ocurrió un asesinato en Pepino y el poeta toma el tema en «Asesinaron a Carmelo». Carmelo Cruz fue asesinado por su actividad de trovador político por un policía de apellido Graulau, en 1902, a quien llenaron de celos y encono por devaneos del señor Cruz con una señorita de la familia Scharrón. La etapa de pugnas entre unionistas del muñoriverismo y los republicanos es conocida en la historia puertorriqueña como las «Turbas» y se extendió de 1899 al 1906.

«Pepino en faldetas» es un poema que nos presenta como personajes a Juan Tomás Cabán Rosa, a quien Méndez Liciaga en su «Boceto histórico» (1925) describe como «un político de significación», «un líder a quien las masas seguían y en quienes tenían absoluta confianza», «un batallador, un combatiente formidable» que «en las amargas luchas políticas» conquistó «popularidad, nombre y prestigio». Gran lector y autodidacto, con apenas educación primaria, se identificó con los campesinos airados y hambrientos de 1898. Fue vocero y líder de las Partidas Sediciosas (o también llamado el movimiento de ‘comervacas y tiznaos’). Lo detractores de Cabá Rosa lo vierion como un orador de barricada, al final. Preso por sedición y delincuencia. El Alcalde Narciso Rabell Cabrero lo metió preso. No fue discrepancia en visión de ideaes, sino de los métodos para conseguirlo.

López Dzur dice que «el Pepino en faldetas» es algo más que una obra de teatro satírico ensayada en el Casino del Pepino, a principios del siglo XX. Fue un testimonio del Pepino inmaduro y bronco que Doña Bisa (María Luisa Rodríguez Rabell) rememoraba. Agrega que Narciso Rabell Cabrero (1873-1928), paleontólogo y político, en Pepino es uno de los «idealistas pioneros». Como toda su familia en tales decenios, elitista.

Pablo Emilio Rodríguez Cabrero, quien publicaba una revista en San Juan, titulada «Don Simplicio», en la que Luis Rodríguez Cabrero y él publicaban versos satítricos y habiendo conocido a Juan Cabán Rosa, el más importante organizador de las Partidas Sediciosas en San Sebastián, Moca, Camuy, Añasco y Lares, en 1898 y se burlaban de la larga trayectoria de Juanito, como orador de barricada y portavoz de ideas de violencia social y acratismo. En una ocasión, a Pablo Emilio le fue demandado por orden de La Fortaleza que se retractara de unos versos que le fueron censurados y éste, en su lugar, delante de sus censuradores y el Gobernador, rompió la orden, por lo que huyó a Saint Thomas antes de que se dictara una orden ejecutiva de aprehensión. Hecho como tales explican interiores de estos poemas épicos de López Dzur. En poemas como «Chilín, Getulio Echeandía y la democracia», «La generación irreverente» y «Era la mejor de todas», se ofrecen distintos sabores de actitudes generacionales.

El texto «Era la mejor de todas» es su homenaje a Marcianita Echeandía Font (1885-1968), farmacéutica, estudiante de leyes. Quien murió en la miseria, durmiendo sobre periódicos viejos, desheredada de su familia, con la sola compañía de perros y gatos, comiendo «mingalo» de fondas riopiedrenses que frecuentaba, tras llegar de New York. Fue una luchadora anticolonialista hasta su muerte. Una de las primeras sufragistas y feministas puertorriqueñas. Enseñó en escuelas y universidades de Nueva York. Identificada con Albizu Campos, es sujeta a persecusión por el FBI y se le excluye de enseñar en PR, lo que presumiblemente le llevaría a crisis depresivas y su triste muerte de una caída desde la escalinatas del Edificio de Humanidades de la UPR, quizás por el mal comer. Estudiaba leyes en la UPR a edad avanzada.

De otros dos personajes, contenidos en «Don Aguedo y Juanito Pana», el primero es una alusión a Aguedo Vargas Labaille, pepiniano que fundara una funeraria para pobres a principios de siglo y un Centro Espiritista; fabricó una «machina de caballitos», tallados en medera por ék para divertir a los niños durante las Fiestas del Patrón. Fabricaba ataúdes con cajas de ajo y casi los regalaba cuando moría gente pobre. Es uno de los personajes del Pepino más humanos y extraordinarios que el pueblo ha dado. Es el padre del abogado Celestino Vargas Harnández y del «Mano» Moisés.

En «Homenaje a Anacleto Arvelo / 4 Esquinas», el poeta nos presenta a otro de los pepinianos olvidados pero, genial y en su tiempo, muy querido. Anacleto Arvelo Alvarez, fallecido en 1952, fue más conocido como «Cuatro Esquinas» por sus cuatro tiendas en la Calle Piñero. Trajo a Pepino uno de los primeros automóviles. Seis meses antes de surgir la primera radioemisora en la isla de Puerto Rico fabricaba radios, sin batería, para la venta; también fue un químico autodidacto, con la habilidad de leer los idiomas inglés y francés. Fue un nacionalista albizuísta y se enojó porque no lo arrestaron en el '50. El triunfo del ELA le produjo una depresión y la muerte. Entre sus hijos, hay 3 empresarios, una bibliotecaria y un químico.

Hay en este poema una alusión a las ‘banderas Negras’, símbolo de simpatía por los nacionalistas. Lolo Puya (Leopoldo Hernández) fue en la década del 1950 / de represión contra el nacionalismo / un conocido chota o acusador político. Y otra a Montgomery Really (alias ‘Moncho Reyes’), impopular Gobernador norteamericano de la isla en el decenio de 1920.

Otro célebre compueblano del que López Dzur hace distinciones amorosas e identificatorias es Herminio Méndez Pérez, nacido en el barrio Pozas, de San Sebastián, el 25 de abril de 1876 y fallecido el 25 de noviembre de 1964. A él dedica el largo «Romance de Herminio Méndez Pérez».

De Méndez Pérez, se sabe que conoció a Ramón María Torres, apodado Moncho La Lira. Al igual es sabido que, al ocurrir la Invasión Americana de 1898, es becado y enviado a Harvard, donde se diploma de Español y Gramática Española. Allá, como compañera de estudio, conoce a Camelia Santoni Rodríguez, con quien terminará casándose y teniendo 8 hijos, el mayor de los cuales se suicidó, al perder a ambos padres. También fue muy amigo de los hermanos Andrés y Manuel Méndez Liciaga. Don Andrés en su «Boceto histórico del Pepino» lo destaca entre los intelectuales de talento y maestros del Pepino, antes de 1925.

Los Santoni-Rodríguez provenían de una cepa de inmigrantes de Córcega (Italia), establecida en el centro-oeste de la Isla, incluyendo Utuado. Establecieron una agencia de préstamos en Utuado y Arecibo. Miguel y Félix Santoni Rodriguez destacaron como abogados. El primero también operó una cadena de teatros en Arecibo y presidió la Asociacion de Hoteles en San Juan. Juan («Tati») Santoni fundó un banco y, con su hermano Arístides, fue exitoso en el ramo de los seguros de vida.

A peser de su educación en Harvard y diez años de servicio como maestro rural, tuvo una crisis existencial, en parte, debida a la transformación acelerada que observó vigente en Puerto Rico, debido al cambio de valores culturales, la extranjerización y el materialismo que avanzara con el siglo y que se intensificara con el flujo de capital tras la fundación el Partido Unión Republicana en 1932 y los proyectos de la PRERA. El PUR y la Alianza serán las organizaciones que radicalizarán la lucha política en Puerto Rico, sofocando al Partido Nacionalista y enfrentándolo a dos tendencias: el anexionismo y el autonomismo asimilista. Méndez tenía un carácter bohemio y divertido, apasionadamente patriótico, que cambiaría en la medida que la violencia política cundió (Masacre de Ponce a mediados del '30), la Revuelta Nacionalista del '50 y la derrama de capital estadounidense en Puerto Rico, creándose un marco de hedonismo y capitalismo financiero, el que algún modo HMP vio representado en la familia de su esposa, su primera esposa, Camelia Santoni Rodríguez. La crisis repercute en el seno de su hogar. Por necesidad económica, Méndez escribe discursos para el barbosismo anexionista, o en favor del ideal que no comparte. Es un sobreviviente anónimo y pragmático.

Uno de sus hijos, a la edad de 18 años, al morir ambos padres, se suicidó. Sensible, como su HMP, tenía talentos para la pintura. En el tercer intento suicida, cumplió la premonición de que tal sería su destino, dejándolo plasmado en un cuadro que se exhibía en un banco arecibeño. Otro de sus hijos, César Mendez Santoni, admirador de su padre, recitaba sus poemas de éste a sus amigos de juventud y fue un campeón nacional de tiro al blanco con rifle. «Sus puntuaciones fueron las más altas que las nacionales, pero su humildad no le permitia competir fuera de Puerto Rico».

De los personajes y familias de los albores del siglo XX en Pepino (y éstos realmente fascinan al poeta) «Rafa-Te Ví», alias de Rafael Mayol Navas, a quien dedica un poema con el mismo nombre. Su poema sobre «Rafa Teví» se construye sobre la misma leyenda con que Pepino, generacionalmente, ha querido explicarse las maniáticas reacciones de Rafael Mayol, o su su curiosa reacción paranoica al oír 'visto', en el modo insinuante de «Rafa-Te-Ví». Al escuchar ésto, según destaca el poema, al «ser provocado175, echaba «insultos / sucios, execrables, canallescos», «ruidosas rabietas» y pedradas.

Aunque en el pueblo se perdió la certeza de cual entre las hermanas Navas Iriarte fue la que se cayó desde un segundo piso, al bajar en huída por una escalera, ante el inminente ataque de una partida sediciosa, que se dirigía a quemar su casa, el hecho es que Rafael Mayol nació prematuramente con algún trauma.

Don Guillermo Mayol Castañer, mencionado en una décima de castigo de las Partidas Sediciosas en 1898, sufrió la quema de su residencia, y se casó el 26 de octubre de 1896 con Rita A. Navas Iriarte, hija del Dr. Antonio Navas Fraille. Su hermana María Luisa Navas Iriarte, casada a los 21 años con Juan Mayol, el 16 de marzo de 1890, permaneció en Pepino, con su hijo Antonio Mayol (n. 1895), al cabo del tiempo, comerciante, líder cívico, fundador y asambleísta del Partido Popular Demócratico en Pepino y, desde siempre, persona muy querida en el Pueblo,

Otros primos de Antonio son María Mayol, una de las primeras mujeres pepinianas en ocupar un cargo público, al ser electa por el Partido Liberal, el 8 de noviembre de 1932, como asambleísta municipal en la administración alcaldicia de Manuel Méndez Liciaga y el mentado Rafa Te Ví (n. 1898).

López Dzur ejemplifica el concepto de ‘leyenda’ (del que no queda exenta su épica) con la pervivencia simbólica de la historia de que «Rafaelito aún ya adulto es la víctimas principal del drama de 1898, donde la mujer inocente que huye ante una quema, arrastra como víctima a otro inocente, el hijo por nacer». Sin embargo, lo que el pueblo se antija a creer, lo que las décimas hicieron leyenda, puede que difiera en uno o más detalles de lo que sucedió realmente, mas no sustancialmente. En la tradición contada por la familia Mayol-Navas y Mayol Castañer se cuenta que «Rafael Mayol Navas era hijo único de Pilar Navas Iriarte» y que quien se cayó de la escalera fue una hermana de ésta (Rita Andrea). Por esta razón, la señora Rita Irizarry de Franklin, la nieta, en carta del 24 de enero del 2011, escribe que aunque «Pilar fue la que sufrio la caida», la casa que iría quemarse fue «la casa de mi abuela Rita Andrea». Gracias a la carta de la nieta, sabemos que Rafael no era hermano de Antonio Mayol Navas. sino que Antonio fue hijo de Maria Navas Iriarte. «Tres hermanas Navas Iriarte, Rita, Maria y Pilar, fueron casadas en San Sebastian con tres hermanos Mayol Castaner, Guillermo, Juan y Jose, de Soller, Mallorca».

Aurelio Méndez Martínez, hijo de Francisco Méndez Acevedo y Ana Martínez Pumarejo, hacendado de Hato Arriba (Pepino) quien fue preso por su dirigencia de la Junta El Porvenir, post la Heroica revuelta del Grito de Lares. El revolucionario pepiniano inspira a López su «Bendición a Don Aurelio Méndez Martínez». Como otros de sus hermanos involucrados en el Grito con su madre, fue desterrado a Santo Domingo.

En «La generación irreverente», poema que dedica a Marcianita Echeandía Font y Luisa Bottari Rico, hay una mención a Chilín Echeandía Font, hermano de la primera y novio de la segunda, en algún momento de su vda, llegó a matar a un hombre en San Sebastián; se convirtió en un delincuente, miembro del hampa en New York, después de cumplir prisión en PR, murió abaleado por la policía, su hermana Marcianita fue una «rebelde», pero con «causa» y murió en la msieria y perseguida; Luisa Bottari Rico fue otra «rebelde», incomprendida, pero llena de energía e irreverencia. Esos son los pepinianos, en cuya negatividad, hay karma (líbido desorganizada), belleza y misterio.

*
___


Epica / Carlos López Dzur




La épica identitaria
Eregido sobre un lomo del ser,
aún lo llaman Pepino, ¡ay, pueblo mío!
¡ay! melancólico, ¡ay! con amor nutricio.

En vaivén dialéctico y cauce de porvenir,
le ví sus huesos, examiné su carne.
Como hamaca ha remecido lo que siento.

Lo llamé, lo conversé. Quemé
el último cartucho por buscarlo
antes de echarme al exilio.

Para desde alguna distancia
sin desamor, reencontrarlo;
supe que lo fue no parece
íntegramente unificado todavía.

Sé que él sufre, que perdió la memoria
como un viejo de más de dos centurias,
pero es mi viejo bueno de los siglos
(y noble cuando quiere y tonto)
y, con sus defectos y manías, sí...

A ese niño-anciano de canarios
y vascos y catalanes y corsos,
a ese Niño-Viejo con ancestro, lo quiero.

A ese niño de mogotes calcáreos
y abismos brujos y cuevas para el indio
y para el negro y traficante
en trueque con piratas, mercaderes de cueros,
lo divirtí con la pesca del dajao,
lo bañé en viejos charcos,
lo dormí en hamaca de mis sueños.

*

Del pasado

Mi pueblo fue promesa y destino,
proyecto de carta puebla con docenas
de esclavos y mulatos. Lo había explorado ya,
otrora extraviado por sus montes,
González de Mirabal,
López de Segura y Vélez del Rosario.
Y hay muchos otros varones
con sus nombres
perdidos,
sin bautizos.

*

Las Vegas

Allí estaban ellos. Los canarios.
En un espacio que nombraron Las Vegas
y fue un Salto del Guacio,
más allá de aquellos montes empinados
que Sebastián González dio
a su mirabalada, allí donde abundaban
los conejos, allí fue que soltaron los cerdos
y empezaron a llegar las golondrinas
y las calandrias cantadoras;
allí, en la noche, el silencio era un buho.

Y el bohío fue la casa del cabrero
antes que de Venezuela nos llegara
el apellido.

Pero un día dijeron: «Crecíste»,
saldrías de aquel batey vegabalero.
Hay planes para tí. Fue el primer nombre
que perdíste. Las Vegas era la infancia natural
de tu pueblo, que no conocía doctrinas
ni curas ni bautismos; Las Vegas
el primer nombre que díste por mirar
el espacio y sus mogotes. Ahoras serás
Pepinito / Pepino / Pepinote
y a buscar tu adolescencia, Niño.

[En 1767, la Iglesia y el Estado convino
que se suprima el nombre de Las Vegas].
*

A Cristóbal González de la Cruz

González de la Cruz lo puso en pie.
Le dijoׂ«Crece, Pepino» y el niño
empezó a andar a cueras vivas,
bendito por las misas del Padre Feliciano.

Los barrios se llenaron de Beltranes
y también de Guerreros y de Vélez,
de Saucedos que bendijeron
con sangre taína a nuevos cuerpos.
Se metieron en el sur y se juntaron
con los Prat de Vinarós y corsos
como Brignoni y Luiggi,
Ortices medio cubanos en Mirabales
y así fue este pequeño mundo
antes del auge del café
y el tabaco y el silencio.

2.

Bueno o malo, tengo el espacio nostálgico
de mis metarrelatos, tengo más que superficies.
Tengo hilados intertextos que por Culebrinas
son riachuelos y quebradas y pantanos
y se brincan el monte y prevalecen
por la gracia del Salto de Collazo.

Tengo el agua de sus pozos profundos.
Tengo más que el clazol agridulce de la caña.
Un molino de melao, que fue el primero.
Lo asentó el mallorquín
Joaquín Vidal Roselló en su conuco.
Trigo y harina desde España se importan.
Noticias traen los que viajan
a Cuba y Dominicana y se regresan
por los puertos de la costa
a fuero de galope de caballo
o mulas santas, después de los trechos
de mares en vapores de Antonio López y Co.
y el capitán Jaureaguizar

*

Y llegaron esclavos

La Intendencia asomó sus narices
a nuestro mundo y llegaron más esclavos
desde Aguada y ha nacido
en tierra arcádica el dime y el direte,
el capitalismo agresivo y afán de latifundio.

El Pepino es un cisco encendido
que nos quema. Este niño-viejo refunfuña.
En cáscara de buenaventuranza
va soñando; el Capitán Loizaga le enseñó
el alzamiento, el motín, el golpe bajo
y el realismo se siente temeroso
y los nuevos inmigrantes de la Cédula
se buscan entre ellos, se solapan
y conspiran. Ya tienen mala fama
los cubanos. Y los que dan braguetazos
en esclavas y después a son de misas
pagan deudas y pecados.

*

Los tiempos de Fernando VII

Fernando se vistió de mala muerte
Fernando, tu rey, se vistió de mala muerte.
Encarceló a quien habló sobre la luz y el fuego
y dio promesas y consuelos para el hombre maldito
en diluvios de su propia sangre derramada.

Y un día, con ayuda de la Santa Alianza,
tu rey, el soberano que aún
no había sido maldito por la boca de tu padre,
llenó con 100,000 tropas las calles de Cádiz
y el Duque de Angulema dijo,
con voz vibrante, umbría, temible,
Yo soy la Muerte…

… yo el Gran Carretero de la Estigia,
caronte armado, duque para los huesos molidos
y los culos pateados. Vengo por las memorias
de Mariana Pineda y todas las marianas
que en nombre de Mariana son marianas.

Vengo por Torrijos, a su pecho
lo llenaré de balazos, vengo
por los empecinados y, especialmente,
al Comandante Riego preparo su muerte
en el cadalso. Ni el Cura Merino
escapará de mí, voy a matarlo.
Lo juro ante el Ministro Calomarde
y ante tí, Infante Carlos.

*

Lo que dice tu padre sobre él

Fernardo escupió sobre principios
de su juramento una vez que levantó
su mano ante las Cortes y dijo:
Creo y serviré esas normas
presentadas en Las Cabezas de San Juan;
creo y serviré, vacías palabras
y mandó a los agentes de la Muerte
contra los hijos valientes de su suelo,
contra misericordiosos,
contra los que no creen en falsos sueños
ni en sucesivos homicidios.

Y se fueron por Mina, el sublevado,
por Vidal, Lacy y Porlier, ante quienes vocales
de la Muerte exhortaron: «¡Hay que matarlos!»

Y tu rey, Marianita, el rey que ya no podía
ser amado y compadecido por tu padre,
reestableció la Inquisición,
persiguió la prensa, el pensamiento libre,
las imaginaciones de los espiritistas,
los masones, los poetas afrancesados,
los obreros que leen, los que saben
que, organizados, son más sabios que los sabios.

*

Los sueños de Gabriel del Río, 1826-1830

«Pero este es el Casco Urbano; el centro del que
ha nacido todo, por el que se ha pedido una Iglesia
y un Cabildo. Si se ha robado ya al Centro, mucho
más será lo que se robará en las periferia»:

Gabriel del Río, 1826
Ustades conocen a Laxara.
Ese dominicano lambiscón y traicionero.
Que habla a Nogués de virtud
y Antiguo Régimen y con mano hurtadora
se queda con lo ajeno y altera los puntos
del ejido; ustedes saben que yo
ni con Miguel, por pariente, hago migas.
Ni quiero nada.

Hoy, sin embargo, no sé si estoy contento
o enojado. Álvarez Mendizábal
va a acabar los viejos señoríos.
En España y aquí, donde Miguel López
pretende instititucionalizar el latifundio.

¡Mendizábal, despierta!
Gobernador, infórmalo a Godoy
y el Ministro a la Reina,
que lo sepa Nogués y Juan de los Santos.
Mahon Crillon, el duque de Pamplona,
reclamó un señorío de mano muerta
en el Pepino. Se te opone, Juan Alvarez,
se afana en las mercedes caprichosas
del Territorio Nobiliario, a expensas
del Pepino y la Isla Entera.

Y yo, Gabriel y todos los del Río,
queremos que se ponga en el marcado
y en pública subasta, toda tierra
y todo bien no productivo
en poder de vagos y ladrones
y que se expropie, aunque la Iglesia
excomulgue, y los honestos pierdan
sus estribos y amanecen con colgar
a Laxaja en los conatos de sus rebeliones.

«En fin que sea quien más trabaje
el que la tenga la tierra. Que no acumule más
el que tiene suficiente. Que no vivamos
en el espejismo de las manos muertas».

Y yo dije a Juan Coll de la Alcaldía:
en Pepino hay desfalcos, innumetables casos
y la tierra se está vendiendo cara,
son propiedades sin dueño, o de muertos
intestados de la vieja progrenie,
espacios, con los cuales hay quien lucra.

Se está engañando al Fisco desde el '20
y yo sé quienes son pues allí, en la Alcaldía,
anduvo Miguel, parienet mío, Laxaja
el sinvergüenza y embustero,
y Nicolás Nogués, con su Milicia
a bordo y con la Casa del Rey
que le han hecho.

Pero yo tengo confianza en lo que viene:
«¡Por fin, por fín, desamortizaciones!
Que se vendan los terrenos en desuso,
sean de la Iglesia, o mojones baldíos.
El pepiniano quiere hacer Un Pueblo
y trazar calles y tener plazas y jardines».

*

Nos quemaste, Mariana

Con una vela de corto pabilo
y lenta llama, te vimos ese año,
ese final de marzo, ese macabro día
con ocho horas de fiero desenlace.

¡Como el hijo de la puta reina, nos quemaste!
Nos arrastraste al infierno de la hoguera
porque validas la sangre de Borbones,
Mariana, hija de Mestre, pionera
entre los Oharriz y Rodones,
¿qué hicíste con la vela?
por saber de un rey muerto en los años
de tus inmigraciones?
¿qué hicíste en nombre de Bolívar
o para soltar el trapo de tus aflicciones?

Adelantaste el averno de las divisiones.
Escindíste el pueblo originario.
Ya sólo la muerte purificará
lo que ha nacido: el renuevo
de los liberales, la reacción
en violencia aniquilante.

Ibas a matar al falso rey,
a tu rey Fernando, Mariana,
al que, en tu infancia pronunció
con lamento tu padre, él que te habló
de quien mató al Empecinado
y de un infante que no hereda
y quiere hacerlo:
el poder lo tuvo obsesionado.

Ibas a quemar vivo a un rey,
con cuatro matrimonios, pero sin hervor erótico…
… porque ni para eso sirvió Fernando VII
(tres esposas y no tuvo en su palacio
descendencia verdadera ni varones
con sus gonos ni quien lo llame,
con ternura, padre bueno, memorable, justo…
éso es como la muerte, Mariana.

¡Eso es como la vela que resbala
de tu mano y quema al Pueblo…
eso es como la vela de Psique,
la curiosa, que gotea aceite caliente
sobre el pecho de Cupido!

Tu gota de ardor es liberal,
María Cristina, reina de borbones.

*

Jibaritas y criollos

Las jíbaras a solas escarban el ñame
de las jaldas y van por agua al pozo
y desentierran los jigües
de sus miedos en el fondo cristalino
y puro, así han sido las miradas de sus ojos.

El cemí de sus gozos en veneros
las baña, las proteje y ellas vuelven
en la tarde a desvainar gandules
y hacer ordeño en cabras
y alimentar al padre y al hermano.

Ellos se duermen muy temprano,
siempre cansados, fustigados de sol
y de silencio, y a veces una copla,
una décima, el canto les despierta
y la Navidad es más dulce que los Salmos.

... pero más temprano aún se levantan.
Son jornaleros. Sirven a la cepa de ricos
que ha llegado: Alers, Cabrero, Laurnaga,
Arvelo, Castro, Juliá, Domenech, Díaz
y ese Oronoz, temible, enorme
que, por el pene mide al hombre
y su honor y lo que vale,
¡ay, de los Perochena presuntuosos
y Rodones primiginios, tan altivos
como han sido / o fueron Ozores y el Vélez,
Cadafalch originario, así el Yparraguirre
pendenciero, uña y mugre
de Mantilla y Ranero, mercenarios.

Y entonces están los Font, separatistas,
enojados, ¿dónde se fue la fratría,
la promesa que diera el Padre Feliciano,
el alma que se sume en el espíritu,
la bondad por el jornalero de libreta,
el arrimado? ¿Dónde el que vacune
al pobre y al hato de ganado
y conjure la cólera de China y calme
la diarrea de aquel que vino,
con dolor intestinal desde New Orleans?

Este conoció el calvario, el vómito, la burla
porque una vez salió por telas al mercado,
regresó y dijo, como tú, Pepino, nadie.
¡Tierra mía, tú eres la Arcadia,
Cenicienta mía y tierra de perdones!
... allá el judío te odiaría más que yo
al General Godoy, cepa napoleónica
y de carlistas del Dios y el Rey, mercenarios.

¿Dónde hay pues quien se apiade del villorio,
del campesino que va a la Norzagaray-Urréjola
de vascos en Pepino, dónde quienes desmientan
a los santanderinos Cabrero y sus secuaces,
los vascos, cuando a Pezuela
se lo mira de reojo y al Alcalde
Pedro Antonio Pavía
se lo llama descarado y sinvergüenza,
mala sangre y sicotudo?

*

Ha muerto tu rey, Mariana

Ha muerto tu rey, Marianita,
niña de mano caliente, quemapueblos.
El que no servió para nada, a no ser
para morir enfermo en La Granja,
dio su tosido final, se lo llevó la brisa
o el Viento del Sur. O una estrella polar.

Lo mismo es que lo llames en Caracas
o desde el alma que te enseñó en Pepino
que eres una historia en el libro del dolor
de Moncho Lira, a él, al rey,
lo quisíste porque eres
sentimental, soñadora, pura, agradecida…
así se quiere al acaecer,
padre putativo del Ser
y la Muerte.

Se murió, Mariana, corre, vé y díle
a Juan Orfila Pons y Doña Nicolasa
que con una mano caliente,
con tu mano y tu vela, limpiaste
una memoria de traiciones
y te díste la catharsis y contento.

Tu rey viejo y nefario no supo
conciliarse con nadie, y lo quemaste
como se quema con aceite
el torso suave, efébico, de Cupido.

¡Se te cayó la vela como se cae
una venda de los ojos!
por andar pajareando con la historia social
de las viscitudes, se te cayó una vela
de la mano, o se llenó una cortina
del fuego que limpia la consciencia.

Ahora lo entiendes: Fernando, tu rey
odió a Simón Bolívar, a Sucre, San Martín,
Itúrbide; odió a Miranda, a Washington,
a uno y todos los enciclopedistas, a Dantón,
y sin faltar ninguno... a jacobinos,
a pobres de La Bastilla…

¡Ah, puta sangre y pragmáticas sanciones!
Odiaba él todo, a todos, no se salvaba nadie
y el odio es muerte que busca derramarse,
vaso de impaciencia al que ya
no cabe una gota más de enojo.

Fernando VII se quejó por la mucha
pólvora que cae sobre su pecho
cuando tú lo miras desnudo con tus ojitos
de niña pubescente, españolita rica
y soñadora y le llamas mi rey,
como si fueras su pequeña infanta, Isabelita.

Pero crece. Deja de pensar en tonterías.
Deja ese libro y no te quedes dormida.
¡Mira que, por soñolienta y aturdida,
acabas de quemar el pueblo!

[El rey murió el 29 de septiembre de 1833]
*

El Porvenir rebelde

Por eso está Tirado en la extremera
haciendo municiones y rezando por balazos;
por eso el boticario Forest invoca la manigua
y Pancho Méndez truena con su boca
fogonazos y organiza la decencia en Hato Arriba
y vaticina El Porvenir como Betances
¡con pan para el pobre y el desamparado,
sin botellas alcaldicias, sin esclavos!

... por eso los Beauchamps están que truenan
y piden Revolución como Aniceto Ahorrio,
Ibarra y Cebollero, descontentos
a causa del realismo y el golpismo.

En la Plaza que se llamara Alfonso XII,
no está feliz Larrache Garregunia,
ni la dizque rabiza de Los Vélez.
Lloran los Zauzuaras de Don Angelo
y los Liciaga Arbelías y los primeros Méndez.
Están diciendo nombres de patriotas
y Betances es el Padre de los Pobres
y Ruiz Belvis es valiente de los huesos
y Baldorioty es hermano desde el alma
y Vizcarrondo es el pionero libertario.

Están hablando duro en el Pepino
y las golondrinas trinan en escándalo
y en el nidal de Cancio está
la maestra Lupe y el Alcalde Luis Chiesa
ha dicho: ¡Basta! ¡Basta!
Le cantó sus verdades a los Franciscos:
a Pancho Castro, a Juliá y Palmete,
a Amell y Fabré, al Panchito Rodón,
a Carmona y a Serrano.

Entonces, ya fue tarde.
Con más de quinientos hombres
surgió el Grito de Lares
y los Medina y Font no enmudecieron
y hablaron con amor a las generaciones.

*

Generaciones: los Alers

Les diré qué son generaciones.
Qué son círculos del perpetuo movimiento.
Qué son serpientes del Alers originario
que vino de La Dominicana, asociado
a los Hermida y Prat-Ayats
y a Mercadal y Cancio.

Les diré que la naturaleza es cíclica
y eterno es el juicio de todo el Universo.
Y que el que beneficiado fue
por la Cédula de Gracias
también se asocia al quehacer de la Serpiente
y se muerde la cola y se vuelve animal
arisco y orejano, y Silvio Alers se rebela,
se averguenza, se duele y un día delinque
y roba y viola y quema y juega
y seduce, por esquizo y por pindongo,
a la propia niña de sus ojos.
Estará ocioso y desmoralizado.

Ese viejo Monsiú Alers sí que asqueó
a Pablo Liciaga, de Vizcaya,
al profesor Larrache, a Don Lino Guzmán,
al monte, ruralesco y escolar, de Guajataca,
al escribiente Arteaga, de aquellos
López y Pumar venezolanos,
a la vieja Lalita en Mirabales,
a ese jíbaro campo de mil jaldas y barrancos.
Ese viejo puerco de las básculas y las yeguas
que son vírgenes de ojos grises
y niñas de los campos,
está en el odio de las turbas campesinas
y en la memoria gitana de los Flores Cachaco
y Esteves, caporal de Cecilio,
le escupe como al negro diablo
y los Rodríguez Cabrero lo desprecian
como a nadie.

*

A Ramón Durand

… a Ramón Durand, quien fundó, en el 1835,
el Cementerio de los Coléricos, en la parte Oeste
del Cementerio Viejo
Nunca ví a ese Durand,
al cura que sabía sobre la muerte,
al sacerdote compasivo del enfermo.
Yo en los curas no creo.

A ellos, quizás con excepción
del que mientan, Ramón del Ochocientos,
la muerte les da asco y los pone nerviosos
y, por ello, hablan en idiomas extraños.
Se le tuercen los labios y se le encrespa el pelo.

La muerte sobre la que hablan escupe
sobre el pobre, aleja a los mendigos.
Su Muerte no dialoga, es absoluta,
demasiada santa y se da el poder
que tiene a soberanos, a sus gendarmes,
se desliga del tiempo y las instancias
de la calle y de las horas, una muerte es
sin Alguien Cotidiano, sin un sepulturero
de mi estirpe: Yo soy Juanito Pana,
en materias de sepelios, el Maestro.

El sacerdote reza algunas jeringonzas.
Le pagas su latín, su ofrenda, sus misas
de post mortem, pero él no te entrega
el respeto que yo entrego.
Al Estado, al Monarca, a los Papados,
los llamaron en antaño, cuando fueron
tiempos del presbítero Durand,
cura aparte de coléricos
y tiempos de Cabrero, el hacendado,
la soberanía indivisible,
el derecho absoluto, lo acabado
y perfecto; pero la muerte en persona
me lo dijo: ¡Me valen ocho cuartos,
me cago en todos ellos!

*

La muerte mandó un destrozo

En 1851, una descarga eléctrica causó serios destrozos
en la Iglesia, la imagen del Santo Patrón San Sebastián
Mártir, quedó destruída:
Andrés Méndez Liciaga,
Boceto histórico del Pepino
(1925)
Yo conozco la muerte a la que llaman
la Viajera Oscura, no me engañan.
Conozco la noche en que aparece,
el rayo que la exalta, la descarga
que produce, la luz que tarde se asoma…

Esos que discursan acerca
de las muertes mentirosas
mientras comen opíparamente
en mansiones, en haciendas, en casinos,
de la Muerte verdadera que manda
la centella y destruye sus templos,
nada saben, nada. Nada.

Sin embargo, la Muerte conmigo se sincera
y me dijo: Yo tiré el Patrón Santo del nicho,
lo hice pedazos, quemados maderos,
caspucias de porcelana;
yo con actos como ésos me río,
yo eché la descarga sobre el templo
e inundé la Casa del Rey, a pocos días
de agosto de 1839, cuando dijeron
los absolutistas, con orgullo, la fundamos.

Tengo seis mil años de extensión.
Gaspaleo con las miserias por entorno.
Bebo sangre de fértiles valles.
Lo pruebo todo, con agua y fuego.
Me asedenté en el polvo.
Maldigo lo que a mi paso dejo.

No soy yo quien reciclo los mitos.
Son quienes convocan mi huyilanga.
Gritan: «¡Véte, no vuelvas!»

Entonces soy su Desprecio.
Fundan la muerte falsa, o la amenaza
de su esencia y sus símbolos.
La Gran Menospreciada.

A mí la muerte me dice muchas cosas
que no están en el Boceto.

3-5-2002

*

Deudores y culpables

La conciencia habla siempre de una deuda
(Schuld, culpa)... Ser deudor (Schuldigsein)
tiene luego la significación ulterior de ser
deudor (culpable) de vale decir ser causa
o causante de algo o también ser motivo de algo:
Martin Heidegger
... Aquí no ha ocurrido nada.
El acta que lo dice escrita está
por el Cura Hilarión A. Gallardo
con la familia Arteaga López por testigos.
El pueblo está feliz como pichones.

El campanario dio su tañido de paz,
paz al fin después del Grito.
La culpa está en la pausa del olvido.
La deuda se canjeó por el cuidado.
¡Vengan, sin temor, parroquianos!
dicen el Escribiente y el párroco:
¡Amén! Est consumatum!

El esclavo va al trabajo de la hacienda
como siempre; el sol temprano madruga
y temprano se pone; pero es la noche
quien despide al obreraje y lo convoca
al contento de la cena y el reposo.

En la Cárcel de Aguadilla está el delito.
Se alojó, entre duras rejas,
la sinrazón y la algazara.
Este será el tesoro soterrado
al que carcome el frío, el olvido.
La muerte.

Haremos, empero, una misa
por los muertos y Baldrich en Mayagüez
prometió la amnistía de las Cortes
a reos que se acojan al perdón
y con humildad de súbditos
a la gracia real y al borbonismo.
Aún mustios, en tirria, desmoralizados,
serán libres, sin deudas, sin angustia...

¡Agradecedlo a Dios, que es generoso,
y al Justo y al Consolador, sea El quien
perdone la riña entre hacendados y banqueros,
rebeliones del esclavo contra el amo,
maldiciones que ustedes, pueblo ingrato,
echaron contra el Gobernador Norzagaray
por hacer migas con miñones de Los Vélez
y herejéticas voces de la cepa
de los Güemes, Prat-Ayats
y Coll-Britapaja, Aliceas,
Manuel Rojas y De León, venezolanos.
Dios los perdona desde el gobierno
de Lemery y Cotoner,
de Gamir y de Messina,
de Marchessi y Julián J. Pavía,
sí que los ha venido perdonando
porque vosotros habéis sido bravucones,
amigos de reyertas silenciosas,
sí que os habéis confabulado.
Dios los perdona y no se lo merecen
y por eso Dios ha hablado por la boca
de la Iglesia y varias veces dio señal
con el rayo: El Porvenir del ateo
y el forajido ha de ponerse
eternamente en calabozo!

*

Clamores de Joaquín Sosías

Comprender el clamor es elegir no la conciencia,
que en cuanto tal no puede ser elegida. Se elige
el tener conciencia, en cuanto ser libre para el
más propio ser deudor:
Martin Heidegger
El héroe de la mañana, después del cuartelazo,
es del barrio Piedras Blancas.
Joaquín Sosías es su nombre.
Dádle las gracias, pueblo, colmillú y garatero.
Sosías abrió el proyecto de templanza,
ser de la posibilidad, con lo que hizo.

Orondo y ancho, está en la calle
aunque a ratos parece compungido.
Y espera el mismo abrazo que les dieran
Perochena y Juliá, Castañer y Serrano.
El gritó: ¡Viene la plebe armada!
con machetes y garrotes a matarlos,
van a tomar la Iglesia y Alcaldia
como en Lares y poner a Ramírez,
su gobernador y a síndicos menores!

El corrió por montes hasta el Pueblo.
Vio a la plebe de Lares pasar por el fundo
de Cecilio (Echeandía) y avanzar
por Cidral y Piedras Blancas
y a Casto Santiago, el vecino de Pozas,
lo observó machete en mano,
y a Venancio Román, jactándose
de bravo, «No estoy juyendo,
no, la Patria me ha llamado».

El vio a Primo Chiquito agigantado;
el vio al Comandante Miguel de San Antonio
y al sargento Elías Suárez a su lado,
y repitió, vienen, vienen,
(por la Calle Comercio,
donde está la escuelita de Larrache).

Van a entrar y son muchos,
tengan cuidado,
que las mujeres no salgan de las casas,
que los niños estén a buen resguardo,
que vigilen las mulas y protejan
caballos del establo, los Cabrero.

En un trapo que ya el viento revolcó
por la calle aún dice: ¡Viva la patria libre!
¡Viva Puerto Rico, viva Pepino sin esclavos!

Los galopes de la gendarmería
salpican en las charcas, van por ellos.
Los coquíes sus cantares de croa
ya pausaron, en medio de la niebla
y el barrujo, al insurrecto se caza
como a moscas y los alzados huyen,
o se entregan al fin, pero clamando:
¡Hemos sido traicionados,
nos jodieron, carajo!

Tú hicíste bien, Joaquín.
A quien por sufrir deja la vida
en los enojos, vida por sufrir
deja a la muerte.
¡Que Dios, si se hallaren
los muertos en la Plaza,
o heridos en los campos,
los consuele y no se pague a sus viudas
con rencores ni a sus hijos con escarnio!

A San Antonix, Pax de Dimoni.
Tú eres un héroe y así dijo Chiesa Doria
en la Alcaldía y así lo informaré
al alcade Balbuena y el Coronel Gamir
que han pedido mis datos.
A nuevos hechos, nuevos consejos,
Sosías, no te avergüences ahora
que a su tiempo las brevas maduran
y sale el Sol y Dios escucha todo...

*

La pobreza del pueblo

... en el segundo piso, al amparo de la Real Cédula
de Gracias de 1815, una nueva oleada compuesta
por corsos, mallorquines y catalanes, produjeron u
na cultura señorial y extranjerizante... para ser elector
en aquel tiempo había que ser propietario, además
saber leer y escribir, ¿y cuántos puertorriqueños negros
o pobres podían satisfacer esos requisitos?:

Dr. José Emilio González
En bohíos como agregado vive
el pobre y las heces fecales navegan
por los ríos y la letrina es un ritual
odiosamente cotidiano y tan ingrato,
y las voces que gritan ¡hagamos
acueductos, vacunemos! las ignoran
porque no votan ni escriben
¡ellos, tristes de la gleba!
No son nadie, valepocos.
No son emprendedores,
propietarios.

Quien valga que se agencie
capitales, tenga tierra,
tenga esclavos.

En vano habló sobre dar zapato al pobre
y lavarse las manos y hacer escuelas
la fingida Marquesa de los Vélez,
la Orejita de Prat, Josefa Priego
y Vélez-Cadafalch, la cortesana
y con homes de confiança e diputats a corts
per Puerto Rico
y Tarragona estuvo
hablando sobre la falta d' ajuda i de recursos
y del Mirabales, en el sur, y casi despoblado
¡ay, tierra con viejos marqueses Mirabales
y Güemes con cepa de virreyes mexicanos!

En vano se dio queja
a Juan Prim, Conde de Reus,
y se dijo a La Pezuela de la morbo;
en vano dijeron a Perea,
funcionario de los tiempos de ese monstruo,
Taberner y Norzargaray, el vasco,
¡haz algo por Pepino, sicotudo!
¡mira que hay miñones
entre los Vélez y consell de riepto
y por causa de viruelas, balazos!

¡Pues nada hicieron!
Evaristo Vélez Vélez entró
en el juego y callaba.
Entretanto, crece, entre abusos
y hambre, mucho odio y el déspota de turno
mata más que la cólera del siglo.

Cotoner dictó la expulsión de Julián Blanco.
Alejandro Tapia al fin fue perdonado,
pero el esclavismo quedó en pie
y las deudas y la exacción
y el conformismo.

Con Juan de la Pezuela
se blanqueaba Pepino, se iban del fundo
de barrios, el negro de libreta, se mudaban
por miseria y desempleo al Hoyo Mulas,
para entrar a la zafra
de Arzuaga y Lorenzo Vizcarrondo,
de Michicote e Izaguirre,
Chevremont y Colorado.

La atención del poderoso está
en las batallas de Magenta y Solferino,
en las tropas francesas en Génova
que golpean al austríaco.
La atención se enfoca en la Reina Victoria
de Inglaterra, en Napoleón III
y el fin de la Guerra de Crimea.

Y los ricos se van a Nueva Orleans
y compran telas y perfumes
y mandan a sus hijos a Barcelona.
Van a tener su clase intermediaria,
burócratas criollos, médicos, abogados
y Juan Hernández Arvizu es el señor
del Gran Proyecto, pero, por de pronto,
a todo dice: ¡Nadie me dijo!
No sé nada, no molesten que soy
asesor jurídico del Rey,
fiscal, Gobernador
y Diputado.


Tú no cuentas, pueblaco de bohíos.
Tus calles y caminos huelen
a mierdaza de caballo;
tú no cuentas, Pepino urbano,
tu único atractivo es la hacienda rica,
el peón fiel y la casa del amo.

*

Tareas de quienes giran la rueda del Destino

«Yo he venido a peleal. No he venido a juyil.
¡Viva la libertad de Puerto Rico!»:

Venancio Román, patriota pepiniano,
ultimado a balazos en la Revolución de 1868
Para que se vea la libertad
en ese pequeño espacio de mis montes,
apóstoles les llamó el Tzadik
y Anciano de los Tiempos.
Justo Méndez, ve y prepara ruptura
en los collados del conforme.
Aurelio, elabora el memorial del Giro.
Echen el Grito a andar
porque el Poder de Ser pide
señales y el pueblo duerme.

Francisco Méndez, José Tirado,
Saavedra Nieves, Casto Santiago,
hermanos Font, agiten a los cabizcaídos
(que libertad sea el mensaje).
Pepino baila el cucuyé con menosprecio
y Lares juega el cuculí con los tahures.

Sin la ambición del Nuevo Hombre,
libre de cadenas, mi amor no es verdadero.
Hay que Girar la Rueda, patear
los culebrones, hay que hacer balas
de corazón heroico porque no hay
ambición y sobra el cuero duro.

Vayan a detener la usura y digan
a los negros que son libres,
a los bordoneros en los municipios
que son unas botellas y unos badulaques.

Que con rayos caigan torres y presidios.
Que con lágrimas se arrepientan
quienes son mercenarios; con estallidos
de júbilos saluden a Betances,
clamen por Baldorioty y Francisco Ramírez.

Venga la llama divina de la libertad,
deshagan la torre del error y la apatía,
la opresión cristalizada, sorprendan
a esos egos de avaricia, fin a la desigualdad
que lastima, persigue y troncha el cambio.

El Tzadik de Arriba da la rueda subversiva
y en manos de los hijos obedientes
la fuerza, el giro. Tu sangre es necesaria,
Venancio Santiago, valiente entre valientes;
tu sacrificio, Ana Martínez, útero fértil
de revolucionarios. Tu dirección
es imprescindible, Pancho Méndez.
Prepara las municiones del amor con plata.
Tirado Extremera. Hoy balas son como voces.
Gira duro que con ruleta cósmica
bendigo y les preparo la honra
del Porvenir, con recompensa
en el Olam haBá.

*

Bendición a Don Aurelio Méndez Martínez

«Las asechanzas del enemigo, las persecuciones
gubernamentales, el odio africano que le tenían
los que jamás lograron abatir su espíritu, lo hicieron
abandonar, con su familia, el solar patrio,
para refugiarse en tierra dominicana»:

Andrés Méndez Liciaga, 1924
Para la libertad fue hecho
tu kelim, el vaso santo de tu arcilla,
tu carne que tenía luz de quienes
fundan naciones.

Con Abraham marchaste,
combatiendo a los que quitan
el valor de Alma y la vuelven
un conato recurrente de finitud
y cobardía, una insatisfecha
pena en la miseria.

Y tú que soñabas con el alcoiris,
con el alma gigante del cielo
sobre Borinquén, con el pacto
de una patria redimida.

Gritos de Joaquín Sosías
echaron todo abajo: «¡Nos matan!»
como si se tratara de asesinos.

Don Aurelio, desde entonces,
no se entendió tu lucha,
el símbolo de tu ministerio
en la República de Lares.

... el que no baja la cabeza
ante los ventorrilleros coloniales eres;
quien pide el fin de la esclavitud
y el trato justo del obrero, padre
tienes en Abraham, padre secreto.

El exilado a tierras dominicana,
ánimo y camino, que raíz de bondad,
llevas contigo, eres y te ha de llorar
Pepino y Lares, porque la bandera
de emancipación es tu alma.

*

Betances

a Ramón Emeterio Betances,
revolucionario puertorriqueño y organizador
de la Revolución de Lares en 1868
¡Cuán terrible es observar al enfermo,
al esclavizado, al oprimido, entender
el origen de su mal, su falta de sustento,
su trabajo agobiante, la explotación
que le chupa la sangre y no poder dar
el lógico consejo: «Descansa un poco,
repónte, come bien, abrígate en la noche!».

No es posible. Si descansa es más pobre.
Comer bien es imposible sin trabajo.
Reponerse es desafiar a quien es amo
y no comprende; abrigarse es absurdo
si faltan las cobijas y el vestido,
el buen lecho. ¿Qué puede decir Don Ramón,
al que llaman el Padre de los Pobres?

No pierdas el machete. Vas a tener
que utilizarlo si continúa tu yugo.

2.
Cuando la compasión es tan poca,
¿para qué vale el rezo? Si los curas se alían
al poderoso y se olvidan del humilde,
la iglesia ha dejado de ser templo.

Como otra cárcel, es el hambre colectiva,
y el látigo del capataz en espalda del negro.
Si pides con respeto dosis de comprensión
y justicia y, en respuesta, se te dice
sospechoso, subversivo, haragán o deslenguado,
no veas aliado en tal amo.
No veas en él a hombre bueno.
Peores que las reses
son los carentes de bondad, sin espíritu.

*

Los años venideros del post-Grito

Toda historiografía cuenta lo venidero (Kommnde)
a partir de la imagen determinada por el presente.
La historiografía es la constante destrucción del advenir
(Zukuntf) y de la referencia histórica hacia
el advenimiento del destino...

La historicidad comprende al Dasein sido ahí
en su posibilidad propia sida:
Martin Heidegger
Separado ya fue el grano de la paja.
¡Ahora sí que se ha largado el negrerío!
En tus montes permanecen tan ufanos
los señores del café, Font y Echeandía,
Orfila y Mercadal, Laurnaga, Jaunarena,
Cabrero, Domenech, Hernández,
Pons, García-Mantilla, Serrano.

Luis Pratts tiene en Perchas, su poquito,
Evaristo Echevarría, en Saltos,
Braulio Caballero, en Calabazas,
Juan Bautista Medina, en Piedras Blancas.
En El Guayabal, hay vestigios de Rabell
y de Cabreros y, en Guatemala,
de Domingo y Bautista Serrano.
Cecilio y Getulio Echeandía,
son ricos en Bahomamey y Magos.
López Oronoz en Perchas siembran
y los Rodón y Luiggi
del nuevo Mirabales son amos.

¡Esto no basta! El histórico Pepino
destruye el advenir. El Grito ha repujado
por renacer y dar más gritos
y el parto es duro, sangriento,
pide años a partir de lo sido.

José Laureano Sánz, émulo
de Pavía Lacy, sofocador del Grito,
ha vuelto y ha dicho al niño de tus siglos,
madura ya, pichón de pueblo;
a las perratas de ayer, pónles olvido.
La ira de '68 a nada os conduce,
Pepino, y no habéis logrado nada,
ví en cárceles vuestro dolor amargo
y seguís tonto y terco y pobre...

Los marqueses vienen y van
de Fortaleza y todos traen retazos
de compontes y la pregunta subsiste:
¿Qué queréis de España, Vuestra Madre,
cómo complaceros, si sóis infieles,
anárquicos, ignorantes, caprichosos?

Estuvo aquí el Conde de Caspe
y el Marqués de Irún, pero ninguno
tan mezquino y tal por cual
como Palacios González.
¡Aquel Romualdo criminal
del Año Terrible del Componte!

*

Un casino

Una cosa nos falta, Gobernador.
Un casino, una sociedad que hable
dulcemente sobre España y nos reúna,
lugar donde usted venga
y vea que no hay pueblo en la Tierra
más hermoso que el que tiene al Culebrinas
por simiente y en el Cerro El Sombrero,
su corona. Venga y vea qué sereno
es el Lago Guajataca, pero cómo
salta el agua su torrente
por las peñas de Robles.

Cuando vea usted a nuestras niñas
tan hermosas, pensará que ha visitado
el paraíso en nuestros lares
y ellas son ninfas del Helicón
o el Edén o el Lugar Santo.

¡Son mujeres tan dulces, ariscas,
poderosas y gráciles,
lindas como gallegas,
sangre goda, cantábrica,
pulcras como espuma del Mediterráneo
o cimas de los Pirineos,
lindas de piel y forma,
lo más amado,
el orgullo!

Y es que a nadie que no merezca
las diosas de la tierra damos
a casar niñas con tal belleza
y estirpe del campo.

*

Las criollas hermosas

¡Qué mirada tan profunda tuvo Elvira,
hija de Don Andrés Cabrero, el ex-Alcalde!
... con la cepa de Rabell
la emparentamos...

¡Cuán hermosa la hija de Don Primo,
el colmilludo Caballero español,
graduado en Leyes en Compostela
y Barcelona, a Marimar
la hicimos Reina de Carnaval,
Parecía un ángel.

... si el tiempo pudiera detenerse
con qué gusto iría yo a mirar
por un minuto al menos
las siluetas de Dominga adolescente
y de Eulalia Prat, con veinte años entonces,
las dos mirabaleñas, hermanas adorables
como toda su simiente trágica y rebelde.

Vería de hito en hito, si pudiera,
ojos azules, intensos, seductores,
como sí tuvieron ellas,
reinas de sus propios montes y alboradas.

Espiaría cuando se bañaran
ocultas entre el espeso matorral del río
y al saberlas en cueras bajo el chorro
el hechizo es erótico y lascivo;
aunque a la par se rememore
a indias inocentes del pasado.

... si le contara a usted acerca de todas
las hembras que ha dañado el egoísmo
con violencia, la perversa lujuria
y el dinero, si le contara a usted...

... sobre la más linda de las hijas de Cecilio,
que se llamó Marcianita, la doctora,
la química que combatiera la polio
con sus experimentos.

¡Marcianita Echeandía, cautivó a todos
con la flor de su hermosura, elegante
en el dolor, la rebeldía, quedó
en el abandono, ajena y alienada
ya de sus días de genio.

¡Y murió a tan breve años del regreso
a Puerto Rico! New York
¡fue la tierra de su exilio!

Hermosa y elegante la cepa de los Francos,
las Bottari, Esteves, Ballester, Beltrán,
Laurnaga, Cancio, López Oronoz,
Ortices y Vélez-Latorre, todas ellas.
Las García Yparraguirre
eran hermosas y las Mantillas y Sifre...

*

Los burlones postmodernos

Lo postmoderno es muchas veces elusión
y fuga de la tarea, más actual que nunca,
de una modernidad sin realizar:

Paolo Flores de Arcais
No permitas que reemplacen
con mero simulacro y gesto retorcido
tu subsuelo emocional, viejo mío,
tu etnia profunda, niño del milenio.

Sé moderno, pero no aplaudas
ni a la bestia roja ni al jacobinismo.
Acuérdate de todo lo que te dijo
el Dr. Franco; ambas sangran
tu paso pindonguero, el tumbao
de tu alma de mozuelo perezoso
y te recluyen en dogma esclavizante.
¡Pero tampoco digas SI
al que escarnece, al que con odio
te mantuvo de rodillas y en desprecio!

Ayer dijíste sí, SI de silencio,
al Duque de Angulema
y al Cura del Tamajón
y te impusieron a Fernando VII
y sus gobernadores, chupasangres e impíos.

Te sumieron en absolutismo
con el signo del católico despótico,
y lo has pagado, Pepino, y fabricaste
al que te niega misa y a las niñas
de tu pueblo las sienta en sus rodillas
y siendo cura, peca con ellas,
seduce, Padre Aponte.

Con mano dura y oídos sordos
te dio largas o azotes González de Linares
y Miguel de la Torre; omnímodos
han sido con golpes a tus riñones
y te han dejado en hambre,
con la epidemia por camastro
en chozas del arrimo.

Se han burlado de tu carne, pueblo terco,
alcaldes como La Xara y los Del Río,
Luis Chiesa, Oronoz y Echeandía.
Tu advenir detuvieron
los que han ido a Fortaleza
y ante Sánz y Possé, conspiran
su ejemplar mátalas callando.

Al Dr. Gómez Cuevas lo alojaron
con grilletes en presidio.
Baldorioty ha sido difamado como nadie.
Con Hostos se han limpiado sus traseros.
A Ruiz Belvis lo mataron en la sombra.

Ayer dijiste SI, con los Orfila,
fieles somos, España, inmigrantes
de cédula y edicto, leales, agradecidos,
tú, eres la Mano protectora, Palacios,
Sí, tú eres sustento, Marchessi-Oleaga.

Al exaltado que es masón siquitrillado
o lector de Rousseau, Proudhon,
o Pi i Margall o Salmerón, lo despreciamos,
Que no lean es preferible a la herejía.
Cállate, Lala, rabiza, vieja puta
de los Prat-Vélez, con cepa de miñones.
Que se mueran en alcohol
y bohemia y opio, fantasiando
es preferible, Forest, Pancho Méndez,
antes que Tories ingleses
sean sus aliados o que leventen el machete
y nos agredan, muertos de hambre,
malahierba, cardos borriqueros, malnacidos,
vayan al trabajo, sean más hombres
pues Gamir, Castellón y San Antonio
les tienen sentenciados.

Del que profesa en Pepino la idea
que no haya Rey ni esclavos ni señores,
nada queremos, dijíste, con boca
de Laurnaga, Mercadal y Jaunarena.
Gritaste en casinos y en balcones:
abajo sea el Constitucionalismo radical...
tú lo gritaste, cercaste con muros tu casa,
cerraste puertas y ventanas a los pobres.

Se han burlado de tus peones desde entonces
(¡Pepino de turbas en el desencanto,
tú lo sabes, Pepino de Carmelo Cruz,
tú, tras tu muerte a tiros, te llevaste el secreto
de la Espada Blanca y los que te escarnecen!)
la cepa de Irigoyen, Oronoces, Zarrateas,
Mantilla, Feliú, Cebolleros, Arocena,
Sagardía, Juliá-Fabré y Arvizu.

Han aplicado corsettes y con astillas
debajo de las uñas, con torturas
extrajeron el llanto del valiente.
Han convertido a héroes en traidores.

Arrastrado va Lino Guzmán por el camino,
amarrado de una yegua de los gringos,
Arocena y sus secuaces, bien lo sabes,
han estado escupiendo al campesino.
Han quemado con piedras
de la hoguera tus manos, han vuelto
a reditar el carimbo
y por eso tu maldición
contra esos nombres de exaltados,
republicanos de hueso colorado:
Ruiz Zorrilla, Romero Ortiz,
Rafael de Riego, Valero Bernabé,
Betances, Gómez Cuevas, Arrillaga,
Moreno, Babilonia, Cabán Rosa,
Bascarán, De Diego...

... por eso eliges la niña y las mujeres
de estos déspotas y violas e igualmente maldices
y no termina de quererte tu Viejo Victimario.

*

Murió Pascasio Lamourt

Mi cítara se ha puesto de luto.
Versa est in luctum.
Don Pepe una esquela lleva.
El negrito la gritó por el pueblo.
Un masón dirá de quién se trata;
recordará de sus huesos lo debido.

«¡Habla, don Lino, tú que sufríste tanto!
Preséntale sus respeto ante el Santo de Narbona».
Házle su buena caja, Don Aguedo:
el ataúd que la lleve en sus hombros
reposada Abejón, Bacalao, Chalo Mancha.

Murió el más alegre de los agricultores,
uno que enciende los bateyes con contento.
Murió Pascasio Lamourt,
de la negrada de Magos.

Y el Cidral está en luto.
Lloran y rezan los peones y las campesinas.
Murió Pascasio, el buen hombre.

Piadoso, bonachón, gregario,
generoso es con los pobres de sus predios;
se va, absolve Domine, porque su bragueta
fue experta en hembras de todos los colores;
se fue, por caminos de eterna indiferencia,
aquel que mucho amó; se va, dejando
aundancia de su cepa en los campos.

07-02-2000

*

Fragmentación de la vida pueblerina

... el postestructuralismo y la posmodernidad
no son otra cosa que simple decadentismo,
abandono de la racionalidad, de la comunicación
y, aún de la misma idea del hombre... Carentes
de toda relación en el tiempo, parece que la
fragmentación esquizofrénica se adapta
como ruptura en la cadena significante
como estética fundamental:
Jacques Lacan
No quiero que te hieran nunca más,
árbol de Magos, no quiero sangre
en culebrinas ni el Guacio,
no quiero tu savia derramada
en espacios de superficies, raseros
de lo práctico-inerte, antifinalizado.

Amo tu geografía, pequeño mío,
tu etnia y sus conjuros,
pero te quiero Pueblo,
joven y maduro,
medio antiguo y sabio.

Por eso me han dolido tres años
de carlismo en Cataluña y la sangre
que viene y va, la parentela ida,
que aprendió a olvidarte
o secó con la muerte y el conflicto sucio
las memorias de monarcas
y generales matarifes y canallas.

La vieja Lala que contara
sobre ese subsuelo emocional
de su relato, duele, duele todavía
y el Conde de Mirasol en Fortaleza,
es cómplice, justifica esa lucha
que perpetúa lo ingrato,
Rafael Aristegui y Vélez
y Juan de la Pezuela, la libreta jornalera
y el carlismo, son la España loca,
esquizofrenia que subvierte
el advenir de la razón y lo justo.

Por el pronunciamiento de Martínez Campos
comienza la tercera locura de la sangre,
llegan los Maury al Pepino,
huyen de la rama isabelina,
dejan la Barcelona adorada de sus días,
su mundo, sus tierras, sus comercios.
Alfonso II, borbón, el restaurado, miente.
En todo ve al anarquismo furibundo,
tu Mano Negra, Pueblo,
tu obrero descontento,
tu justicia que no llega
ni a la España campesina
ni a tus varones perdidos del Caribe.

*

El 1898 y la invasión

De Guánica al Guacio y de Asomante
a Fajardo, lavaré las pisadas de la gendarmería;
al Gobierno de Macías diré: «Véte» y te pondré
en soledad de ermitaño, pequeño pez,
para que comprendas de donde viene la Soberanía
y Quien inventa Libertad para los peces
en las aguas y de su reproductividad
hace alimento para el Alma...
al que maldiga las aguas lo enfrentaré
al leviatán, el Viento vendrá de San Ciríaco
y el torrente que reprende desde mi propia boca.

Al sedicioso, llámese Bascarán el Jediondo
o Avelino el honorable corajudo, llámese Cabán Rosa,
Rosendo, Joaquín, Fillo o José Benigno,
digo: Detengan todo. Con sangre no manches
tu mano; Yo pondré los muertos.
Agua y viento extermino, con tierra y fuego.
Con la riqueza de rico, miseria hago;
al orgullo del pez grande, humillo.
Con el dolor del pobre, forjo obediencia
y doblo al que me servirá
como Gran Pez auténtico.

Y ésta es mi profecía del acabose en 1899
según la testifica San Ciríaco, mi adnato:
«Ninguno dirá que del dulzor de la caña vivirá.
A los cañaverales sumergiré en barro y roca
y desgreñaré las guajanas [y aún los cafetos]
para que coman los buitres; al que se jacta,
al decir 'aquí lucro', invertiré su palabra,
«aquí pierdo; con agua maldita,
me trago la esperanza».

Con pérdida canjearán el antiguo peso
aquellos que se dijeron almacenistas
y con la moneda escondieron justicia del pobre
antes que llegaran en el USS Massachussetts
los piratas y Eugenio Montero dijera:
«Me rindo» y Muñoz Rivera, advirtiera
«Ahora soy yo el Bizco que tiene la luz;
el Mudo que tiene el liderazgo».

Como Puerto Pobre te conocerá
John Brooke, primero de tus piratas militares
y tú le crearás: «Nuestro cuerpo es pequeño,
cansado está y envejecido en las aguas,
no pescaste por la boca, porque estamos
hambrientos; no podemos hablar
porque aguas y huracanes se llevaron
todo lo valioso; monstruos de la Mar
saquearon nuestros tesoros
y somos el más pobre de los Puertos».

Al que diga: «Con sangre y fuego haré
resistencia» le daré más de 3,000 muertos
que sepultar, porque en sus propios lechos
les sorprenderá inundación y los ríos se llevarán
sus cuerpos y desde las ventanas y techos brincarán
a la muerte porque no habrá escapada;
del Agua del Padre, nadie huirá en los días
de Num; del Viento del Padre no huye
el que maldice su garganta azul
en el Año Nuevo de los Arboles...

Y el creador de los Cuatro Elementos,
dijo: «Escucha, pez pequeño,
más muertos que los que España originara
y Sampson llevarse quiso en bombardeo,
mi aliento produce cuando soy el Viento.
Mi cuerpo amarillo de Agua es sepultura
para todo aquel que quiero,
porque la ruptura soy de todo vaso
y todo pueblo. La restauración soy
del Kelit, pero a quien no espera y calla;
doblego; el que gira la Rueda de Destinos,
con cuatro elementos sorprende a quienes duermen:
el Aire, la Tierra, el Fuego, el Agua».

09-12-1996

*

A Rafael Mayol Navas / Rafa Te-ví

Un día te ví agravado en tal silencio,
cuando más necesitaba de tu voz y tu relato,
que te acusé, viejo Don Rafa.
Chotié tu ombligo hondo, inmenso, profundo.
Divertidamente me burlé de tu panza.
A medias verijas usaste tus calzones,
a media nalga, de tu narria silueta, gordiflona,
llevaste el secreto a tus espaldas.

Sí, al fin te ví y me llené de tu miedo,
¡por tu origen, tus palabras,
mallorquinamente descaradas!
Agarraste las piedras del camino,
guijarros que a tu paso estaban
y me lanzaste el desprecio de tu estirpe.
Me apedreaste.

Te vengaste de repente.
Me díste todo, cada verbo
paranoicamente provocado
y confesado con insultos
sucios, execrables, canallescos,
tus ruidosas rabietas,
tus pedradas.

Siempre gozaban de tí, con algazara,
los vecinos de la calle, tus amigos,
aún los buenos que llegaban a tu casa.
Rafa te ví, te gritaban, un poco
para quererte, adivinarte, descubrirte,
aunque tú te enojaras,
te escondieras como niño temeroso
o corrieras, agresivo y descocado,
a esa plebe tan traviesa,
tu gente novelera de la Plaza.

Tú nacíste arrojado, caído,
accidentado; cayó tu madre María Luisa
aquella noche que las partidas del '98
atacaron tu casa.

Te bajaron por una escalera
protectora del traspatio, a toda prisa,
se quemaba tu casa. ¡Se quemaba!
Ella estaba contigo pero tú...
dentro de su vientre todavía,
indefenso, sintiendo el siglo
desde lo oscuro del alma.

«¡Rafa, te queman, vimos
quemarse tu casa!»

Navegabas en placenta, Rafaelito,
y la hermosura de tu madre,
atribulada, a reventar por aquel grito:
«Vienen a quemaros, María / Rita Navas,
las partidas que violan a mujeres,
alzados, tiznaos y comevacas».

Y nacíste prematuro, quejica bueno,
noble Rafa, sin culpa, casi boscuno,
a flor del frío, brisa de la madrugada.
El monte te escondió por varios días
y tu padre lo supo:
¡Nos quemaron la casa!

Fue tu padre Juan Mayol Castañer,
gran propietario, asociado a familias
de abolengo: a Castañer, a Márquez,
a Rita Navas, al doctor Navas Fraille,
a Isabel Angela,
cepas de Iriarte y Echeandía,
cepa peninsular y hacendataria.

¡Rafaelito, ese año metido está
en tu alma! Aún no desaparece.
Has crecido, te has vuelto viejo
delante de mil ojos y otras generaciones
y el advenir roto, traumante, se ha quedado.
¡Cómo pulsa por salir de ese ombligote!

¡Tienes la tristeza y rabieta de los tuyos,
apenas en asomo, en porvenir en flote!
¡Eres espejo oblicuo de los viejos días,
eres folclor que grita sus clamores!

*

El líder de Los Sucios

Juan Ignacio Bascarán Quintero (1854-1898),
guerrillero mayagüezano, organizador de la tropa
voluntaria de «Los Sucios».
No me gustan los ahorcados.
Menos las cárceles que injurian
el cadáver, menos las dudas
y circunstancias misteriosas
de eventos tales en que la muerte
reclama al inocente y al apesadumbrado.

Juancho, ¿qué pasó contigo?
Te colgaron, Bascarán,
y una bala perdida no aparece.
Del libro de visitas, se cortaron
las páginas. Al parecer, no te conoce
nadie. Siquiera Concha Gayá,
tu mujer, tus cuatro hijos.

No me gusta esta moneda
que se puso en tu boca, Juancho,
ni que haya nadie que reclame
tus huesos, ninguno que te ofrezca
un adiós en tu siglo, espadachín valiente.

Desde la Cárcel de Mayagüez,
después del duelo llamaron a Caronte.
Desaire a Schwan hicíste; sólo se dijo
Capitán de incendiarios, come-vaca,
ése tu nombre... «Hagan el favor
de tirarlo muy lejos; ya está muerto
y aún sangra, el balazo que,
en Arecibo, le dimos».

03-12-1998


*

La restauración en Guayabal

«... tuvieron que refugiarse en la iglesia, en la plaza
y patios en cuyos sitios pasaron toda aquella noche
de infortunios y amarguras: 31 de marzo de 1906»:

Andrés Méndez Liciaga, en: Boceto histórico
Quien gira la Rueda de los Destinos
para los ciclos mayores, Quien dice
que los eventos al azar no son tales,
Quien a la justicia cósmica no designa La Ciega,
profecía da para tí, Guayabal, desde el fuego
y el pabilo de la Vela Caída en la casa de Mariana.

Con encuentros inesperados de la Luz,
reversión trae, brechas abre cuando a las chozas
de pobres desmantela, sesenta y dos veces
dice: Para que cambies, para que medites,
para que sea nuevo tu corazón y dura cerviz,
tiro la vela, quemo las cortinas, descorro
el velo con fuego destructor.

Se afanarán tus vecinos. A lágrima viva
y en pánico, temblarán tus pobres
y su llanto a misericordia llamará.
Fuego hoy los convoca, pueblo mío.

Quien sopla el Gran Viento, anciano
es y lo ha visto. En la casa de Mariana Rubio,
su rostro es tristeza y su labio es rezo.
Para que los alzaos se vuelvan mansos,
la Vela cayó. El odioso que venza su rencor
porque la rueda gira y auxilio de amor
pondrá en muchas manos; que el grupo vaya
y cargue el agua.
Que en tinajas no ponga amargura.

Vayan a la charcas y picos y palas extraigan
de sus escondites, porque los escombros
tendrán que desbrujarse para que el pueblo
sea nuevo, desde su ontológico cimiento.
Que ninguno diga en Guayabal,
«uno soy sin otro, nada debo;
yo soy mi propio vecino
y mi barriada son cabezas de mi ego».

El que sepa tirar techos y navegar
en brasas, abra su alma como una cascada,
derrame su agua dulce y mire si alguien muere
o ha sido lastimado en esta hoguera.
Dejen atrás los andrajos del bohío.
Que los colochos y los tiliches
sean parte del olvido, y las bravatas
del rico contra el pobre y del pobre
que echa chufas al rico, que cese,
porque el orgullo ha sido grande
y la tacañería es un tojo
en el árbol sin alma.

Desde las 4:00 de la tarde, la Rueda
para muchos destinos colectivos gira
Quien a la justicia cósmica ha llamado el Fuego
y no, por accidente, cayó la vela
en casa de Mariana.

Quien ve y revierte,
quien oye y restaura, habita en Ijud,
donde el dos se hace uno
y la colectividad Unifica.

Ahora se conocerán quienes sufren
y separados serán de los burlones
y se detendrá el compasivo delante
de niños en inopia y se dirá:
«Toma esta manta; cúbrete en la noche
porque la Iglesia está llena, vas a dormir
como pordioseros en la esquina
y ni luna hay en el cielo
que pueda consolarte».

Buscarán su cubujón por días.
De tripas harán corazones.
El viento esparcirá más tizne
que en noches de partidas comevacas
en incendios de haciendas
de Cheo Font y Jaunarena Azcue.

Vuelva al campo, el que sepa arar
y sacar viandas y frutos,
porque el hambre es espada
y el alimento ayuda a sus consuelos.
Deje la cara de amargura el que vio
las llamas y el semblante puso en luto
porque no es el final.

Es el comienzo de la restauración.
Quien tiró la Vela con aliento de Gran Viento
y giró la Rueda de su energía en cada
hombre, al organizador llamó...

A Narciso Rabell ha dicho: «Bendice»,
yo te elijo, no el Gobernador Hunt.
Quien sacude y calma, es quien
dice: «De Sión del cielo necesita tu pueblo
y la Hija de Sión nace en el Alma»
cuando preparo el parto».

*

Lamento de Moncho Lira

Hay una muerte que hipnotiza, mentirosa muerte,
y no es mía y no me representa. Ebriedad es,
sopor de un limbo innecesario. Esa muerte
no es mía porque yo soy un caminante
y ningún asco, como ella, objetiva ni sicológicamente,
me detendrá en el camino.

Yo sueño con amores inmortales,
transformado voy a ser en los mundos de dioses;
en bandas de continuidad hallaré mi espíritu,
en circuitos de siquismo puro me amaron
quienes vieron mis lágrimas, el desdén del Casino,
menosprecio de una amante querida.

La muerte que me condena no cree en mí.
¡Pues malrrayo la parta, no es Vida!
Si ella me suplanta, no es mi gusto,
si me muestra dientes blancos y acaricia
con uñas largas, será un fantasma.
Un delirio. No será la muerte mía.

Maullará como las gatas en tejados.
Observará como una araña oscuro
que hizo telar en las casonas viejas.
Ciego seré para no verlas como vaya
entre las brumas de la Estigia.

*

La casa y la invasión

1.

A Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936)

«La ética es lo fundamental de la estética»
Ramón del Valle Inclán

«Quisiera entrar en mí, vivir conmigo, poder hacer
la cruz sobre mi frente, y sin saber de amigo
ni enemigo, apartado, vivir devotamente»:

Ramón del Valle Inclán
Haré este experimento valleinclano:
recrearme en el portento
que evidencia la estética
más mostrenca del muestrario.
Miraré en lo superlativo
de nuestro espejo cóncavo
para entrar en mí, para vivir conmigo
porque nada tiene de devoción a la patria
vivir peinando la calva en medio
del colonialismo.

Quiero, si es posible,
vivir dentro del monstruo,
acostarme en sus entrañas como Jonás
en grutas de manteca.
Y que se me quiten
mis olvidos de desobediencia.
Quiero no traducir mi «Ay, bendito»
compadeciendo sólo al poderoso
o dar mi bendición a él
cuando venga a matarnos.

Es mejor que ya me asuma
en la impronta impresionante
y que la memoria sepa dónde comenzó
«la eterna noche del pasado»
dónde me perpetúo sin apetito
por la «eterna noche del mañana».

2.

«Tuve miedo como no lo he tenido jamás, pero no quise
que mi madre y mis hermanas me creyesen cobarde, y permanecí
inmóvil en medio del presbiterio, con los ojos fijos
en la puerta entreabierta»:
Ramón del Valle Inclán
Yo era como aquel Don Manuel Rodríguez,
el Alcalde. Con miedo a perder la Espada Blanca,
pero no cobarde. Yo no quise creer el amarillismo
de los gacetilleros que llamaron a España la Atroz,
la Carnicera; ¿quén si uno mismo puede aclarar
lo que somos?

... pero una noche, en el ocaso
de las pesadillas, desperté
con el Asunto de Virginius (1873).
Otro día, al madrugar, temblamos.
El partido Demócrata de la Era de McKinley,
que es buen Republicano ante el oportunismo codicioso
de Theodoro Roosevelt, planteó lo inevitable:
ya que han hundido el buque Maine USS
en el Puerto de La Habana
y a centenares ascienden los muertos,
ha de vengarse a la gringada marinera.
Entonces, por tal dinamitaje, apuntaron el dedo
a nuestras caras y dieron el ultimamatum:
«España, ésto, hundirnos el barco,
naufragarnos en sangre, es asunto de tus asesinos.
Abandona la isla, o declaramos la guerra».
Fue el 23 de abril. 1898.
Dos días antes Cuba se vio bajo
el bloqueo y, aquí, a mí, a mí
(que «quisiera entrar en mí, vivir conmigo,
poder hacer la cruz sobre mi frente,
y sin saber de amigo ni enemigo,
apartado, vivir devotamente»),
Macías me llamó a La Fortaleza y juntos
nos dímos ánimos, entrepiernas cagadas
y todo, ánimos, sí, pero temblando.

3.
Yo era, como aquel Alcalde, caballeroso,
realista, blando, bueno, aquel que vio el Monstruo
con dos cabezas. Uno era la Marina americana
surtiéndose de victorias en aguas del Pacífico
y Caribe; otro, era mi Gobernador
y lo que representa, una Cabeza; el Yankee,
otra, junto a la Corona que me exalta,
España mía.

Cuando quise regodearme en El Pepino,
él me llamó: Una misión de reconocimiento
desde mayo se cumple asaz conspiratoria
bajo nuestras axilas. Un Teniente
de la artillería americana tiene sus cómplices,
tentaculares voces en la isla.
«Hay una infección
de tración a la patria, Don Manolo».
Al misionero del Averno, le supe el nombre
y el rango: Henry H. Whitney, Teniente
y corroboré que su Bureau de Inteligencia Militar
(¿quién lo dijera?) cuenta con colaboradores
cipayos / pitiyankis / del patio.
Y ellos dan al extranjero nuestros mapas,
con puntos estratégicos, claves de acceso
a nuestra geografía.

«Aquí están:
los arsenales, la boca de los montes
y la calle mayor,
que don como hilo plateado de Ariadna
en el oscuro hormiguero de Minos
y a toda salida nos conecta,
Aquí el monte tupido
para que sus artilleros salgan a bloquear
sus enemigos y, en asedio aislante,
mueran de hambre quienes defienden el León ibero».
Y yo era, como Manuel Rodríguez Cabrero,
último alcalde autónomo de la Colonia Tranquila,
y ví, cómo ufanamente arribó el Capitán Brackford
y pidió hablar conmigo, antes y lo recuerdo
un 12 de mayo, una escuadra de buques
del comodoro William T. Sampson
bombardeó la capital y cagarrutas de Macías
me hieden en las narices y salpicaron de llanto
el espejo cóncavo desde el que miro.

Ahora estoy ante un gringo de marras
que me come los ojos y me deja
ante uno de mis monstruos.

[«Tuve miedo como no lo he tenido jamás,
pero no quise que mi madre y mis hermanas
me creyesen cobarde».]

«Quiero que permanezca usted como Alcalde
de este pueblo. Me han dicho que usted
es honesto, trabajador, virtuoso.
Vamos a izar Nuestra Bandera.
A intercambiar las Espadas a las afueras
del edificio del Cabildo y sea confirmado
como Alcalde auspiciado por el nuevo orden
que proclama el General Nelson Miles en Puerto Rico».
[«... y permanecí inmóvil en medio del presbiterio,
con los ojos fijos en la puerta entreabierta»].

4.
Pero yo ví que Bradford tenía la complexión
de las arpías. Era un ave de rapiña
con rostro angelical de 'redneck' y lo ví,
en pesadilla, bajando del buque Yosemite
con 3,300 soldados de los suyos;
pisó las tierras de Guánica, se movió en escaramuzas
por los pueblos del Yauco, Fajardo, Guayama,
y parecía un tiburón bajo el Puente del Río Guamaní.
Entonces, las partidas sediciosas lo oliscaron
por Coamo y lo llamaron a la Batalla de Asomante.
Lo vimos como el águila en retirada del Cerro Gervasio,
reagrupándose para entrar a balazos en Aibonito,
pero cuando cayeron heridos los capitanes
y tenientes E. T. Lee, asistido de John Long
y el Teniente Harris, le dijeron:
«Ven. Huye»

Y fue el Comandante Landcaster:
«Vete a Pepino, que allá están quemando
y las lluvias de agosto
no apagan los fuegos que dañan cafetales;
hay que saber quién quema
y si quema por ayudanos, o quema
por odio que inspiramos.
«Allá no han de saber que el protocolo
de paz y rendición de España se ha firmado».

5.

«España no está aquí, está en América»:
Ramón del Valle Inclán
«Te están ofreciendo
la eterna noche del mañana, don Manolo.
No te niegues. Es noche el pasado
y es noche el mañana. Ese es un momento
en que no podemos escondernos
y tú eres el Hombre Selecto.
Un país es más que una bandera.
No te niegues por lealtad a Macías.
Ya Filipinas cayó
y Guam, y Guantánamo estará
por cien años en la garra de la arpía.
Afuera están cantando coplas de quemazones
Don Simplicio y su gente, mogrollos discursores
en las barricadas y Moncho Lira, el bastardo,
grita contra los yankees, Viva España,
él de quien no lo creería...
pero la Noche llegó
y Pedro Arocena es el gallo que madruga
y amarra de la cola de un caballo
al jíbaro y al mulato y se urge un Caballero
de Tu Bondad, no un españolista
con cepa de ladrones.
Recuerda que España ya no está aquí:
la esencia más pura quedó en medio
del campo», lo dijo en traducciones
con un inglés con zeta y con cedillas
Victor Primo, El Caballero,
cepa de González y González,
pariente español, criollo,
de los Giner de los Ríos.

6.

<«Lo mismo da triunfar que hacer gloria la derrota»:
Ramón del Valle Inclán

«Soy aquel amante que nunca se muestra, muda
en cada instante mi sombra siniestra»:

Ramón del Valle Inclán
España cayó de bruces frente a nuestras narices,
don Manolo. Quedó sin aliento en El Desastre.
Sin principios en las batallas de Asomante y El Guacio.
¿Quién iba a decir que correrían, asustados
a abrazarse al enemigo. Fingiendo caídas
hombres como Soto Villanueva?
¿Cómo contar con hombres tales que ante el gringo
les entran sus culilllos y decirlo ante Macías Casado?
menos vergüenza me dio el sucio Bascarán
que el Teniente Suau y Soto Villanueva
con todos los rendidos a su mando.
Pero la Noche Monstruosa del mañana
es noche en todos; y valiente sea usted
ante la España que caduca,
que no admite su ruina ni su desmoronamiento
ni la trampa social ante su espíritu
y quiere vivir de figurones figurantes
lo que ya no tiene por virtudes.
Y la Noche de Borinquén es igual,
pero el mañana a definirlo nosotros
con estética mostrenca del Deber.

¡Adiós, Gobernador Macías y Casado
que a otro lado se vaya
con su incompetencia administrativa,
y las pompas y los trajes de brillo
de los figurones!

¡Adiós a los amantes que jamás se muestran,
a esos amores bobos del hispanismo
que son amores como los de Moncho Lira Mislán
que por la damita Scharrón
derrapa por calles de amargura!
¡Adiós a los que ni saben triunfar ni hacer
de la derrota su gloria!

Mediocre élite del León íbero
vayan a lamer las nalgas de la negrada en Pepino:
todos, hasta el sicote de buenos socialistas
y anarcos como Mingo Liciaga. los Juarbe
y Padró Quile. Alguos se han tornado
barbosistas, cipayos, pitiyankis
y ésta es la podredumbre del momento.

España no está aquí, está en América,
pero América no es la puta obediencia
ni es el yankee ni el inglés impuesto
como lengua educativa por decreto.

No son gringas maestras
con los nombres de «mísis» con misiones
de que nos metan el inglés
por el gollate y 'civilicen' nuestros hijos ignorantes.
Font-Feliú, ahora pionero de los anexionistas,
ayer adláter comecandela de la Espada Blanca...

¡Ay, don Manolo, por la gente sin meta
ni futuro, quédese en la Noche del Mañana,
acepte la Alcaldía que se la ofrecen
de oquis y háganos un pueblo con futuro
antes que loz tiznaoz noz quemen
los repliegues del ano...

7.

«La tibia fragancia de su alcoba encendía en mí,
como una tortura, la voluptuosa memoria de los
sentidos»:
Ramón del Valle Inclán
¡Qué puta colonia es ésta, don Manolo!
Que en la tibia franquicia de nuestros acomodos,
sobre camastros putales de la prosperidad,
nos viene voluptuosamente y se revuelca
el monstruo que juega con el gusto
y la sarna, con gusto, no pica...
¡ay, amigo Rodríguez Cabrero! ... nosotros
no sabemos de padecimiento ni interiores conflictivos
cuando avanzó esa romántica ensoñación
del fin de autonomía y con dulces palabras nos dijo
que no somos colonia, que no existe ningún monstruo
ni prolongaciones nocivas de la vieja noche
que nos asfixiara, desde el reinado de Isabel II
y aquella Europa de regímenes autoritarios
envueltos en gusto neoclásicos
pero con pesadillas de movimiemtos libertarios,
anarco-liberales y pulsiones románticas
sofocadas porque su interioridad es contagiosa
y su lenguaje proposicional.

«Hagamos conocible a ese monstruo;
sin hacerlo simulacro de estilo».
Que no se desplace a Pepino, que no sea
nómada y venga, con saltos dañinos y asediantes
como dan los psicópatas con sus actings sangrientos.
Que no invadan, como zombies, calles del pueblo
y se hagan camaleónicos cuando,
deseantes de habitación estemos y se encarnen
dentro de la tibia fragancia de su alcoba
con maña de tener la propiedad de ser todas
y cada una de las cosas y encender en mí,
en todos, la tortura,
«la voluptuosa memoria de los sentidos».

¿Te fijas cómo somos ahora, don Manolo?
Como monstruos psicopáticos, estratégicos, miméticos,
calculadores, seudo-sabios... inteligentes, para hacer
el mal y oprimir en nombre del Progreso,
del Mañana y los Nuevos Valores
del American Way of Life.

8.

«Mi alma se daba, dándose gozaba, y transcendía
su esencia en goce. Se consumía en la alegría
del que conoce»:
Ramón del Valle Inclán
Y usted rechazó la idea de permanecer
como el Alcalde Bueno y dejó que un panadero
vendepatria, hijodeputa, llegara de Lares a traficar
protecciones y «si no me pagas la cuota,
mando a cualquier mano negra
y te quemo; y si la pagas a tiempo, mando
tropas americanas a que cuiden tu hacienda».
Y la Alcaldía de González
fue la forma primera de pudrirnos por dentro
y comenzar a vernos para siempre
como colonizados en el espejo cóncavo de una noche,
esperpéntica y sin futuro, y una estética sin ética
donde desaparezca la decencia del héroe.

Con razón se olvidó lo biográfico y argumental
de la vida del criollo
(ya no queremos ser bondadosos, ejemplares,
exitosos por compromiso altruísta).
Nos enseñamos a castigar ojo por ojo, ¡ay! qué reflejos
... ví llegar al masón Lino Guzmán, el Cojo,
arrastrado del rabo de una mula, con sus costillas rotas
y sus manos sangrantes, chamuscadas)
y ví el brazo de Andrés Jaunarena salpicando
barriadas y campos y ví mucha carne de cañón
donada al Imperio, con el primer bobo suicida
electo en el sorteo, el Veterano Arocho,
y corrales de electores, en pánico porque
la Banda de los Siete Puñales, pistoleros por contrato
de Getulio, no quiere triunfos liberales,
aliados son a fraudes eleccionarios,
van encañonando
a pistola, a los primeros campesinos
que votan en sus vidas
por democracia a lo yankee...
... y eras tú el bueno, don Manolo, sólo
que te cagaste de miedo, así como Macías Casado,
así como Soto Villlanueva, así como Sosías en Lares
y aquellos que mandaron a Genaro Eleuterio López
al destierro de Vieques y, sumado a ese exilio,
a Aurelio Méndez Martínez
a Santo Domingo.
Tú dejaste los botelleros impunes en las Alcaldías,
el arribismo de nuevo cuño, la corrupción,
la mala maña. Y, al menos, ese año requería
un alma que se diera en gozo
y transcendíera su esencia en este goce,
que se consumiera en la alegría del dar
como mi padre daba maderas
para un nuevo pueblo,
árboles para un nuevo porvenir,
pero: ¿sabes? quedaron sicarios y ladrones.

9.

«Fui peregrino sobre la mar, y en todas partes
pecando un poco, dejé mi vida como un cantar»:

Ramón del Valle-Inclán
No hay muerto malo y España ya no existe
si no la hallamos aquí, con su energía,
su esencia renovada, aquí no como fue
con sus instituciones,
sino como una novia, que no es lejano espectro
de sus mala Madre. Mira que no hay novia
que no sea bonita. Y mira que si España ha muerto
como era, no hay muerte mala que merezca lamento.

Manolo, edifica esa enorme palaciega casa
que sea orgullo del pueblo, ahora que heredaste
una millonada, pero no la llames Casa,
llámela Patria / Mujer / Esencia
porque Casa sin mujer y barco sin timón,
igual cosa son. Dan lo mismo.

Te lo digo, que soy un poco
como el marqués de Bradomín
que está de moda en círculos madrileños.
Yo que sido andariego, peregrino sobre la mar,
conozco mucho desastres e inútiles tranvías
y conozco malos comediantes y lecciones académicas
y concursos de arte para gentes mediocres
y conozco hidalguías que se levantan
sobre vanidades vacías
y valentías, que son adrenalina
presumidas a los perros, los pordioseros
y fracasados ganapanes.
Pero, al fin, Manolito, vas a edificar la casa
frente a la Plaza Baldorioty y ahora que tienes
millones de dólares, no digo, yo pesetas
del '98, doblones devaluados por el yankee, haz,
no una casa de paja ni piedra
sobre arena movediza; no hagas casa a la mediocridad
que el régimen ha traído porque nos piensa
tontos. Todos los imperios piensan así
del criollo y, más cuando son humildes
y confiesan su miedo.
Harás casa, tu primera casa sin España,

Manolo, y generoso es Dios contigo
porque sin pan ni vino, no hay amor fino.
Haz una Casa porque Dios te dio el pan
y tu mano hacendosa hizo el vino y si frotaSte
la lámpara maravillosa, házla que fructifique
en el alma de Violante Rabell.
Házla con muchos balcones y con ventanas
abiertas a los cuatro puntos cardinales.

Esa casa debe representarnos como pueblo señorial
(somos, Manolo, pese a todo brandomines,
marqueses en el fondo, aristócratas
de amor y de arte).

Haz la casa del amor que cura las mismas heridas
que inflige; hazla para los oídos que oyen
y el corazón que adivina
casa de amor y tos, que no pueden ocultarse.

Haz la casa que cubra todas las faltas
de la casa del pobre; házle biblioteca, cuarto
de huéspedes; haz casa de corazón contento
para que el banquete sea constante;
si flor en sus jardines han de ser rosas
que la rosa sea el amor y como rosa al revés
que las espinas vayan por dentro.

10.

A la Casa de Doña Bisa Rodríguez-Rabell Vda. de Negrón
Yo, fui peregrino sobre el mar.
Y he visto castillos y cortes, pero ahora
que España no existe, que Tu Casa sea
amor de Santander, amor de Rabell-Rodríguez.
amor- Cabrero, como sus huellas en Pepino.
De ti lo espero porque eres hermano de un poeta
y has sido escribano, intrahistórico,
de todo cuanto hemos padecido.
Todos somos la Noche del pasado,
todos podemos ser víspera del Destino, Futuro.

En razón de desajustes en las relaciones sociales
(en este pueblo donde el 90% o más de la gente
vive en miseria, haz para tu casa
por balcones o jardines
no un ruedo ibérico para las parentelas santanderinas
de antes, o tus ancestros de las Bariñas
en llanos de Venezuela, que vengan, sí,
que vengan; PERO... hazte por reinado femenino
lo que sea más opuesto a la corte isabelina
(si las confundieran con una corte o sala
de tertulia de prohombres),
que no sea corte de milagrerías,
ni baza de espadas. Que sea una casa
embellecida por el amor al pueblo,
la más bella de las casas, elegancia misma
de la España que perdiste.

La casa de la estética conciliada con Deber.
No hagas choza de palo para quien nazca pa' cabrón
porque tarros caen del cielo
ni casa para el ojo
ni el corazón codicioso.
Nunca estarán satisfechos.

Sea digna tu casa de Rodríguez Cabrero
y acuérdate de Diabolín, tu hermano,
porque él era el esclavo que ama la Patria
(no la España que fue espejismo de Macías y Casado):
y él, Luis Rodríguez, se sentía el amo
porque él era el amado, aún en el exilio.

Ya lo dice su refrán favorito: «El que ama es esclavo,
el amado es el amo. Y el que ama teme
y yo te ví temblando, cuando estabas frente a Brackford,
y le dijíste: No bajes la bandera de España
ni subas la del extranjero, porque la ira en mí
tiembla y no sonríe y estoy paciendo de amor
y con las piedras de mi campos es que hablo».
«Y cierto que Puerto Rico está lleno de miseria
y los huracanes no han vuelto tan feos
y la carencia de libertad, tan resignados y sumisos,
pero bonito me parece todo lo que tengo».

11.
Don Manuel, haz una casa, de cuatro pisos, al menos.
Y cuatro pisos que signifiquen cada raza,
cada clase, cada estamento:
jíbaros pepinianos, criollos y negros,
aún a indígenas que Rabell rescata con su ojo
de arcaico explorador de piedras, cuevas y quebradas.

Un piso para esa mulatada que ha crecido en el pueblo
(casa es necesaria para el rico y para el paria).
porque «España no está aquí, está en América»
y hay cuatro mundos que claman
sus glorieta en la geografía).
Entonces, que tenga una glorieta superior
y sirva de nido a muchas golondrinas,
diez habitaciones. Diez al menos.

Recuérdalo a Totti, el arquitecto.
«Cada cual es rey en su casa, pues mientras vivas
que sea la Casa de Tu Estirpe, casa de rey-bueno
como cuando fuiste Alcalde, y no casa con dos puertas
que mala es de guardar cuando entra el robo.
Hazle muchas puertas para que sea
la casa de Pepino entero.

Pero que tenga amo. Y diez cuartos, Manolo,
porque casa sin hijos, higuera sin higos.
Haz una casa para que nazca una madre,
porque sin madre, el río sin cauce no es bueno.

Cuando esté sola la casa de los Rodríguez,
dilo a Doña Bisa... que, por temor a miserias,
no la venda aunque cueste
tener casa grande y bonita
... porque «casa sin moradores, nido de ratas».
Que sea una casa, con niños,
y todo quien la visite siembre en sus macetas
sus flores de inocencia.
«Casa sin niños, tiesto sin flores».


Y que sea la casa como la Madre de útero-oculto
con feraz semilla porque como es la madre,
así ha de ser la hija.
Como es la mujer, así es la casa.
De buena casa, buena brasa, Manolo.
Y un pueblo entra a la Patria como entrará
en la casa de sí mismo, sólo así puede decir
«Vivo conmigo», libre y autónomo sin mentirijillas,
«me desnudo y hago la cruz sobre mi frente,
y sé de mis amigos y no tengo enemigos
y me aparto y vivo devotamente».

*

Discurso del duelero Don Lino

Feo como alacrán que maldice
con su voz dejativa tras morderlo la muerte
(en acusmia de sepulturas bermejas y abandono
pues le hablaron las ánimas) salió
como duelero aquel Don Lino,
el maestro rural de Guajataca.
El Muerto Vivo.

Feo, pero seguro. En libro de concordancias
y cósmicos secretos, leyó textos de Alfarabí,
instrucciones precisas sobre cómo presidir
la Danza, el aquelarre, la fiesta de los macaveres.

Malo fue pelar el ajo y morirse sin recordar
a otros, a su pueblo, el por qué se mete
a espabilar los cuerpos en los montes
en medio de las quemas y las hambres.

Mujeres de Pepino, adoratrices de curas y albalaés,
esclavas del Sacramento Santísimo, ni a los Adonis
amados de Afrodita, la Muerte los proteje.
Un jabalí vendrá por él o ellos. Los mascará.
A todos los Adonis los destaja.

Niñas Cabrero, Mantilla Yparraguirre,
hijas de las familias de abolengo,
nenas más tiesas que el ajo,
leeré la Gran Cartilla de Alfarabí,
con voz que me permita persuadirlas
como Hernández Arvizu lo haría en vida
si viviera este día... no hay
ya Manos Negras en España, a su juicio
se fueran a la mierda, en escarmiento,
huyeron de Jerez y Andalucía. Se largaron
a Cuba, a Filipinas, al santo monte.

Comenzarán las Fiestas con Titina en la carreta
y una Novilla delante que la arrea; en enero
por Fiesta de patrón, habrá Misa y Danza
y el Negrito vestido de levita va decirles
que hay insensatas opresiones y mentiras.

El Santo de Narbona viene también en la comparsa
y el Hijo de Dios, el propio Cristo, con él viene
y con otros flechados, dolidos en la carne,
perseguidos y quemados en hogueras, vienen
y dirán lo que les dije:

«Este pueblo
de San Sebastian del Pepino no es eterno.
No rezará siempre como reza.
No seguirá a pie juntillas sus hoy virtuales Sacramentos
(dándose azotes de ayuno y ausencias orgasmales,
resolviéndolo todo con misas de paga y ostracismo
para sus hombres generosos, verdaderos autarcas)».

La muerte viene. Querrá su danza violinera.
Que no se enoje Don Andrés Cabrero
porque con Solines Hernández querrá bailar
la Calaca, ni se enoje Echeandía porque
Luisa Vientós ha de bailar conmigo.

Vendrán diablitos, ex-esclavos de sus matorrales,
explica Lino, el hereje por siglos, el rebelde. El feo.
En las Danzas de la Muerte, se pide
que sea el óbolo de hondo regocijo, que el propietario
se niegue por un día sus privilegios en Casinos.
Sepan pobres y ricos que la vida es finita
y vanidad de vanidades, el terco fruto.

Con las damitas de Zagarramurdi y las Labayen
bailarán, levitas a su vuelo y colorines, los demonios
en la Plaza, los sátiros morrongudos que lo solicitaron
a las Benajam, a las Arvelo, las del Pozo y Ballesteres.

20-06-2004

*

El Caballero Don Primo

Don Víctor Martínez y Martínez,
dicen que usted no quiso al Pueblo.
¡Que fue el jefe de la Plana Mayor
de Voluntarios, Teniente Coronel,
cuando quemaban, uña y mugre
del Fiscal de Andalucía,
Juan Hernández Arvizu.

Dicen que usted es
la Espada Blanca verdadera
de la que habló don Cheo Font
cuando enojado, que es usted
quien aquí manda, no Cabrero.
Que le rimaron en décima
su componte, diciendo que se vaya
o que lo matan, ¡sí, las Partidas!
La mano negri-blanca-roja
que a Jaunarena rancheara.

Dicen que usted aquí
decide quién se educa y se manda
a Madrid, o Barcelona, a Compostela
o París, según su gusto, dicen
que con Luis G. Soler, de Barcelona,
no hay quien pueda embarcarse
al Viejo Mundo si usted
no da el permiso, si no hay nota
suya para esos buques de la ida
como el Alfonso XII
o C. López y López
o el vapor Cataluña.

Usted tiene muchas tierras.
En Pepino es casi dueño de los bosques,
pero... yo no digo que usted es malo,
sólo explique, ¿por qué deja que vengan
Castañeres de Mallorca, por qué
deja que arriben catalanes
de la cepa de Amell, los Carbonel(l)es
que tanto daño hicieron
desde Aguadilla y Lares?

Usted sabe que José Castañer
casi nos quema el Pueblo,
es hombre terco,
como muchos mallorquines
del descaro que sólo quieren
dependientes de su sangre
y al pobre criollo lo asignan
a los cerdos y los cañaverales.

*

Tu corazón generoso, don Primo

Yo le vengo a preguntar,
delante de su hijo, Don Primo,
abogado, por qué aún se dice aquí,
en pueblo y campo, que usted es malo,
si usted mandó por madera de su fundo
y junto a Rabell Rivas el Pueblo reconstruye,
usted regala materiales, sí,
y nosotros regalamos el trabajo.

Usted, pues, no es tan malo como dicen
y si vamos a ver, vamos parejos...
¡Queremos al mismo Pueblo
y lo soñamos otra vez como era antes
o aún mejor, larga su calle y parques
y jardines y hospitales y su iglesia
y su plaza con glorieta
y un casino; pero sin Casa del Rey
ni Ayuntamiento ni Corte!

*

Victor Primo medita sobre Don Pepe

A Pepe me lo encuentro cada rato.
Cuando postulo en tribunales, o voy por rumbos
de Caparra a Puerta de Tierra. Desde 1908, él siempre
se queja de lo mismo: la prisa del Aguila del Norte
y sus halcones por devorar esta presa, flaca y mustia,
que somos, pueblo moquiento, que McKinley
si no hubiese sido asesinado habría comprado,
junto a Cuba, por menos de un par de millones.

Mira al pobre Pepe, tan patriotudo y da pena,
porque, no lleva un año como jefe de la Cámara
y la Cámara no tiene presupuesto y la Ley Foraker
no sirve ante la crisis y es el Gobernador quien puede,
al fin de cuentas, joder o desjodernos.

McKinley ofreció a España la compra de la isla
(que primero fuese Cuba, dijo y, más tarde,
Puerto Rico), pero, ¿qué hicimos en lugar
de organizarnos? abandonar al que piensa y combate,
inatentos a De Hostos, aquel sabio de Río Cañas
que nos habría organizado las escuelas
y universidades, los servicios de trenes y locomotoras
y las alianzas con el mundo antillano...
[pero, ¿qué hicimos, Pepe? desde que vino
el general George Davis, o el Secretario
de la Guerra Elihu Root, con la idea que somos tontos
e incompetentes para darnos
gobierno y democracia y justicia...
¿qué hicimos?... aislar, desmentir,
entorpecer a Hostos, el mayagüezano,
y, sobre todo, congregar a cagatintas,
periodiqueros malos, míopes, bizcos
y aplaudirlos y santificarlos.

«¿Qué hicimos, Pepe, cuando el Dr. Henry Carroll,
enviado a Puerto Rico desde Washington, sugirió
el anexionismo, incorporarse
a la Unión como remiendo?»]

... dimos vuelos a Barbosa, pedimos
que el hijo de un albañil
acabe de desacreditarnos como modelo de pueblo sumiso,
pazaguato, inconsecuente que cambia de amo.
Y él se inventó la ilusión republicana
(pero al estilo gringo) y usted, desoyendo
a José Negrón Sanjurjo y Manuel Fernández Juncos,
por ser ellos amigos de Muñoz el Bizco,
peleándose dentro de la Unión por pendejadas
(porque de facto son dos autonomistas en la práctica,
dos caras coloniales del independentismo imposible).
In jure.

2.
«Yo se lo dije a usted, Don Pepe»,
cuando aún le tuve respeto: «yo no sé para quién
usted trabaja, el Partido Federal representa
a los hacendados azucareros, a quienes alguna vez
llamara usted los viejos opresores, dueños de los campos;
y mírese, los Federales son anexionistas
y a las nuevas corporaciones cañeras
y propulsoras de monocultivo, como abogado defiende.
No se queje. Vaya a la oficina de los Forakers
y exija el cambio.

Con el bizco y mudo del Zar de Barraquitas,
no cuente; va a seguir tomándose de moños
y rasgándose escotes como dos señoritas.
Déjelo a él, Pepito de Diego, en Washington,
leyendo a Víctor Hugo y a Gaspar Núñez de Arce.

3.
A Pepe me lo encuentro cada rato.
Cuando de San Juan me desplazo al Pepino,
puede que, al viajar, me detenga en el Parterre aguadillano
y lo vea triste, todavía pensado que Barbosa
es una excepción a la especie porque, según anhela usted,
el pueblo no quiere asimilarse y la americanización
es condena a la identidad de la cultura patria.

«Mira, Pepe, no odie tanto al hijo del albañil»
(para quien si los hacendados azucareros
son yankees, mejor serán que el borincano),
él se fue al Norte y se hizo médico;
Muñoz el Bizco anda en lo mismo,
en Nueva York o en Washington
educa al hijo.

Un día sí que no habrá Crisis de Presupuestos.
Saldrá el dinero de hasta debajo de las piedras
(¿acaso no sale su salario aburguesado de la defensa
de las corporaciones e intereses privados
de los yankees?) Hay que aspirar a la modernidad,
fíjese que es la consigna favorita
de los republicanos
(incluyendo Barbosa que disgusta
y que a las clases altas
pone nerviosas y les obsequia berrinches).

Cierto. Con ella anda, con los ricos
y ellos lo medio-esconden:
abogados, médicos, ingenieros, banqueros, pero,
en campañas electorales, lo visten bien,
lo sacan a paseo y lo nombran el Doctor
y asociana él mlas paviras del anexionismo.

Discursan todos sobre lo Racional, Moderno, Progreso
y Democracia: no en balde, la negrada en Pepino lo endiosa.
Font de todos los colores, Alers, Esteves, Beníquez,
los Pesantes, los Padró, socialistas que fueron
alzaos con las Partidas del '98.

... ¡Qué paradoja, Pepe! usted Caballero de la Raza
y de la Lengua, usted sangre de Ateneo e Hispania
y en la colonia ex-hispana, el inglés oficializado
y este 4 de julio, el pudblo grita en marchas
porque el yankee asegura

que la isla completa es un establo de rocines,
no hay salud ni higiene y, aún en esta fecha de festines,
la bóñiga de caballo se barre de los atrios eclesiales
y por las calles del recorrido, la banda escolar
frente a la plaza, que aprendan a aplaudir los niños...
«Pepe, Pepito poeta de las Pomarrosas,
escriba sobre ésto: alza en los juegos de azar
y hay que suprimir de la consciencia el evangelismo
que los protestantes va fundando.

La nueva ley de divorcio sigue el paso
a tanto masón y espiritista que han aparecido
desde 1900».

Lo que le voy a decir, especialmente,
después de San Ciríaco porque hizo más pobre al pobre,
es que si ya se han suspendido impuestos y deudas
de los antiguos ricos, no se queje. No hay dinero.
Hay una crisis fiscal y el dinero para pagar servicios
hay que ir a pedírselo a los americanos,
al Gobernador. Usted es el presidente de la Cámara
de los Diputados, con las manos atadas, deje el orgullo.
Todos ellos y usted son pordioseros,
mudos y escondidos y por eso le digo:
lo miro y me da pena, tan patriota y tan a merced
del enemigo, o sabe dios de qué carajo.

03-09-2005

*

Asesinaron a Carmelo

a Carmelo Cruz, trovador revolucionario, antiespañol,
anarco-campesino, quien historió con sus décimas
la irrupción del descontento de las Partidas de
Comevacas y Tiznaos durante la Guerra
Hispanoamericana del 1898
Ayer me cortaron la voz.
Cada vez que muere un campesino
de esa talla, te oigo en llanto, Pepino.
Te vas quedando sin pájaros arpados.
Golondrinas se nos mudan de tus nidos.

Lo mataron a tiros, pobre Carmelo,
y yo que nunca lo supe silenciado.
Su guitarra fue una espada
y su canto un disparo.

... pero él disparaba canciones.
El detonaba la épica y el llanto,
el desespero de la gente muerta de hambre,
el regaño para el ladrón y sus guaridas
en la historia municipal de tu pasado.

Ayer me cortaron la voz
porque supe que murió de esa manera,
aún con damas bonitas, soñando,
aún con la justicia por cobija
y el dolor del campesino por amparo.

Desde entonces, el muñoriverismo colonial
es el marasmo, los caciques subsisten.
El mismo liberalismo pendenciero
está jugando a la menor cuantía
con los americanos.

*

A Mariana, la caraqueña

a Mariana Rubio Mestre de Rodón (n. circa 1826)
En los días en que nacíste,
los días fallidos de Pepe Botella,
Napoleón puso en libertad a Fernando,
ese santo petardo que en Valencay
preso estuvo de sí mismo,
pues uno es que no sirve para nada,
uno es que se lanzó a darse
un abrazo con espectros,
ondinas en las charcas de Cefiso,
a darse banquete con su ego,
con su narcisismo.

Y llegó tu Rey, porque le llamaste
tu rey Fernando VII, y crecíste oyendo
su nombre y a quienes le maldijeron
porque, en los tiempos en que llegaste
de Venezuela al Pepino, alguien, unos pocos,
sabrían lo que es un rey verdadero
y cómo, por falta de vergüenza y osadía,
empero fabricaron una casa,
Casa para el Rey que no merece.

Mariana, tu rey es charlatán, represor,
don contreras… y su corte está compuesta
de seres sin honorabilidades,
parásitos, enemigos del trabajo productivo,
malos entendedores, granujas, sanguijuelas.

Y llegó tu rey en los días del Comandante Riego
y de las tropas destinadas a América.
Pide otra cosa, princesita de mi casa.
No un rey mediocre como ése.

*

El fantasma de un rey traidor

El no tenía palabra.
Mueve las quijadas significando
Sí y No, como un sofista que predica
dos verdades. Tu padre, quien te dijo estas cosas,
dio vivas por aquel que proclamara
la Constitución de 1812, y a los rivales
del proyecto liberal llamó demonios negros,
memorias del motín de Aranjuez
contra Godoy y las tropas de Murat
en suelo patrio y, en Bayona,
memorias de traiciones.

Y llegó tu Rey, que juró la Constititución
que amó tu padre, tu rey que no sería
ya más el suyo, Fernando el contaminado,
el que es un mentiroso,
mal que no tiene cura, séptimo cuervo
entre absolutistas, parásitos y traidores…

*

El Guayabal en llamas
Háblame sin temor. Desde la cuna,
el libro del dolor sé de memoria:
Ramón María Torres (poeta pepiniano)
Mariana mía, has estado tan triste.
Y tu corazón es El Guayabal en llamas.
Y tu edad, una chispa luminosa
que el 31 de marzo, a las 4:00 de la tarde,
se enciende con tormento.

Sentidós casas de los fundadores,
herederos, inicial progenie de Pepino,
se poblaron de escombros y cenizas.

Los que llegaron en los días
de los condes de Floridablanca, Aranda
y la Reina María Luisa de Parma,
te espíaron desde sesenta y dos chozas
de mi gran mirada, y se preguntan:
«¿Qué hizo Fernando el rey, Mariana Rubio,
del que mucho lees y el mundo odia
desde Cuba a Caracas?»

«¿Por qué amas al rey equivocado,
cruel con todos por falta de chiquillos?
¿Quién hay que grite por amor a sus oídos?
¿Qué hicíste tú que, ya vieja, al enterarte
de veras porque inmigran
los Rubio, Mestre y Rodones?

*

Se acabó el velorio

Perdono, pero no olvido.
Odio al chota y compadezco al infeliz:

Fele Pérez, alias Jevi el Mentao (pepiniano)
Se avecindó en el Callejón de Braulio Vélez.
Sería aldeano ya, lo conocería el casco urbano.
En la extensión de la Calle El Bacalao.
aprendería las cuitas del posmodernismo,
la pose coqueta del enamorado, el prejuidicio
de los conservadores o de los que impugnan
la memoria del pasado y niegan su valor,
no se contactan con modelos arquetípicos.

Con razón Jevi mienta que el tiempo se evapora.
No lo comprenden. Eres un energúmeno.
Te comportas como el hombre primitivo.
Con licor en su garganta, se le pierden
los ojos y ejecuta los rituales
de su ancestralía, mierda ‘e puerco, Eneas,
que fue su barrio, mienta para el Mentao
la tierra idílica, donde el tiempo es puro,
no como el posmodernismo del presente.

Una diosa del pueblo él vio. Linda es
Belmontí, o monte bello para el rito regenerador
de primavera; en vano creyó ser moderno
con sus ojos del machetero primitivo,
con ese olor a cerdo que tenía en el alma.

En fin, de la hembra apetecible,
se enamoró el jibarito. Decía: «yo vi la diosa
y te juro que ellas existen todavía».
Y sin preceptos ni cautelas, gritó:
«Voy adorarla, lucharé sus amores
y mi machete llevo en el cinto».

Entró a la casa que anticipó el altar
del hombre logificante, moderno, tecnológico
capaz de rechazarlo por causa de sus mitos
de lo eterno, lo retornante y lo cíclico,
Estaba enamorado «a lo divino»
y no pudo escapar de su pasado.
Otra vez ebrio, intensamente sensitivo.

En una víspera de Reyes, entendió la gran crisis
del sujeto, no quisieron respetar sus arquetipos.
La diosa lo reprobó, los modelos metaterrenales
se derrumbaron, por fin, y él rompió los altares
a machetazo limpio. Acabó la fiesta y el milagro.

En la cárcel está Fele Pérez, Jebi el Mentao,
rompió el pesebre, el nacimiento, descabezó
los santos en la casa Belmontí. Lo aleccionaron
y en pluralidad de relatos, no totalizadores,
se entretiene contando sus anécdotas:
ya nunca más voy a enamorarme a lo divino.

22-3-2006

*

Pepino en faldetas

a María Luisa Rodríguez Rabell, alias Doña Bisa,
recordándola con cariño
¿Será verdad lo que Doña Bisa me dijera
aquella tarde tertuliar de la nostalgia
y el cansancio por leer, allí en su biblioteca,
su hogar, ¡ay! mi adolescencia seducida,
embelesada por sus cuentos,
¡ay, Pepino nutricio!
será cierto que el Simplicio, orador
al que se mofara grandemente en Pepino
lo autentica la persona de Juanito?

Sí, él, Cabán Rosa, voz de barricada,
voz de galope sedicioso de caballos
y casas incendiadas por inquina,
voz de rojos amaneceres libertarios...

¿Será verdad que en la revista
que imprime travesuras de aquellos dos
Rodríguez de su sangre,
epigramistas, irónicos y acerbos,
Luis Rodríguez y Pablo Emilio,
se le ofrece homenaje, se le asigna
su nombre, Don Simplicio?

... porque en faldetas está, según nos cuenta
Luis Rodríguez Cabrero, ese pobre agitador
de masas, organizador de la ira,
desfacedor de entuertos...

*

Aquel brazo sangrante

a don Andrés, hijo de Pedro J. Jaunarena y Azcue
(1859-1940), quien me expusiera el ataque sufrido
por su padre durante el Sangriento Verano de 1898,
para mis monografías historiográficas sobre las
partidas sediciosas y campesinas en el Pueblo...
Aquel brazo, tu sangrante brazo,
Don Pedro, me sigue a todas partes.
¡Me escudriña!
¡Que brazo mensajero, ése que sangra!
Se mete en los billares de Gayá.
Se va al bembé encendido de las Juarbe.
A Lorenzo hace preguntas con señas
de los dedos, mudos gestos
de la profunda herida, mudras
de su dolor impenetrable.

Abraza, como puede, la silueta esbelta
y sensualona de María. La detiene
con la interrogante del tumbao.
Ella muele la caña con sólo el movimiento,
pero él sangra a Pueblo Nuevo con sus pasos.

¿Qué te dijo esa mano, María Sungo,
que te dijo con señas ese vasco?
le preguntan los socios de la fiesta
en desparpajo, pues dijo don Lorenzo...
¿qué donde está su cuerpo
y aquella santa hostia de los pactos?

Tu brazo, Jaunarena, en cada batey
como mogote erguido, totémico, sagrado
se levanta, pero a veces escapa
y entra a las chozas de los viejos alzados
y desperdiga el chorrillo de su sangre
(¿todavía les falta qué comer, amigos míos?)
y se va, que sea señal de mi cuerpo y los suyos,
¡ay, su mano! que aparece y desde el rabo
de una mula que te jala, compadece
el desespero de tu arrastre, maestro Lino,
pero, ¿qué hicíste tú, Guzmán,
si eres tan bueno, estudioso, caballero
como nadie? ... sabed que yo no quemaría
tus manos, como habéis hecho, Capitán Arocena,
mira mi brazo, se duele, estoy herido...

¡Ay, pobre Pueblo,
han quemado con tizones encendidos
y piedras rojas de venganza las manos a Don Lino!
tu brazo, don Pedro, está diciendo con muñones
¡basta, basta! y se va, a prisa y llorando.
Fue el brazo a despedirse, fue del codo
al bícep en su viaje, explorando.

El campanario de su Iglesia
ha repicado y el Padre Aponte espera
y se enfrenta con un rostro de antebrazo:
¿qué está pasando aquí, pregunta Aponte?
¿quién eres tú que estás sin armas?

A brazo partido vienes
por el agua de Culebrinas, separado,
¿quién eres tú que con aguas
del sereno Guajataca
como brazo del río
(del Imperio español)
vienes llorando? ... separado del flujo,
grande, inmenso, metropolíticamente renunciado.

Yo soy Pedro José, tú viejo asqueroso
y río de podredumbre,
río bastardo, apontificado;
yo soy la sangre que te quiere renovado.
¡No me toques las niñas de Maceo,
no vayas a sentar en tus rodillas
a las Cabrero, a las Sifre o las Franco.

Yo estoy dispuesto a todo
(y aún a matarte),
como brazo de mar para el destierro
te sumiría en lo profundo del abismo.
Yo me visto de lujo y alarde temerario,
hecho un brazo de mar,
brazo derecho,
con gran sostén y amor,
brazos abiertos,
y a deciros me atrevo:
¡Basta, basta!

Te he mirado cuando repica el campanario.

*

Criollos en Mirabales

a mi bisabuela, Doña Dolores Prat Vda. de Alicea
(1869-1976), fallecida en Mirabales; a mi abuela,
Laura Alicea Prat, quien murió al verla despedirse...
Un día su boca quedó huérfana
de alimento, privada ya de voces.
También murió cegata y sorda
cada oreja, cada pupila
con que escuchar y ver quiso el mundo;
un día comenzó a percibir apenas
lo que quiso y se exilió en el campo.
De allí no salió nunca.

Así murió Lalita, la famosa rabiza
de una finca añeja que llamaron Los Velez.
Fue día de pocos rezos, pero con muchos perdones.
Fue un año con un cero, 1890,
delante de Don Blanco Ortiz, el viejo.
Entregó el alma y con ella, suspiros.

... pero Doña Lola tenía recuerdos a mares;
dijo que lloró en abundancia que ya a llorar
no ha vuelto, dijo que rezó tanto
que ya no cree en nada, se gastaron
sus dioses y sus rezos.

Con Lalita aprendió muchas cosas.
Se sabía, por ejemplo, el nombre
de todos los vapores,
la Transatlántica de Soler y Jaureaguizar,
se aprendió de memoria lo que había
de secreto, importante, imprescindible
en cartas, revistas y libros impresos en España.
Se acordaría de turrones, jabones perfumados,
textiles, cosas de niñas ricas para dos viejas
flacas, jíbaras, criollas, perdidas en el monte.

Un día murió Eulalia, la maestrita
que en Cidral hizo prodigios
con aquellos niños que, por miedo
a su padre, temblaban en su abrazo cariñoso;
la maestra, sin título, que Orfila
indispuso con las instituciones
por leer a los eslavos y franceses
y la Revista Blanca de gente de La M.
Lala comentaba a Salmerón y Pi Mergall,
tuvo noches de discursos y bohemia,
navidades con liberales presuntuosos.

Un día, antes de encerrarse
para no ver el mundo, se despidió
de los barrancos y los pozos,
buscó las tumbas de hermanos
ya perdidos, llevó flores, cantó
aleques de marineros de Vinarós.

Besó almanaques con ángeles y vírgenes,
se acordó del mulato con que gozó
sus mancebías; ella fue bien amada
y muy apetecida... pero también de Betances
se acordaba y de la noche de Lares
y de su ultraje; con amor
habló de sus vecinos fieles, gente de campo,
(Pedro Arocena, Pablo Luiggi, qué ironía...
un poco más de vida y tal vez los odiaría);
pero Rodrigo Font Medina la distinguía
al invocarla: ¡De una sola pieza eres, Lalita!

A Doña Lola, que fue su única cría, dijo:
Lo mejor que yo hice fue quererte,
hija mía, yo te enseñé
sé fuerte sin esclavos, sé fuerte sin peones,
ama este campo oscuro, pero no olvides
a Cantalunya nunca, no olvides
a Nicasia, fiel a Manuel ni la barga que tenía.

No olvides a Dominga ni a Cielo
(porque sus huesitos aún lloran en el patio
su caída), reza por Edelmiro,
el suicidio no es bueno, acuérdate
de Fermín, él es valiente y estudioso,
no dejes que te golpéen los hombres
no te cases con ebrios ni ladrones.
¡No sufras en vano, hijita mía!

*

Levántate, José Benigno

a Nilita Vientós Gastón (1903-1989)
Levántate, José Benigno,
ve a buscar la arcilla de Calabazas,
al sur de Cidral y Piedras Blancas.

Madruga, Antonia Gastón,
madre bendita, y llena jarras
con aguas del Culebrinas,
flujos del Norte de Guacio,
que voy a cocer una vasija:
honra para tu pueblo.

Mi luz la sacaré ex-nihilo de mi aliento vibratorio
de Tiqquim; pero alguien tendrá que ir a recoger
el barro, alguien que sepa de arcilla
y tenga una fragua en Pepino.

A los ríos yo los llamo Consciencia
y los universalizo sobre el Bazo
de los montes, los fluyo
sobre los cuatro elementos
de mi cruz en los mundos; hoy elegí
tu barrio, José Benigno, sal de la sombra,
y aguas del Culebrinas, peces dulces
y amargos, peces de Marah.

Más allá de las luchas en que has estado,
más allá de los triunfos sagastinos,
más allá de arrecifes coloniales,
voy a sembrar una luz en la arcilla.
Y mujer fértil hallé en Ana.
Y de la ostra de su útero fecundo,
se escuchará una perla,
su llanto de soprano.

Vaso de honra, tesoro, dejaré
en sus manos, alfareros.
Han de llamarla Nilita.

La tarea se ha dado, Ana Gastón.
Hazle en el plexo esplénico el Bazo
de su arrecife, házle un kelim de arcilla,
calabaza del alma; yo la transformo
en perla, yo llenaré su corazón
de oro con mi brajá, doy la bendición
del amor trascendente: la hago Honra
y Tesoro, mujer que defienda
a tu pueblo y sea profeta
de hombres libres y buenos.

Coopera, Vientós Lamourt.
Este es el verdadero triunfo:
que nazca con la arcilla que me traes,
que filtro hepático para purificarla
proveas, ángel del hígado,
que el río de Ana lama la perla,
se descanse en mi espacio,
y las Palmas de mis nubes
la protejan cuando comience el parto.

Tráela al Olam Hatikún: voy a llenarla
de mi ley para que mi lenguaje sea
libre y ejemplar, pueblo por pueblo.
Que sea ella quien corrija las naciones,
que parte de mi corona sea,
mi vasija amada en el Caribe,
con arcilla amasada por mis alfareros,
por el Culebrinas abrazada
entre los pepinianos.

*

Doña Dolores pateaba el atáud

a Doña Laura Alicea-Prat
¡Suerte que tienes, muchacho!
Conocí a doña Laura y ella descansa.
Tuve que cambiarla de tumba,
enterrarla sola, aunque la puse en una tumba
sin nombre... Conozco, por igual, quien se revuelca
en la fosa y quiere volver y, no es posible...
ya son puros huesos y gusanos;
pero ella, tu abuelita, descansa y se fue ya
a otro mundo. Está en el Cielo,
y la última Prat orginaria
(aún no se va); lo sé te lo aseguro...

Ambas fueron de Mirabales y estirpe catalana.
Les conozco; pero Doña Dolores
patea los huesos; habla de noche.

Hubo que enterrarla una con otra,en un principio,
porque ya el cementerio es pequeño, muchacho,
y sepulto, una osamenta sobre otra. En las cajas
pudridas, sólo hay huesos, y a doña Laura Alicea
la reclaman los Prat, a Cadafalch, los Vélez y Arvelo.
Los Hermida ligan en sepultura si junto a tus Ortices
con Latorres y Arocenas, deudos
de Guacio y Cidral...

Pero yo me equivoqué una vez y en la tumba
de Prat metí huesos de Del Río y la viejita,
madre de tu madre, no me dejó en paz por eso,
sin que antes reparara tal entuerto.

Una noche me despertó
y vine a abrir su tumba, por su ruego.
Me gritó desde la médula del calcio,
me habló en el corazón del hueso.
Quiere salir de la fosa, viajar
y ver la sílice del mar Caribe, cantar aleques,
como se hacía Cantalunya y cerciorarse si por ella
y por los suyos hay velas encendidas
y si en su estampa está La Moreneta
y Santa Eulalia, y no te asustes tú, muchacho.

Cuando doña Dolores, centenaria, patea
el ataúd, se oye clarito, se oyen sus huesos
que golpean como en tambores, se oyen
los viejos catalanes hablando sus dialectos.

*

Don Narciso Rabell y los idealistas pioneros

a don Narciso Rabell Cabrero (1873-1928),
ex-Alcalde y paleontólogo del Pepino
«Esta es la historia, la que crea,
la historia de los hombres
hábiles e investigadores.
Lo demás son embelecos y pamplinas»,
dijo don Narciso.

Sus coetáneos todavía fueron rebaños,
humildes reses que vivían para el trabajo
bajo una economía de sueldos miserables;
ética del coraje, voz maldiciones
y encima, los fuegos y huracanes,
la casita de yagua, todos juntos
en dolor, con estoicos valores.

Y en las haciendas, un patrón
celoso de lo suyo, en los talleres,
la sobrevivencia, el obreraje,
hambriento y resentido,
aguantando, todos desoídos por el mundo
o, más bien, los poderosos. Cocorocos.

Pocos abuelos hubo como aquellos,
padres-colectivos del progreso:
él era uno, Rabell Cabrero,
y Aguedo Vargas Labaille,
«padre de los pobres»
y Jacinto Rodón, don Chinto,
y a ellos... había todavía
que contarlos con los dedos.

03-22-1987

*

Chilín, Getulio Echeandía y la democracia

Chilín fue juguetón, travieso,
y Cecilio, el padre, le pegó con ganas.
«Hay que ponerle vergüenza,
disciplina, infiltrarle el honor
a sus costillas», herirle su garganta
(aunque se ahogue y se vomite
sobre los senos oligarcas, las demandas
del nuevo siglo, el de La Muda,
la pendenga, zángana,
zopenca Democracia.

Había que ser muy duro.
«Es parte del negocio de este siglo»,
dijo Getulio, hombre exitoso,
sagaz entre su hermanerío.

Se venció el anarquismo,
sus bandoleras manos,
su lubricado fajín; está vencido.

En las guerras gana el que las puede,
con la ayuda de esa Mano Invisible,
Dios o los yankees,
dijo para que oyeran todos
y se hicieran obedientes, discretos,
mansos, pavitontos, mamacallos.

*

La generación irreverente

A Marcianita Echeandía Font y Luisa Bottari Rico
Ellos no eran así.
Ni Chilín ni Marcianita
ni Luisa Bottari Rico, la jineta.

Nacieron en la generación equivocada,
víctimas de los mismos rigores.
Ninguno / ninguna heredó
el silencio, el Crátos del despojo
ni la talega pudrida que dan por karma
a mamacallos, hijos de su sangre.

Esa nostalgia de la cesta hermosa
(que las Cárites por alma te colocan)
sigue abundante, palpitada en ellos.

Ninguno / ninguna se quedó callado
/ callada / ante el hecho de que haya
que cegar a Prometeo y encadenarlo,
con cadenas que duelen todavía
llevarlas a la barca, subirlas
a las sendas de la Gloria.

*

Era la mejor de todas

A Marcianita Echeandía Font (1885-1968)
Desde lo ya-sido, mi voz
se hizo rebelde, secular, protestataria,
y mi historia es la de una familia universal
(yo la llamé la Patria, el Ser-ajeno-mío).

Voy con pordioseros, perros fieles, gatos
que me velan la falda, los libros
y una fruta y un pan
y un poco de mingalo.

Los textos oficiales no dan
mi corazón descrito ni mientan
mi identidad, mis luchas, soledades.

Una razón tengo por verdad
y la arrastro por cubujones de la diáspora
y el universo ha sido, casi siempre,
indiferente; pero, no. No me lamento.

Crecí, hice cuanto me satisfizo;
me odiaron y me amaron a destiempos,
pero, ¡qué multiforme es la voluntad
y sus necesidades apremiantes,
qué misterioso el inicio de las verdades,
todas ellas, con las bellezas asociables.

¡Qué maravillosa es la paradoja
del contínuo y aún el Acaecer
sin necesidad de obrar por cuenta propia!

03-02-1987

*

Cecilio y su hija

Se necesita un beso continuado.
Quien venga hasta tu cama y te despida
de los juegos de la tarde, de las voces
de los días. Un beso que tenga tradiciones
y a menudo te abrace y te diga te quiero;
buenas noches, hija mía, que profiera
qué linda infancia, qué rostro el tuyo,
lindo, tierno, casi altivo, Marcianita,
flor de mis nanas sentidas y mis euskalerías,
y, en medio del dolor del crecimiento,
ese beso ha de ser, tu verdadero beso,
uno, el único idóneo
para que profundamente te bendiga.

Uno para los años
en que faltará el padre,
la abundancia del Pepino
que te mima, uno que te proteja,
te ampare, Marcianita.

Y él comenzó a faltarte. Lo adivino.
Cecilio ha muerto,
Cecilio, tu raíz antigua,
tu orgullo identitario.
La ausencia recompone o desfigura.
La ausencia fortalece el ser,
si así lo quieres,
pero también separa y olvida.

Y aunque seas patriota,
hábil de convicción,
adelantada, feminista,
mujer de la vanguardia,
con todo lo que Forest, Betances,
Matienzo, Albizu, arrojaron
como esencia al alma colectiva,
te quejarás, Marciana,
has de quejarte.
Puede que desesperes.
Que, en tu regreso, pidas
con ojos pordioseros y anhelantes
un poco de vieja bondad,
aceptación y caricia.

Una vez descubríste,
no tengo nada. Lo dijíste.
Ni tu beso ni tu nana ni tu despedida
ni tu herencia ni tus conexiones
quedaron... hasta Pedro, lo dijo,
ni familia y conocíste los celos
y el aburrimiento
y la amargura
y no supíste si bueno
fue cuando te fuiste,
ni malo fue cuando llegaste.
No supíste, además,
por qué estás tan sola,
hediendo a desamparo y a olvido
si la carencia fue primero,
o el desamor, padre mío,
¡ya no lo supe, ya no quiero saberlo!

Te parecíste de repente al Pepino
del '50, represivo, paranoico,
sediento de sangre del nacionalismo
y con el ELA culminado
y hoteles y turismo
y dormíste en las calles
y la patria fue tal calabozo
que ya no te valdría ni la fortuna
ni sueldos de acomodo ni títulos.
No hay puta miseria más miseria
que el colonialismo que te topa
por los mismos caminos de regreso.

No sé por qué perdíste tanto, mujer,
tú que lo tuviste todo, ¡hasta sus besos!
hasta un Pepino donde fue grande
tu semilla y tu estirpe, donde vestiste
la aristocracia de la sangre y apellidos.
Y un día tu apoyo, tu energía,
se fue a la ruina,
todo te faltaría de repente,
aún tu cimiento,
el Pepino de tu infancia
y de tus días.

Te quedaste sin mogotes en el cerro,
¿es éso, Cecilio? sin pozos subterráneos,
sin árboles en los caminos reales
de tus fincas allá en Cidral y Bahomamey
y Guatemala y Robles, y te pusíste
a media asta en la locura y comenzaste
a morir tan lentamente
que aún estudiando la ley del vendepatria,
el ilusionismo colonial, no descansaste.

Te sepultó la nostalgia
de los viejos días, tu fuente
en la montaña del pasado
cuando el viejo Cecilio,
siendo conservador, sí
te consentía, te quería
como a nadie ha podido
querer nunca más.

2.
¡En Hato Arriba le quemaron
hasta el alma, me parece!
... pero supe que sufríste con él.
A él lo añoraste, lo querías.

¡Tú eras con él... Pepino, él
lo que tenías antes de vivir el frío,
New York, la química, la ausencia,
las pestañas quemadas, sin dormir,
por dar un título a tu padre,
a tu tierra y el mundo,
cerebro militante.
Añadirías a su estatus
tu gran conocimiento.
Lo halagarías. El sabría
cuánto valen sus besos
y lo que fuiste
y lo que prometías
(tú, jiribilla, niñaja,
criollísima Echeandía).

Vales más que los vestidos
que Cecilio te daba
y que el perfume y todo lo que pidieras
para así querer al proveedor de tus caprichos,
justificar aquella infancia, niña rica,
hacerte preferida, por despierta y ambiciosa
como tu propia alma, quizás ya
no vasco-catalana, pero cosmopolita...

¡Cecilio, tú apenas sabes cuánto
me faltaste y te quise! ––confesaste.
¡Tú no sabes aún qué es indagar
en las moléculas, calcular estructuras
en las vitaminas, tú no sabes de la polio,
difícil es saberlo sin sufrirla, tú no sabes
del pueblo cuando enferma
y está triste hasta la médula del hueso,
un pueblo que te obliga a meterte
en sufrimientos, en teorías, los laboratorios...
O de improviso en la esperanza,
como aquel viejo bueno, Rabell Cabrero,
Don Narciso.

¡Ya no sabes dónde el dolor es consigna
y luz, conocimiento y reencuentro
con los dioses que subyacen
lo mismo en el pan que en la sangre!

¡Tú no sabes que es Columbia University
(todavía no lo sabes) ni lo sabe Sarita
ni Getulio ni Chilín, guapo y machista.
No lo sabe Pedro Antonio ni Teresa.
Lo ignora todo el mundo, menos yo
que he estado sola, maldiciendo
a los hombres que se fijan en el sexo,
en el vestido, el maquillaje, el peculio
que se hereda por codicia,
la influencia que se tiene por dominio,
el blanquitaje de los nexos y el destino.

¡Lo que menos vale de las cosas
del amor y sus autenticidades
lo quieren ellos, asqueantes de mi sino,
y me han asqueado hasta el grito
más doloroso de neurosis!

¿Quién va a mimarme ahora que soy
lo que reprobaste, de repente,
tu propia estirpe de Font y Medina,
cepa rebelde? ¡De pronto, me olvidaste
por una aventurera de las calles,
aquella La Capitolina!

¡Los Vélez te han metido en su bayú!
Como gresca ardió en tí su embelequería
y hoy estás, a barrer, inselecto,
en tus cimientos. ¡Todo es un batuque
de lealtad, de gran yanquilería!

*

La hermana incómoda

a Marcianita Echeandía Font
Así comienza el descenso, lo cesativo
del Yo carnal que se vuelve cuerpo hediondo,
mosca a ratos, fatula voladora
y saldo en el olfato del ratón podrido.

Ella como esperanza, lo más grato,
es lo único que queda, pero no lo queremos.
Es un tabú. Mejor ni imaginarla.
¡La hermana intrusa!

Ella, a quien nadie ha querido, a cuyos hijos
llaman Angustia, Penuria, Apáticos de la Maya,
deformes de cuerpo marchito, ropa sucia
de lavaderos, malnacidos, ella nos queda.

La Provocadora, la que viene al hombre
y dice, «Para la oreja, necio»
que va a nacer una doncella en Orleáns,
como antes nació la madre de un profeta
y se llamó María, Santa Virgen, vírgen santa,
así nacerá la primera Madre de las Naciones Libres
y Juana adolescente y campesina
se vestirá de varón y será célibe
pero la van a examinar como a una perra.

Van a meterle dos o tres dedos por el culo.
La desnudarán y una pupila con lentes
escrutará el centro de su útero, van a oliscar
su clítoris hermoso, a dedear verificadoramente
su doncellez y, después inquisidores avergonzados,
dirán: «Puta no ha sido todavía.
Ante la Iglesia y los Reyes de Francia
ella no miente; pero digan al Delfín:
Es provocadora.
En su hermosura ya tiene su pecado.
Oyendo estará las vanidades de su propio ego;
que se vista otra vez de mujer, no de hombrecillo
y que haga mil penitencias y rece».

La Provocadora, hermana
que viene al hombre y dice:
«Para la oreja, necio», me dijo:
Nacerá en la casa de Cecilio Echeandía,
mi hermana Marcianita, la dulce y sola,
la alegre e impredecible Marcianita
y se pondrá a bailar ante los ojos
de aquellas sus hermanas en la carne,
aquellas creyentes en valores victorianos.
Por puritanería, pensarán
que ella baila como negra de fundos algodoneros
del Sur Confederado y puertos de Charlestone.

Marcianita se zafará de los corsettes apretados
y con ropa liviana, corta, suave, enseñará
los glúteos y a sus hermanas, mujeres
de principios de siglo, hermanas en todos los rincones,
dirá lo que anticipa la tradición de Luisa Capetillo:
«Vota, participa, rebélate, produce,
habla por aquella Eride, la genuina y oscura,
que se silencia en los hiperespacios
o en lo profundo de la psiquis del hombre,
porque tu HERMANA es».

*

Para matar a la bruja

Para matar la bruja originaria, la que instruye
que la sobriedad debe custodiar el intelecto y poner
a raya la filolía extremada que cabalga
en ancas / nalgas sensualonas, se organizaron
los más ricos del Pueblo, Francisco Rodón
que tenía 751 cuerdas terreras en Guajataca;
Juan Rodón, 680 cuerdas que eran suyas
en Eneas, Andrés Cabrero y cinco hijos que su mujer
le dio antes de 1870, cuando la muerte les buscó
por todo el campo, pero les halló
al fin y al cabo en trecho urbano...
para reducirla a la paz, esquinarla,
se organizaron los Font, Echeandía,
Castro, Bernales, Del Río...

Las brujas no son como los hombres
que rechazan la Alquimia, pero admiran
sincretismos misteriosos; en el corazón
de los Illuminati, sea en Baviera o Renania,
o Cataluña, París o este pueblo perdido
de Pepino, las brujas ven el corazón
y clavan ojos que lo alegan y lo desnudan todo:
crueles sóis, inverecundos, procaces,
libertinos, acumuladores, embusteros,
cuchillos carniceros, manos largas,
¿qué pueden contra mí? ya les conozco.

Tranquilas, señoras, a la casa,
a coser y a rezar, tranquilas, que ustedes
no son inteligentes y el mundo está lleno
de guardias infiltrados, tentadores policíacos,
inquisidores, y la paga de ser bruja
es muerte, desprestigio, miseria...

*

Meditación de Juanito Sacramento

... Y, de hecho, la propia nada, como tal,
estaba aquí... ésa es la manera como nos acosa.
En su presencia enmudece toda pretensión
de decir que algo es:
Martin Heidegger
La muerte es el bochinche más hermoso.
Casi es silencio. Juanito Sacramento
lo presiente. A La muerte propia, irreductible,
no se burla. Ninguno podrá desfigurarla
o jugar con su gozo, sujetarlo al tripeo.

Una posibilidad permanente estuvo aquí
y hoy, en el intransferible acá, dio el tumbe
y del mundo de utensilios, lo tuyo,
nada quiere. Nada le basta.

Todo es tusa, bazofia, lodo.
Vales para el suspenso,
La Nada impera.

Un ser para sí es quien invita
a la existencia auténtica al varón de Jauja,
a las hembras entre ropas tendidas, un ser les habla.
Un ser cuya presencia se da en lo desoculto.

*

Pepinianidad

a José Manuel López Ortuz, hermano querido,
su esposa e hijitas
Hay una geografía de los dos en este instante.
Al fin sé que estamos juntos, siendo
intransferiblemente distintos. Si hemos de estar tan cerca,
díme un Yo Dulce, yo voy a tutearte; seamos la misma llama.

Observemos el mismo fuego y, si me prestas las pupilas,
aunque sea por lo que dure este simulacro de la muerte,
amaremos el encuentro, volveremos cada vez que tú mueras.

A oídas me vuelvo rumorcillo de aguas.
Sé que te gusta el Chorro de Collazo,
el Lago Guajataca y siempre fluirán manantiales
si estamos juntos. Los produciré en los lugares
donde tú me digas; en nombre de ninfas
que tú amas; a alguna quebrada llámala
Mirabales, como el barrio
de tus ancestros, tu madre, tu abuela,
Cadafalch y Vélez,
los Ortices, Prat, los Alicea...
voy a suplir el agua.
Voy a hacerte una fuente.

A pálpitos, ya sospechas mis metáforas mayores,
a corazón las creíste, las metíste en tu vida,
en tus existenciarios, soy tan feliz
porque tengo un amigo que me cree y las comparte.

Tú te has citado en mi rincón y avanzaste
con tu paso suficiente y yo salí de mis paraísos
ya que llamas al ángel... y me delato si vengo
y al decirte «Te quiero».
Estarás a solas conmigo.

Tenemos un poema y una llama
y un paisaje y un riachuelo y en común
provocaremos que fluyan muchos manantiales.

*

Homenaje a Anacleto Arvelo / 4 Esquinas

A Gustavo Arvelo, MD
Fueron muchísimos Arvelo después de aquellos iniciales
que avanzaron de Venezuela al Pepino, muchos Arvelo
que desearon navegar el siglo desde mediados del 1800
o poco más, o poco menos. Digo que ninguno en la arvelada
tan geniales han sido como aquellos nacidos
de tu cepa de Alvarez, Sebastián,
de tu cepa, Leocadia,
sí, los tuyos, Chang, Melquiades,
hasta llegar a las perfecciones de Anacleto.

Había Arvelos mezclados con Latorre, Arvelo Pérez,
Arvelos de la parentela de Quintana, Martínez,
González, Borreros, Olivos, Torres, Traversos,
Santiago, Vega y muchos otras raíces
y savias de apellidos; pero, canto a la cepa más vieja
Arvelo Alvarez, la que se pierde en los 1850
y busca a los Colones y perfecciona el especimen
que aún en mi Pueblo se evoca, en la memoria,
por su mote «Cuatro Esquinas», el genial Anacleto.
El que espanta extrayendo las voces
de bobinas que inventa cuando nadie ha visto
una radiola en el pueblo, ni sabe hacer jabones
ni potasa, ni reinventar la manteca de cerdo.

Un día se enamoró de la más bella de las hijas
de los Colón-Colones y Saturnino, su suegro.
ese viejo celoso, si bien cedió la mano,
puso reparos. Saturno es rico y peninsular,
y a España a que se casara bien
mandaba toda su prole.

Y con Tomasa, se tomó sus precauciones.
Ella a Anacleto lo ama y, si no la casa con él,
ella dice que huye. Es tan profundo este amor
y la época es triste.

2.
La Primera Guerra Mundial se ha desatado
y, desde 1914, él desde Nueva York la espera.
Que venga ella consigo, que se prospere juntos
y más amor florezca, porque ya tiene un fruto,
su primera hija; Tomasita desafía el empeño
del padre que separa. «No permitiré, hija caprichosa,
que el peligro de la guerra te devore;
él se fue porque quiso. El se fue porque soy hacendado
y trabajo le exijo para que bien te quiera
y nunca te abandone».

Pero el amor todo lo puede. Al fin, se unirán.
Viajó en el barco Zulia y como española se marca
el pasaporte en Ellis Island y Anacleto ha sufrido
con meses de una angustia intensa: los periódicos
dicen que el Vapor Zulia fue el primer barco hundido
en los mares de muerte, en el trayecto
de su ruta de Caribe. Al fin, ha superado la crisis
del malentendido. No ha muerto la amada
y en Nueva York se han unido.

3.
«Saturnino amargura es el nombre de mi suegro;
pero ausencia de amargura que se me diera
quererte, sin que nevegue a mi rostro,
el rubor de algo inmerecido, tu amor, Tomasa».
Oh, españolita de los chocolates,
sobreviviente de Zulia, tu barrio en el Pepino
agradece tus cartas, tus nostalgias y los envíos
y bendice la fábrica donde laboras
en favor de la más dulce boca
y el generoso obsequio, tu fiel amor.

«Consuelo en la guerra es tu compañía, Tomasa.
Gracias por haber venido. Ya son casi cuatro años
con tres inviernos, que desconozco
nuestro fruto, la niña que tuvimos;
pero esta Navidad regresaremos.
Quiero que la tengas en tus brazos
y quiero que entiendas todo lo que tengo
por nostalgia y todo lo que yo he aprendido.
Mira son $750 en ahorros
en este tiempo de penurias.
Vamos, Tomasa, prepara tus maletas.
Hagamos juntos el viaje del regreso».

4.Nunca imaginó aquella miseria.
Estaba triste por eso.
En el cruce de la Calle Jesús T. Piñero
ha comprado cuatro ventorrillos y la gente,
su clientela, lo bendice. El quiere surtir
todo y generosamente cuando la Depresión
gesticula en tantas quejas.

¿Cómo entiende el francés este ingenioso jibarito?
A partir de libros galos, como alquimista improvisado,
ha inventado el jabón, con colorante y aroma,
y a todo el pueblo tiene sorprendido.
Con cenizas de árboles, ya prepera potasa
y manteca de cerdo. Desde el 1920, saluda
el sufragio masculino obligatorio; pero, derogado
el derecho, se entristece y ha comenzado
a aborrecer a Montgomery Reilly
al que motejan Moncho Reyes; del mismo modo,
aborrece la Unión, que esconde la independencia
y no es lo mismo; en una de las tiendas,
lo discute: «Saludo a Albizu, que mi primer voto
sea por el nacionalismo».

Ahora ya tiene a su hijita Isabel, enamorada.
Vende al por mayor a las haciendas,
compadece a desvalidos, quiere que todo pepiniano
tenga un radio y se informe y se ha comprado
para darse el gustaso un automóvil.
Es uno de los primeros en el Pueblo en tenerlo.

Los políticos de la Alianza se disputan
su discurso: el sí sabe ilusionar con el progreso.
El fabricó los radios de bobina sin baterias
seis meses antes que saliera al aire la primera estacion
de radio en Puerto Rico. Por eso viene a verlo
García Méndez y los anexionistas le dan
sus pleitesías. «Sé nuestro Alcalde», le piden.

Es Arvelo Alvarez, envidia de los Latorre,
orgullo de los Colones, González y Traversos.
Las cuatro esquinas son de él.
El les da el nombre: «Anacleto Arvelo,
servidor de usted, de todo el Pueblo».
A él, a quien Saturnino no dio otra cosa
que la niña que él amaba, a él que por PRERA
no ha vendido lealtades, lo festejo.

La bandera negra que flota, agigantándose,
como en protesta por la Matanza de Ponce
y el encarcelamiento de Albizu, no lo niega
a Getulio ni a Oronoz ni a nadie, «yo la puse,
yo la izo»; en inglés se lo dice a los más pitiyankis,
en francés, lo comunica a los Font Echeandía...
El autor de la caja que habla,
el que saca jabones de los libros de texto
y la corteza de árboles secretos,
advertido está por los chotas de Lolo Puya,
«se arrestará a todos los Banderas Negras,
a todos menos a tí», le dijo,
«porque tú eres un genio, Anacleto».
Es que han tratado de matar al Presidente,
se ha echado la subversión a correr
con el pretexto del ELA vs. el nacionalismo...

Por primera vez, lo enoja un desacuerdo
tan intenso. Puyi Méndez no quiere que lo arresten
y Anacleto porfía, muy ofendido:
«¿Por qué no?
¿Acaso soy menos patriota?»


Triste está. Lo miran con asombro los seis hijos.
No le ha dicho patriota Lolo Puya.
No le ha dicho patriota la dirigencia de La Pava.
No le ha dicho patriota ni Oronoz
ni la plana perseguida de los Cardona y Sagardía,
pipiolos y nacionalistas de Pepino
y ninguno, más dolido, se encuentra en estos días
de mordaza y burla de la Patria.

El Estado Libre Colonial ha vencido
y él muere. Tomasita Colón Colón
recuerda esta fecha, 1952, cuando la tristeza
lo mata, con cuchillo de irreconocimiento.
«¡No hagas caso, Anacleto!»

03-09-2006

*

A don Mayito, el zapatero

En un zapato acosté la vida,
en un zapato que se fue hasta el lodo;
no siempre se vive agradecido, valeroso.
Estar de pie es un poco morir
y desgastar los pasos.

Tú me ayudaste, Mayito, con tu alegría
y tu humor, tú zapatero, renovaste mis suelas,
me rezurcíste el cuero y a veces, mi alma,
sucedía al verte con la guitarra en las manos.

El zapato se desgasta y el aguante.
Te lo dije, don Lano; se lo había dicho
a Don Geño y Otilio, recordamos
a Cheo el Oso; ebrio en sueños
ya de gigantes estaturas, futurísticos,
en zapato con ruedas, él pensaba,
en patines para todos los niños.

En verse en la carreta de su viaje a la tumba,
sí cuando estaba triste. Eso sí,
como recordaba don Mayito
y Don Lano, delantal, zapatos que remendar
y cuchillas a la mano. Nuevamente,
cuando vuelva a la vida, querrá ser zapatero.

06-07-1980

*

Házme fiesta hoy, Cosabella

a Benito Nieves, uno de los Cosabella
Sólo la Tierra, mi jardín materno
entre los hombres, no las masas dionisíacas
con la distrofia genital de los abusadores,
examina el dulce encanto del carbono,
mi sólida mirada de diamante;
sólo los que regresan con humildad
tienen jardines, cuidan las cosas bellas
de la Tierra mía, mi corazón materno.

Benito, házme fiesta hoy.
Bendeciré a Los Nieves, va a morir
al fin la madre, tu más querido
y ponderado centro, el punto luminoso
de tus propios jardines,
quien mejor que nadie a tí
sabría llorarte, bendecirte, quererte.

Yo la ví calamitosa, paradiabética,
sensitiva, triste, melindrosa.
Examinó los rosales de Esteves,
el licenciado, y se detuvo en Rabo ‘el Buey,
me piropeó los ojos, vio diamantes
y susurró mi nombre, me dijo «Cosa Bella»
como profirió ante los hijos
que de su vientre nacieron,
como dice al jardín de tus cultivos.

Obedece, Benito el Culón,
prepárame almojábanas de olor
gustoso, házme pasteles de yuca
o calabazas, si es posible,
traéme dulces, atole, abundante café,
jugo de tamarindo. Haré un banquete.
En tu casa, un velorio.

Quiero una cosa bella de tu tierra.
A tu viejita madre, que estuvo sola
enseñadote nostalgia cuando te fuíste
a Brooklyn; hoy seré yo quien te recuerde
que de la casa a la factoría,
no todo se aprende, no todo
se factura en Brooklyn, Benito.
Ni de la soga a la casa
ni de la casa a la soga
se amarran los amores.

A ella tengo que llevármela ya.
Que no se llene de achaques.
Que no se amargue su sangre.
Voy a enseñarle las cosas bellas
de mi mundo. Te lo prometo, Cosabella.

*

El Romance de Herminio Méndez Pérez

A Herminio Méndez Pérez (1876-1964)
¡Sé que todo se acaba!
Pasan los días y, al correr de los años,
la vida es nada; pasan con el tiempo
mis alegrías como pasa
el reflejo de una alborada.
[...]
Ya no quedan recuerdos de corazones...
se extinguieron del pecho sombras livianas.

[Añoranzas, Herminio Méndez Pérez,
en: Estampas del Pepino, ps. 48-50]
Me encuentro tus poemas dondequiera,
tu Yo añorante, con sueños perdidos,
cercenadas estrofas. Efectivos vestigios
de la angustia, tú los vacías en olvidos,
en cualquier hoja de estrasa,
y para secar el llanto de tu alma,
escribes Cielo, Derrumbe,
Soledad, miseria.
Incomprensión.
Frustraciones.

Eres la nostalgia en carne viva, el verso
como palabra flotante, maestro,
textos que vuelan por senderos de Pozas.
En bolsas de supermercado el gesto humano
a riesgo de perderse, en gavetas de roperos
la ilusión de tu Decir, la bohemia
y se escurre, residual fantasma del Pueblo.

[Ya nada es igual], don Herminio,
porque estás viejo
y contigo no se cuenta para nada,
tan sólo para el beso de la corsa
porque las memorias de los hijos que se fueron
son privadas y son tuyas
y duelen... Así de trágica es la pobreza,
la vejez, el orgullo, la conspiración
que te va sepultando,
con los días y este medio-vivir
enfermo de tristeza.

Eras el más exigente de aquellos que vieron
la pepinianidad en entredicho,
las partidas, el pobre harto y cejo a cejo
encarado, la historia patria
en el galope colonial, desfigurante,
tú, el discípulo del Cura Manuel Durand,
el más sabio para darte a Beber
del Alfabeto y la Fe de los Templos.
Y cerca estabas de Moncho la Lira
que enseñaba la memoria fracturándose
de alcoholes, el amor desdichado
prosternado donde se pierde
musa y verso. Era bueno que lo consolaras
por un poquito de su conocimiento.

Y dijíste: «Yo soy afortunado, regreso
desde Harvard» y, aún está el poeta-amigo,
Ramón María que te oye; a él confesarás
que la amas, tras conocerla
en el campus. «No vengo solo». ¡Qué dicha!
«Tengo un amor en Utuado».
Ambos, maestros de lujo
para el campo seremos, dijíste.
«Que estoy enamorado de la hija de un banquero
y no sé cómo le haré para que abran
la puerta de su casa.
Si el destino a mi lado la puso, siendo yo pobre,
¿cómo decir: No quiero?»

Y por la escuela rural de niños harapientos,
han trabajado y todo el campo les ama.
Herminio, con Camelia... por Utuado,
se alega que pulula su verso y lo ven sospechosamente
rumbo a campo y Pueblo. Estos Santoni-Rodríguez
hijos predilectos / con el nuevo siglo
son y serán empresarios, abogados, hoteleros,
fundadores de bancos y cinemas, playboys /
la envidia / los señores / los usted /
lo mío y lo suyo / separado.

«Usted, con Camelia no me juegue
al poker ni suba al Casino del Pepino».
Como si fuera al hijo de Mislán,
moncho el bastardo, el trato se le dieron a distancia
y se sintió un poeta flaco, saturnino,
heterodoxo, inadecuado
con el mal del siglo.

«¿Te digo, Moncho Lira?, los viejos de la Plaza
que te amaron no son como los jóvenes que veo.
No son como Andrés ni Manolo
(Méndez Liciaga} que tenían El Regional
y La Central como almas / motores
tan fraternos, en tertulia nocturna y clandestina.
¡Qué buenos aquellos tiempos de botica,
con dulce bronca, habla directa, con la mirada en alto!
Sí, aunque no había acueductos apenas
la luz te la daba Don Mingo, el farolero.

¡Qué buenas las Charcas, El Barandillo y El Peñón
de la Palabra Poesía! y la gente que escuchaba
y fue feliz y te quiso; hoy, paradójicamente,
vienen a ofrecer el voto y es
el mismo hijodeputa que te humilla, te abraza
en las Alianzas, te miente con la Ley # 74,
te legaliza el voto femenino; se esconde en Los Corrales
de Chilín el de Eneas, y te compra la consciencia
y la Alcaldía, pero, ¿sabes? Esto no es
sólo aquí, esta es la colonia, toda la patria.
(Manuel A. García Méndez, sabe que todo
da igual). El ignorante que no vote y coma menos
porque hay barreras de ley por alfabetismo y por pobre...

Ahora, tanto tiempo después, son tus hijos
quienes describen, en rigor, lo entronizado
en este Puerto Rico: la anonimia, la indiferencia,
la apatía «y yo lo entiendo porque Félix,
abogado lo dice con todo lo preciso de su ley
y presunción de clase»: Herminio, qué afortunado
has sido tú al casarte con la hija de un banquero,
qué afortunado tu hijo que pinta, sin preocuparse
del hambre de los pobres, qué afortunado
Miguel, el abogado,
Pello, todo los Santoni...
en algunos el prestigio con que la mente
se premia está en hoteles, en teatros,
en agencias de seguro y en bufetes...
y la puta vida, en su tristeza, está
en las manos de Getulio, Chilín, Oronoz,
los García Méndez; ellos te ponen ojos martirizados,
cara de zopenco, te visten de humillación
de la mañana a la tarde y solicitan en secreto:
«Cuidado que lo digas»; «De ésto no escribas
versos ni hables»...

Estás ya, con ocho hijos, temeroso de pedir
prestado al fundador del banco,
a Tati, tu cuñado, ni lo busques
porque esta gente está ocupada en otras cosas
y es como es, así, incapaz de agradecer
lo que esconde tu palabra en la cotidiana rabia
de la patria perdida y la economía privilegiada
de tú en tu lugar y yo en el mío, tu el muerto de hambre
y yo, el señor, dueño del banco y la aseguradora,
el magnate, el dólar, el prestigio ...

... porque más tarde nadie escuchará
la fervorosa palabra que tú clamas y tu hijo
lo sabe y se quiere...
volar los sesos, o pintar ese anhelo tenebroso
en las paredes del banco de su tío.

Entonces, escribes tu mensaje para nadie,
para los sepulcros,
tiras el poema en la primera quebradura,
lo dejas caer en los cruces de camino,
lo desapareces en libros que jamás
se editan, se imprimen, se comentan...
porque así se esconde en lo invisible
lo que desde tiempo acá has vivido cavilando;
te tragas los sueños perdidos
en este coloniaje de la angustia.
«Es difícil vivir así, papá».

Herminio, ya no hay cartas / ni dinero alguno/ para jugar
en el Casino ni hay un piano en tu casa
para escuchar tus dedos; la Patria se ha llenado
de mendigos, no hay riqueza ni café
en Utuado, no hay un banco con crédito a tu nombre.
Las mismas niñas hermosas de Santoni
se instruyeron para decirte: «No pidas, no te humilles»
porque éstos que llamaste mis hermanos
son dispares, son un nuevo puertorrico-vendepatria;
quieren que escribas discursos a Barbosa,
que te olvides de loar la Luna, y pienses
en el eclipse del bolsillo, porque no te casaste
con una pringajosa rabisa de la calle
o tísica jibarilla de los campos.
Te robaste a Camelia del corazón
de su padre y ni Santoni ni Rodríguez
te perdonan...

... ahora sólo hay ambición sin esfuerzo.
La perseverancia se ha suplantado
con ínfulas y frivolidades y, en vano,
añoras te pasas tiempos idos, tiempos que no tienen
la savia hispánica de tu patriotismo / ni un diploma
de Harvard, Herminio,
menos aquella alegría de vivir y ambicionar
que tenías tú, junto a Felipe Janer,
tu maestro, y es que la Invasión lo cambió
todo y, desde el 1924 y desde la Depresión
el Partido de la Unión desechó la independencia
y desde el '30, con La Mogolla,
tú, con toda esa simiente de Camelia,
eres pobre, vas abajo,
(¡así, como quien suelta su ideal al sumidero,
así como tú que engavetas poemas
como non-gratos espectros de añoranzas)
y es que muerto, don Andrés, querido confidente
de tus cuitas, todo parece dar lo mismo,
es que ser Liberal es ya ser mofa
en los predios de Poza y Echeandía...
pero, a tí, estudiante de Harvard,
hispanista de hueso colorado, te nececitan
para que hables de anexión
y amores por el amo.

Ahora a ocho hijos te dio
Camelia Santoni, la maestra, te sienten un extraño.
¿Dónde está tu alegría? ¿dónde escribes
el verso a quien vio, desde Cambridge,
tu talento, tu cómica maniobra en las veladas,
tus hábiles manos para el póker?

*

Olga Clavelillo murió de amor

A una hija de Polo Clavelillo,
el quincallero, a la hemana de Gin,
el guitarrista, a la mujer
de un macharrazo, el policía,
se le recibirá en tierra y camposanto.

«A ella me la trajeron:
yo le entierro sus huesos».
Su historia supimos en el Pueblo,
pero su cuerpo, que era osamenta,
puro hueso, flacas carnes,
del Bronx provino.

¡Pobre mujer! con una tijera se armó,
corrió al marido y le dijo, en su histeria,
«Tú no mereces la felicidad.
Con engaño me manchaste la cama,
con sudor de otra mujer,
te subíste a mi cuerpo».

Se llamaba Olga Clavelillo
y, mujer de un abandono ocasionado
sufrió la burla a sus treinta años de amor,
fielmente compartidos.
Se llamaba Olga Clavelillo,
hija de Polo, el quincallero.

Ella, linda y dominante,
potoquita, con piernas bien formadas,
antojable culito, murió, señal amarga,
murió de amor, vieja, con el útero yermo,
loca y malquerida, añadió el sepulturero.

Y le comenzaron ataques de locura
y ascos por no comer y hallarse
con la ropa que olía a marido
por 30 años en su cama
y, al rato, advino su amargura
y se armó de una tijera. Quería matarlo,
junto a su chilla: éste
su solo pensamiento.

Un negro de 6.’4’’,
un negro macetongo de New York,
también puertorriqueño, su marido
y la mató de un golpe sin macana
y de un tiro sin pistola.
Dio en su alma garrotazos
de resentimiento, ella en despecho,
soportándolo todo, callando.

Enloqueció de amor, de pronto,
porque el amor es un puñal filoso,
un mal pretexto en palos
y también mata si aprende cuchilladas
en el trapo de la espalda traicionera,
en la mortaja de los días de llanto.

El le estrujó en sus narices
otra mujer adquirida. La embarazó
a sus espaldas y le dijo:

«Olga, tendré un hijo,
el que tú no me díste, ya no bajaré
al Joyo de Millán a darme tragos.
Hallé mi dicha. Díme adiós, hoy es
que de veras me jubilo y descanso…

Tengo una mujer salvadoreña
y más joven que tú y más ardiente;
ven y mírala, está en el carro,
convéncete, ¿o le digo que baje,
y te muestre a mi hijo?»

Y, por machorra y burlada,
murió Olga Clavelillo.

6-07-2006

*

Don Ramón el Zapatero

a Ramón Padró Quiles (1885- )
Era un invocador del progreso
y la multiforme sabiduría del Polytropos.
Del lugar del negro en las escenas luminosas.
Del lugar del pobre en el cénit del Alba.
Era el pregonero de la Alianza.
Un buscador del Hallazgo Afortunado
y al Pepino, le dijo Hermano
como quien dice: hermaion
A todos puso la herradura
que no hiere, alas en las sandalias.
porque estuvimos en el inframundo miserable
porque éramos difuntos de la Hispania,
cadáveres ultramarinos de una colonia
en riesgo de entrar en otra nueva
y el nació, hijo de Laureano,
con don de psicopompo, o la virtud de guía
de muertos como Cheo, con afán
de ayudar a ver caminos e ir por ellos.

Por eso van a verlo los descamisados,
los de pies rotos, espinados,
hijos de los cañaverales.

quienes apenas tienen el fuego de la hornilla
y están hambrientos y perdidos
como Odiseo en la isla de Calipso.
Y él sabe que Calipso es Borinquén,
tierra de los jibaritos, tierra que necesita
de él que en La Jardinera de su sabiduría
tiene ingenio de artesano y civismo pulcro
cuando demonios de negación asoman
y el botín quieren para sí.
Estos sí que son de los que roban
sin ninguna perspicia; dejan a un pueblo
pobre, clamando, desposeso.

Don Ramón, negro bendito,
en el Comité de la Unión, allá por el '14,
te reconoce el gremio zapatero:
Laureano, Cheo, y los dueños de gallos
y pescadores de tortuga, los que tienen
de veras monederos; tú, en cambio,
un bolsa, un pétaso o sombrero
y una vara de heraldo, con que te fijas
en el centro de la Plaza Baldorioty
o en el foro de «La Alianza Obrera»,
y le dices: Todo jíbaro es como Odiseo
y la colonia es como el hechizo
del olvido, como Circe que te da a beber
cansacio, sed de olvido, y te retiene
extraño ante tí mismo, entre dos mundos,
pero ausente de esa hembra / esposa / amada,
tu Penélope, Pueblo mío.

Pero: el Pepino sabe y él más que otros,
él, zapatero, secretario de la Unión de Puerto Rico,
militante despierto cuando duerme el obreraje
el tiempo muerto y, entre vacadas se esconde
quien más tiene, sean Echeandías u Oronoces,
cabreros todos, de piel blanca y astutos pensamientos,
él, sabe, porque él es un Odiseo autodidata,
espía nocturno, que observa el guardián de las puertas
y lo estudia sin miedo y lo invoca
con su mente liberada y se acerca y lo persuade.

¿Qué sostiene a Padró a la cadena hermaica?
Veo que no tiembla.
Luz lo sostiene porque invoca el progreso,
el lugar del negro en escenas luminosas,
el lugar del pobre en el cénit del Alba.
Es pregonero de la Alianza.
Un buscador del Hallazgo Afortunado
Emana un intelecto divino,
un Nous que un Nosotros, un canto
de hermaion que nos llama por parejo
Hermanos, desde la Asamblea municipal
del año 20, después del Terremoto
que nos condujo al miedo.

¿Qué tiene este Padró?: pregunta
todo el mundo, porque saben que está
llamando a casa, proponiendo el camino
y se ha juntado, con Cheo su hermano,
y Liborio, José Vélez, Juan Abad,
con Gabriel Pumarejo y Antonio Nuñez,
comecandelas, iconoclastas del Pueblo,
para hablar de socialismo
y de lucha clases?

¿Qué se puede hacer si no quiere callarse
y se llama el Guía de los Difundos
y el liberador del optimismo soterrado?
El amante del progreso y de la cura
en este pueblo deprimido
y sin consolaciones...

«El Terremoto que dañó la fe que tienes
en la iglesia, la Alcaldía que tuvo Rabell Cabrero
en sus manos, la Escuela Whittier
que nos dieran los yankees, no es otra cosa
que la guerra de Troya del '98,
la secuela colonial con sus escombros;
pero yo llamo a casa, vamos a la Itaca criolla
del Cimiento, vamos al hallazgo afortunado
de la patria, porque las brujas están por maridaje
y los pretendientes son ladrones, graduados
por ladrones inasores, vamos a casa
porque el Alma se cree Viuda
y todos estamos vivos y coleando».

*

La vida es un palo encebao

No me los llevo al infinito, Carlos.
No estés triste por ellos.
Volverán a lo mismo, en breve:
Mingo La Perra a trepar el palo,
Sabino, a la albañilería,
Cornelia a santiguarnos.
A rezar, La Puerca y Pascasio.

Un palo encebao es la vida
de ellos, sus habitáculos en el yo,
en la autohisterizaciones,
en las norias del buey
y lo alienado.

Estas gentes no tienen plenitudes.
No son del Uno, ni sospechan
a Spinoza, ni los otros lados
de la onticidad y sus universos.
Están verdes y crudos,
sin comprensión primaria
de los cinco sólidos perfectos,
apenas balbuceantes
en sus metafísicas.

Van a sanarse después
de mucho herirse y regresar
a herir, después de mucho sanarse.

*

El Negro Atán

A Luis Cantántara (el negro Atán),
el velador de cementerio
Como ese día no hay otro que se valga.
Lamí el alimento emocionado, conoceré de Moncho Lira
su última morada, entraré al Viejo Cementerio,
al templo blanco de los idos, y preguntaré
al negro, más negro de los negros,
«¿Don Luis, cuál es la tumba? ¡Quiero verla!
porque dicen que su voz se oye por las noches
y que recita, entre tumbas, versos a la Scharrón,
ayes suyos por su enamorada».

No llevé flores, pero sí las Estampas
de Jerónimo Ramírez de Arellano
(lo escondí en un bulto de escuela).
Sólo, por si me oyera, ensayé lo que dije:
¡No te olvidaron todos; te leemos gracias
a don Jerónimo, el maestro, gracias
a un Boceto de Andrés Méndez Liciaga.

11-4-1989

*

La Comadrona

a Juana Bautista Guzmán Santiago (1881-1973)
Manda por ella, Juana La Comadrona,
que va a nacer mamá, sigue la pista
puede que ande en Guacio, Culebrinas,
Altozano, díle en Mirabales
suenan tus quejidos, Laura,
díle a Alejandrina que vaya
que va a necer Julita,
la hija de Don Blanco.

Búscala en Sonador,
donde quiere que esté haciendo milagros
porque necer es uno, en cualquiera
de los barrios, y no hay médicos
en nuestras cabaceras y la nalgada
de respiro es la miseria que crece.

Manda, manda por su ciencia de partera,
que su mano sea la vivificadora,
la que saque del túnel de la amiótica
el pequeño ser que llevas dentro,
Laura Alicea, mira que Laura está
con vientre adolorido, mira que Blanco Aurelio
se va mordiendo uñas en su caballo
y está en los sembradíos
para cumplir tus antojos
con una serenata y bacalao
del fiado.

Mándala a buscar. Dile a Luis,
el mayor, que la consiga y le diga
que en algún momento
de esta tarde o la noche,
vas a parir, Laurita.

06-11-2000

*

María Peregrina

a María Peregrina Font-Thompson
Te voy a documentar la sepultura.
La inteligencia, el prestigio tardío.
Te buscaré una lápida, aunque acá
no quieras tus huesos ni velicar tu aroma.

Escribiré en corazones que te amen
como cuando fuíste la hermosa Font,
eso sí, la bastarda, señalada, murmurada,
a escondidas descrita como estigma.

… porque la Muerte, cuando llega, ventila
muchas cosas; te pide el apellido y los osarios
y que vengan a quererte los que amas
y odiarte, sin perdón, los envidiosos de siempre.

A tí señuda, desde siempre, por tus buenos riñones,
te recordé colegiala, esforzada y con todo derecho
a la arrogancia, te miré de reojo las piernas exquisitas
y ese busto y la silueta y la elegancia de tu estirpe.

Después de irte, adolescente, te supe en Nueva York,
siempre triunfando. Eras, para mí, la más linda pepiniana.
Acá, sin embargo, la bastarda... el susurro
de una clase excluyente, envidiosa, victoriana,
que vio finalmente tu poder en el mundo
de la moda y la elegancia, en el trato del jet-set
de América Latina, en el respeto de Doña Inés
en Fortaleza, en el mundo del arte y las finanzas...

13-09-1990

*

Para robarse tu luz sonora

A María Juana Beníquez Font (1926-1978)
¡Deténte, reposa un instante,
no camines más... Te hace daño.
Escucha, María Juana: deja que hable
en tí aquella niña del pasado,
aquella adolescente que esperaba,
con amor, obsequiarse en melodía
con dedos llenos de gracia!

Mírala, sin temor. No huyas.
¡Eres tú, sentada al piano,
tú en concierto y reverencia por Arezzo!
¡Mírate, Beníquez,
que a todos tienes encantados!

Beben del sagrado Soma del misterio,
leche oceánica y puránica, el discurso
de Dios que sale de tus dedos,
el amor negro que hay en el talle
de Catey y tus senos de manso
y violáceo ciclamen.

Maestra María Juana, tén cuidado,
¡cuida dónde pisas, akâsa!
La clave Sol sofoca.
La mañana pidió su ritmo más salvaje.
Se alborota. Se conjura para darte
su último aplauso, clausura de ovaciones.

¡Ay caíste! el mundo es ya oscuro
y sordo y mudo y terco!
Ahora sí se silencio la tarde
y se fueron tus manos
por la oreja de los dioses
y el cuchillo que cercena
lo sublimemente audible
y lo manifestado.

En doloroso exceso, akasa tattva,
está que sangra el canto de la muerte
y una guitarra de Sandalio,
exquisitamente tallada por La Yegua,
ha parido un lamento de nostalgia
y una danza de Mislán cubre
con nubes de sus ojos la niña que yo veol

*

María Juana vaga por el campo

Una vez más,
a orillas del sendero final,
con el fin de la canción soñada,
te redescubre el viento,
el silfo de tus montes y te ama.

A mitad de la ruta que persigues,
a ver la mar te has ido
por el Puerto de la Aguada.

Partió de madrugada a San Germán
y la vieron caminando, caminando,
con la frente sudosa
y la tez de clazol
y de bagazo.

Por rumbos de terracería, barrios
cubiertos aún de niebla y cantíos,
se dirige a no sé dónde y parece que,
al caminar, vuelve y descansa.

Es la pianista negra, la maestra,
virtuosa que tuvo su pequeña banda.
Es tesoro sonoro de Pepino,
estrella luminosa en las covachas
del viejo Pueblo Nuevo.

Con Bethoveen y Mozart ella se cita
y va con manos que parecen alas
y sandalias, piano ilusorio de suspiros
y pena en Do Mayor y orquesta
con violines debajo de la falda.

*

La concertista y el coraje

a María J. Beníquez y Sophy Hernández Font
Aprendió en un piano viejo
a tocar y deleitar los dioses
(la hermana de Pepe,
la maestra de la Sifre).

Mire si adivinó que habría canciones
en sus días, que en la niñez
aprendió oyendo por no tener
un piano, por ser pobre
pese a tanto talento....

[¡María Juana, compositora,
alma musical y andariega del Pepino,
ten cuidado, que el dolor es paranoia
con sus tristes acentos
y blancas y negras notas en partituras
del arpegio ingrato! y allá a donde
vas tanto, la Ciudad se llenó
de ladrones, odiosos, racistas,
envidiosos; allá no tienes amigos].

Y deprimida está desde hace años,
Decepcionada, con un coraje
como ella misma, negro.

Le quitaron el premio del Norte.
Le robaron los sonidos del Shabda;
asaltaron el aplauso generoso del OM
y era más suyo que de nadie.
Le escondieron la alabanza,
la beca para el conservatorio.

Cerraron su escuelita y le dijeron:
«Aún no, esto no es tuyo,
no puedes ganar
lo que una niña blanca quiere todavía
Son damas de pelo fino y verdes ojos.

Espera. No compitas aún.
No necesitas la maestría
ni dar conciertos,
todavía no.

Todavía no, Beníquez.
Ya tienes banda aldeana, musiquera.
¿Qué más quieres?

No busques el sonido del Madhyama
con dedos oscuros del esclavo;
sé paciente, espera y calla,
María Juana.

*

Murió Sandalio la Yegua

Ven, Pavín, con bombardino en mano,
y que tu hijo se traiga la guitarra
y sus dedos mágicos y su alma
que es toda melodía.

Murió Sandalio la Yegua, artesano
con talentos exquisitos. Hay que recordar
los cargadores y el linaje de Cirila, fallecida.
Ocho generaciones por su causa se formaron.

A dos trancadas, se presenta la Muerte.
Llegó anoche al Pueblo de Pepino.
Ya se sabe por quien vino, sigilosa,
Luto pone en la casa de Sandalio.

Vengan, trajineros, que hay que llevar
su ataúd al cementerio y escardillar
ese palmo de sepulcro que a las verijas
y las piernas de Cirila se parecen,
a sus brazos hermosos y velludos,
a sus manos eficientes que tan gratas
fueron para las barraganías y los caprichos
de Cheo Font, su cortejo bravucón y majadero.

Arrancaremos las malas hierbas
en plena madrugada, acostaré al hermano,
consolaré a Pavincito, echaré en sal la tristeza
que los toca; es gente buena, cantarina.

Han sido útiles y honestos tanto que,
sin aflicción alguna, lo echaré en la boca
del reposo, en la tapia de la muerte,
como a las propias rosas.

16-06-1989

*

Don Aguedo y Juanito Pana

«¿Por qué la muerte está de ronda
todo el tiempo y el Padre de los Pobres
(lo nombran Don Aguedo Vargas y Labaille)
en el oficio triste, convirtiendo en ataúdes
sobrantes de las cajas de ajos,
tablones que nos saben a sal
de bacalao si los lames?»,
a tí lo pregunto
a tí, Juanito Pana.

«¿A quién entierras hoy, don Juanito?»,
le preguntan. Juanito y la muerte
siempre hablan, se conocen
secretos. Intercambian confesiones
y, tarde o temprano, él no calla.
Y tampoco la muerte.

*

A Pelo 'e Rata

De caza sale tras la siesta
a yacer con ménades de Baco.
Vuela sobre abetos como águila
y se calienta con el vientre nodrizo
de la Musa, la Dialéctica.

La voz de Pan es caña que crece
con sus sílabas a orillas del Ladón
y el flautista es un niño que a trovar
está aprendiendo en Mayabeque
Bien puede ser Matanzas o La Habana,
o el Guacio o Mirabales, Stalingrado.

Desde ya le han llamado,
no sé, el flautista Pelo 'e Rata.
porque con la Siringa a las calles alborota
con concierto de guajanas y cañaverales.

*

Memorias de Luis Vélez

Para declarar la novedad de lo adquirido,
su paso por Williamsburgo, su buen vestir
de ahora, observa con la mirada torva.
Camina con paso jactancioso, tumbao.

Riñe con arcaicas costumbres,
se burla del terruño y del viejo descalzo,
del niñajo esquelético y la jíbara casta.

«¡Cuidado, guapetón!», ya te echó el ojo
Niké y una hermana de Crátos.
Al Bíos se dijo: «él me gusta pa' qué Keres»
y Keres, diosas de la muerte son;
hálitos de premura, bocados de carroña
que se sirven a buitres, a los Unos
/ don Nadie / Señores Cualquiera Sean
/ wanna be de lo inauténtico,
odd guys / and ugly losers.

A los que burlan selva y tribu,
etnia y casta, autoridad afectiva
y todo lo tornan en dolor y despojo,
en poblados y en aldeas,
cualquiera sean, de Corinto al Helesponto,
de Añasco a Ceiba, de Mayagüez a Pepino,
Zelo los mira, lo sopla a Crátos.

A la fuerza, al poder, a la Kürwille
se cuenta todo, se investiga.
El informe es completo, minucioso
y Zelo lo presenta, con celo,
detalle por detalle
y sin mentira
a la Muerte.

El esnobista que blasfema,
el farfullero, voz de títere malo,
el odio de alguna gente lo llama
con nombre y apellido: Luis Vélez
y vieron que salió de El Ultimo Trago
de Don Funda y antes entró
a bares del Guayabal.

Se percibió lo indecible: espíritus
de ron caña y espejismos de sí mismos
junto a Santito Rosa, el ojo de águila.
Aquel del cigarrillo bien posado
entre dedos y 6 pies de estatura.

Siempre imprudente, el aguajero dijo
que su nombre fue escrito
en la koinonía politiké
(¡soy importante! y trajeado
aquí se arma mi cinto,
aquí guardo disparos).

En el libro de los muertos
y en el libro de las horas,
se tendrá mi memoria
y hoy soy animal cívico,
hombre de empresa, bodeguero,
y vayan a ver mi bar en Hoyamala.
que la guardia no bajo, ni a mis años.

Muy distinto a la aldea que le dio despedida
y lo vio con una mano atrás y otra delante,
emigrado a los niuyores, en antaño,
es él, hoy es nuevo su mundo de progreso.
Lo advirtieron: «Luis Vélez, parejero,
Pepinito sigue siendo el mismo».

En la barca, con Caronte al mando,
se perdió su moneda, oferta
de llevarlo a la orilla de ese allá
tan prometido, el Edén social
que cree que se merece,
para que sea mayor su autoridad.
Y, en fin, tenga comodidades,
lengua nueva, verbos más incisivos
y reconocimientos.

Mas fue aquí que naufragó,
«Carajo!», dijo. Volvió la burra
al trigo... Sea como sea...
Llegó, entérate, Pepino.
A Luis Vélez lo vomitó la bruma
y lo tienes aquí, en Fiestas Patronales,
en enero bendito, comprándose
con insolencia el Pueblo Entero.

De Hobbes trajo el contrato
de las bestias y mucha rabia observadora:
¡Qué feo está este pueblo, carajo,
mira ese viejo con la artesa en la cabeza!
«¿Qué carajo pasa en esta barra?»,
siguen eñangotados agregó él
y Zelo le salió, en sobresalto, del bolsillo,
celo que es hermano de Niké,
¡ni qué te importa, pendejo!
Zelo que no traga cuentos,
que no se esconde en el miedo.

El coraje lo tiene objetivado.
Zelo es venganza arrolladora,
la dinamita pura, la pólvora
en el trago que se bebe.

«Aquí no pasa ná que te importe
y cállate, porque sé que te cagas
en Dios y no me gusta,
tú maldices las hijas profundas
del terruño, a lo más bello del Hades
y de las Gracias, al inframundo
y el misterio, Luis Vélez».

Y no abrió la boca más
sino que oyó, más bien, que Vélez
lo maldijo: «¡Me cago en Dios!
Mira quién me habla de las Gracias,
Zelo, el borracho, Zelo ajumao».

«Que te calles ya», reaccionó Zelo
y le bailó la cara a Luis de un galletazo
y lo tendió en el suelo y lo observó con asco.
Yo soy la Muerte, hablador,
y si te digo cállate: ¡A callarte!


*

Letrillas de los sepultureros en el Pueblo del Pepino

Judex ergo cum sedebit:
quidquid later apparebit;
ni inultum remanebit:
Requiem Tuba Murum
Ningún cafre, con su bayú, transforma
este objetivo que Ella trajo
con el afirmativo Sí que vuela tan bajito.

Ningún diablo en patines
la arrancará del volante, Ella maneja.
Dice su inesperado «Es Hoy»
y comanda la relación originaria
con el Ser. Todo a su antojo.

2.
Es la jueza que evalúa lo oculto.
La Gran Dispersadora de tinieblas,
cesación de lo orgánico
y pide el bíos y los cuatro puntos
cardinales y el centro del punto caramelo
y la ilusión y cada proyecto de la muchedumbre.

No oye a poderosos ya ni a machangos
ni al pichote que es bobo a propia cuenta
ni a pendejos ni a los listos de millaje
ni a cualquiera que perjure sus ínfulas
y el dominio con angustias medulares.

3.
En vano dicen los mortales: «¡No quiero!»
Ni ebrio ni dormido rendiré mi Jamás,
mi No rabioso. En vano dice:
«Ni muerto ni cadáver, perra bruja».

Se afan con sonido de trompeta, pero...
en fin, no se lucirán esos chayotes. Nunca.
«¡Que te den morcilla, Chucha sata!»

«Que te emponzoñe una araña panteonera
antes que me toques con tu olor de sequedal.
O telerañas en los harapos negros».

4.
¡Pobrecitos! Quien sin sepulcros cavados
por los hombres, retumba con sus voces
es la que nunca se avergüerza.

Visualidad es, desnudez pura, voz de inocencia,
Lux Aeterna, Jueza de la Cesta hermosa.
«¿Qué vale el truqueo de los pateones?»,

Don Luis, sepulturero, lo pregunta.
«¿Qué... y la girla que reparte sus cricales?»,
acota don Emilio, su ayudante.
«Nada», responde Atán el negro,
vigía del Cementerio Viejo de Pepino.

La reina de la Luz, habitante del Túnel,
no talonea en burdeles,
no es Mapi por el placer cautiva,
no es el azar de Maximina, bolitera
con quien puede apostarse pesos y centavos.

5.
Es Misa Suprema y día de lágrimas,
«lacrimosa dies, versa est in luctum»,
susurra Juanito Sacramento por causa
de escuchar las misas de difuntos
del Curato y la Iglesia.

La propia nada como tal existe aquí.
Vino Ella. Lo ente en su totalidad
quedó caduco. Como si el puro ser
y la nada fuesen lo mismo.

*
De la cepa «El Culebrinas»

a Juan Evangelista Cortés Rodríguez (1910- f. ?),
ex-Alcalde del Pepino, militante socialista
líder de los Trabajadores de la Central La Plata
y perseguido y encarcelad por el Gobierno, acusado
falsamente de un asesinato...
Ante de la culequera de la modernización
y de cursos y recursos presuntuosos
de Manuales de inversión de capital en el futuro,
antes de que se hablara de gallinas ponedoras
de huevos de oro y Manos A la Obra
para la forja de ladronería,
el lenguaje que apelaba a todos,
u lenguaje, borincano de pueblo o campo,
de la costa a la montaña, lo tenía
El Círculo de Amigos, El Culebrinas,>/i>
la Alianza Obrera, grupos de artesanos,
La Tertulia de La Central, los proscritos.

Todos sus nombres tengo, los protejo
y guardo en mi Libro de Raziel,
que es el Anti-Manual del Klipot
que les ofrezco.

Y a ustedes, pepinianos, recordaré
a uno que entonces, entre muy pocos,
supo que el Gobierno es ladrón,
venga de donde venga,
ladrón con España,
ladrón con el gringo.

El Gran Despojador es designado
en su lenguaje: el Gobierno
y si de veras es deseo aprender
sobre finanzas personales,
cómo invertir sus miserias, téngalo claro
del curso de los emprendedores.

Un pobre que se cosocia en componendas
con el gobierno de turno es sólo diablejo
que prolonga su agonía.

Ningún gobierno desea verse siervo
ni aún del más humilde pueblo.
El funcionario está para servirse.
El mandamás en jerarquía está para jodernos.

Entonces, desde estas premisas,
les hablaré sobre JuanNito /
Evangelista Cortés / el funcionario pobre /
el único Alcalde que lo dijo /
«por definición, todo gobierno es
artimaña organizada por sicarios.
Mafia de partidos es cada gobierno,
enemigo de quien debemos
cuidarnos las espaldas
aunque aprueben una Ley de 500 Acres
y diga que desde hoy viene a protegernos».

El era uno que entonces, entre pocos,
supo que el Gobierno es ladrón,
traidor tarde o temprano,
el Ente que desfigura
la tarea de la Soberanía,
despojador por definición
porque vive creando intermediarios,
funcionaroos / lacras / botellas / mameyistas /
gente en la burocracia del Estado
y hay que pagarles cuando te pasan facturas,
cuando pisas el edificio donde te atienden
apenas dándote con respeto
buenas tardes / o buenos días.

«Son ladrones todos / uno y todos /
quienes viven del Estado
y te obstruyen la riqueza que mereces,
seguridad en la obtención de tu alimento,
contuinidad en adquirir bases de bienestar,
educación, vivienda espacio,
transporte, fin de las deudas».

Si no te roba el gobierno con impuestos
e hipotecas, te saquea el banco
en nombre del Gran Comercio,
la Moderndad, la Industria,
el Operativo de Manos a la Obra
y el Progreso de la Civilización.

<>

Del cascarón de Juan Evangelista

A J. E. «Nito» Cortés
Cuando estuvo entre barrotes del presidio
y no era ya el honorable Alcalde del Pepino
durante aquel primer lustro del '40,
le siguieron hablando acerca de fascinaciones,
anexionismo del PER, la tierra edénica
del Norte, cómo los sucesores de Abarca
y la Central La Plata cedieron sus grandes
fundos de la caña de azúcar
porque el Gobierno
presionaba ta ricos ausentistas
igual a corporaciones
con miles de acre en sembradíos cañeros;
pero el auge zucarero
huzo a Muñoz el ídolo.

La Pava anduvo crecida
y el campesino contento con gorjeos
y pavadas, aspavientos
«y tú en la cárcel, Nito, por culpa
de Felito y republicanos de La Mogolla,/i>
que por tí no mueven un dedo».

Como si no fuera ya angustia innecesaria
te dan quejas de El Culebrinas
y la inferioridad genética del pueblo
y que el mejor indio es el indio muerto
y el mejor jíbaro o mulato criollo
quienes se sigue auto-añorando
como sementales o connatos de esclavo negros.

Y, pasada la posguerra,
a Nito le susurran sobre nuevas etapas
de «La amenaza roja», el McCarthismo,
la «amenaza amarilla» de Mao,
la superpoblación del mundo, desgaste
de vida en selvas expoliadas y mares,
agricultura escaseada que anticipan
hambrunas,
fin de los bosques,
calentamientos globales
y «choque de civilizaciones».

Le conversan sobre el peligro albizuísta y
moreno y el nacionalismo como sentimiento peligroso,
peor que el sovietismo y el Islam creciente
en las fronteras mismas de Occidente.

Entonces, dice: «Calla, calla».
No vengan. Quiero estar en el viejo huevo
de mi esencia y solo, quiero días
como aquellos junto a Padró y Liborio
y no saber novedades, nada moderno.

Tenía nostalgia de sus cursos
por correspondencia:
Cómo reparar motores / cómo bregar
con el Diesel y es que él era
jíbaro avispado, sin complicados
odios políticos: sólo una ideología lo sostuvo,
vivamos con la decencia del trabajo
y evitemos depender de intermediarios.

A la hora del despojo del salario
y las compensaciones son tantos
los ladrones que surgen; brotan
entre colonos de las grandes centrales
y en partidos como agentes
del gobierno de turno.

*

Dislocación

Tu protoplasma ha huído.
Puede que frente a tus ojos esté
aún la sombra de lo que fue tu esencia.

Ahora es una mancha seca que el sol
mata y, aún muerta, duele.
Tu cascarón roto, o cuando no,
medio-agúerrado y hediente.

Dislocado especialmente, El Culebrinas
se esparce en fango, se seca
como el lodo y no hay fluidez de vida.
No hay patria y eso se ha cumplido.

Se impuso la industria azucarera
a contragusto nuestro y el pueblo
era entonces de artesanos, cosecheros
de café y frutos menores.

Temíamos mucha miel y hasta tabaco y rones.
Nos regocijamos con muchos sastres como Vives
y muchos zapateros como Cheo Oso
y Padró y don Lano...

Teníamos ambiciones y cantos de nostalgia,
décimas, guitarras, aguinaldos, trovadores...
Ahora ni patria, nada permanente,
nada húmedo como manantial adentro.

Todo es orilla de arena y pradejón
de bizarral árido... y el amo viene
con la Operación «Manos a la Obra»,
porque ya la industria azucarera
priva de viejos dividendos
que el ausentista dispuso.

El obrero trabaja desconteto
y pide mejor salario...
él mira ya más lejos
que el cascarón de su huevo
y observa el Norte
como antes el negro sureño
ciudades de Detroit y Chicago

Hay sólo dos experiencias para saber
que no estás en tu salsa,
el deseo de irte, emigrar lejos,
dislocarte espacialmente y no tener fe
en quien te dice: «Manos a la Obra»
porque ninguna obra es buena
si no nace en el huevo,
en interna entereza de tu esencia,
en virtudes protectivas
de tus nativas demarcaciones.

*

A Eladio Scharrón González

Eladio, comienza con tu voz.
Házla brisa que acaricie a Hoyamala.
Escala con las sílabas el Uno-sin-dos,
divinidad que llena Todo.
Dedos quiero sobre la arcilla,
voz para que pronuncie mi Vibración
en la Luz de Vishuddi.
Alfareros son quienes me aman
con lo que doy de voz y tacto.

Mi Mano está sobre tí, simiente de Scharrón.
Como una Nube sobre las cabañas,
contigo tengo mis palmas en caricia de barro.
Giro el destino, abro oportunidades
para que seas uno entre mis alfareros.
Vasijas para mi luz te entrego.
Tú moverás mi luz en las guitarras.
Amasa esa criatura que necesita amor,
susurro en sus oídos; házla salir
del samskara, tierra que es sepulcro
de polvo y no recibe el fuego,
sorda piedra que se fijó
a tristeza divisora y a melodía olvidada.

Sé tú mis dedos, Eladio.
Tensa las cuerdas del silencio
y provee tu cáñamo como instruyeran
Millito Cruz y Ernesto Cordero.
Sabrás que yo te escucho y te responderé
desde la esencia ontológica
de Nuestra Compañía; nuestro Nosotros
será el pentagrama, el mandala
de mis alfareros en el sonido,
el Uno-sin-dos, lo melodioso.

Te daré el habla y en la yema de tus dedos,
grabaré mi respuesta y la repetirás
en concierto por el mundo.
Cada vez que toques la guitarra,
dialogaré con los que escuchan.
Juntos llenaremos sus vasijas con luz,
luz que como chispas de unidad
salen por tus dedos, chispas del beso
con que bendigo tus manos.
Toca, Anahata, acuesta esa mujer
de madera sobre tu pecho,
al que llamo mi quinto sefirá
de Vishuddi, mi quinto chacra.

Cuando vayas a París, a México,
Nueva York, por cualquier espacio
de tinieblas de Occidente, dí
que en Puerto Rico yo te llamé
mi Alfarero y te dí, materia de kelim,
en Hoyamala, un barrio del Pepino.

06-06-1997

*

A César Gilberto Torres

a César Gilberto Torres Rodríguez (1912-1994),
poeta y nacionalista pepiniano
Cuando proyecto el reino de la libertad,
con su ashavá de amor y bendiciones,
doy a mis obreros este mandamiento.
Confírmenlo en mi pacto. Circuncida
tu labio, así como el prepucio de tu oído.

La primera piedra de la edificación
que sea tu humildad, combatiente.
Entonces, dáme tu corazón circuncidado.
El humilde va donde le digo
y se prueba. A los humildes de mi promesa,
yo personalmente instruyo, hago su vaso fino
porque su luz no verá desperdicio
y la historia dirá sobre ellos:
«Con libertad hicieron el Reino de Maljut eterno
y no con instinto de manada, o falso consenso».

Solitarios, mis circuncidados, marchan
en diáspora, paradójica separación
[yo los aparto para hacerlos puros,
incontaminados], para que no comulguen
con los culebrones y los culequeros,
colonialistas que dicen:
La libertad es un espejismo;
la patria, un imposible, una utopía.
Esto es lo que existe: la cuculí
(la peseta) que con tahures se juega,
tentados el avaricioso y el hambriento...

Solitarios, César, en sospechoso menosprecio,
así nacen los que instruyen a otros
«Sé libre, pón tu viva libertad en la vasija».

Solitarios, César, ausente de algaza
y aplauso, en sesgos de punto ciego,
aparentemente inescuchados,
en muchas ocasiones, perseguidos.
Así es que instauro la valía, la belleza
que sobrecoge al temeroso.

Solitarios, César, sin nadie
que les ofrezca un voto o en público
su mano, su elogio, su amor...

II.Oirás sobre huracanes de éter hiriendo en la miseria
y la PRERA avanzando en medio de la crisis
y de matanzas en Río Piedras y Ponce.
Al Apóstol, Albizu Campos, el más humilde
y leal de los obreros, lo condenarán.
Será en días del sufragio femenino
y ser nacionalista será el tabú de entonces:
el sello de mis solitarios. La herejía.

Pero yo sé cómo sufre
quien es procesado en Shiflut...
Les doy extraña voz de liderazgo
aunque estén en ausencias o en prisiones.

Contigo haré un poeta, César Gilberto.
Circuncidaré tu boca; hablarás
del fuego que yo ponga en tu vasija.
Consuela a la gente del Barrio.
Grita en Harlem, Brooklyn, el Bronx
que la aviación y la milicia del Imperio
bombardeó en Ponce y veinte muertos
dejó tirados en la calle
y más de cien heridos.

¿Que amas a Juncal? ¿Que el espíritu
en tu vida son flores de la patria,
aromas de sus limonales? Prepara
tu maleta, obrero del Reino Libre.
Te vas a Harlem.
Te vas a donde yo te diga.
Hay que estar sin estar, sobrevolando
ante el nido, echar desde arriba
tu alimento en boca de quienes
son alas frágiles, apenas pajaritos.

A los libertadores, hacedores de pueblos,
les quito la ilusión de control para que no
los quebrante su ego y su percepción selectiva
sea lo primero que se sacrifique;
porque van a hablar sobre la Libertad
y la Nación Deseada, de las Delicias posibles
de su Ciudad. Hablarán de alimento
para el alma de los desposesos.

Tú hablarás sobre la belleza
del Nosotros, la Patria. De tí no necesito
más: tu corazón humilde, tu cuerpo
hinchado en dolores, tu verso ígneo,
en abanico y resolana...

07-06-1996

*

Meditación sobre San Sebastián

A Sebastián de Narbona, asaeteado en Roma

Las técnicas de la anatomopolítica y el biopoder
se concentran en el poder del sexo como mecanismo
de producción disciplinal del cuerpo y las regulaciones
de poblaciones, así ya la vida está completamente
invadida y gestionada por el poder... Lo inédito
y sorprendente es que lo biológico se refleja en lo político.
Los humanos, en función del poder que los rige,
se juegan la vida en la política:
Michel Foucault
Te escrutaron el cuerpo, Sebastián.
Pusieron las miradas fieras y salaces
a lamerlo. Te hurgaron tu santa anatomía:
eras un ser-de-sal y luz en la Tierra.

Con manos represivas tomaron control
de lo tuyo. Tenías vida todavía,
y urgieron: «Sé soldado. Obedece. Calma».

Otros te predicaron la abstinencia
que ellos, tus rivales gratuitos, no desean
(no, para sí); prefieren tu salud, eficiencia
de huesos. Arcadicus juvenis del Estado.

Te dijeron ríndete, pero antes al Imperio
dirás todo lo que sabes (ha de ser poco, no importa)
y darás todo lo que puedas; el tapanario, si lo piden.
Sin la estrategia de una vida poderosa,
«ni vives tú ni vivimos nosotros».

«No administres el biopoder en secreto
(ni interpongas las catacumbas a tu obediencia
por impredictibilidad de tu conducta).
Maximino peticiona: regularidad causal
que a todo explique, incuyéndote
como pieza necesaria».

Invocaron los Enemigos de Roma
para procesarte y sospechar
que hablas demasiado y andas de tragaleguas
y visitas enfermos, das limosnas y practicas ayunos.
Tú no participas en sacrificios idolátricos.

Desde antes se te espiaría. Tú sin saberlo.
Exigieron que se informe dónde vas,
que se dijera con quién dialogas tus placeres
o tus penas. Orejas pegadas a paredes,
ojos asomados a los muros, se interesaron por tí.

... aunque maldigas al Estado Vigilante,
la seguridad biopotentada lo exijió en su momento.
Tú eres imprescindible (no todos son héroes,
Sebastián, no todos). Tú eres uno.
Eres de la Guardia Pretoriana.
Eres un capitán.
Tú familia es prestigio del aparato
de la eficiencia militar y la nobleza.

Construye, multiplica y distribuye
lo que tengas en las sombras, lo oculto,
y que nos sea conveniente. En tí hay
las utilidades y el prospecto; dínos lo que sepas.
Serán la sal del erario y la luz de tu honra.

Te necesitamos; en tu juventud está
tu paraíso. Sin esfuerzo podrías
lograr muchos favores del amo; pero...
te pasas de listo, buscando el poder
sobre la muerte, nos quitaste
el poder sobre tu vida: te informan.

Y no reaccionas. En verdades de Jerusalén
pusíste tu fe; en Atena-Roma, la erinia
que castiga a criminales, tu duro juicio
y el amargo proyecto que se trajo
del Monte de Cafernaúm.

2.
Ahora ya es tarde: muerto no sirves;
pero vivo eres peligroso. Aquel que no entendió
tus palabras y que negaras autoridad al Imperio,
poder al César, te declaró la guerra.

En el imperio, el inútil que no coma.
Al esclavo ocioso que no se lo compense
con limosnas; el enfermo que se apresure
al paso de la Muerte, tragafiel venenosa.

Dijo el Emperador: «Ya no se necesitará
más de tus consuelos, criticas el odio
y el oficio del soldado, quieres dar la paz
al enemigo; pero no se puede servir
ley y delito juntamente, ¿o Roma o Israel,
o Atenas o Jerusalén? No, en balde:
Van a cerrar tu boca para siempre».

3.

El poder no puede ser localizado en una institución
o el Estado. El poder es sólo una relación y, en cuanto
está en todas partes, el sujeto está atravesado
por relaciones de poder:
M. Foucault
En una tarde de niebla meona desfilaron
ante tí los amigos del poder. Están en todas partes
y al poder dieron encomio. Contradijíste: el poder está
en mí y en el Dios Invisible y en el Cristo humano.


«El que no corre vuela», dijeron. Se burlaron.
Ya no tendrás un salario ni ascenso. Ni honras.
Después que abran tu pecho con saetas,
buscarán una cloaca pestilente y echarán tus restos.

Tu sangre brotará como del río del odio
que envenena como Styx al que bebe sus aguas.
Ahora murmuran: «vox et praeterea nil»,
voz y nada más. Has muerto solo:
nemo proximus aut secundus.

Creen en teorías conspiratorias. Hoy eres
El conspirador; observaste que el Estado
es un ente vacío, que sólo la vida es
un poder aministrable, rico, multiforme.

¡Ay! Sebastián, si el poder es Dios vivo,
¡cuántas gentes engañadas morirán esta noche!
Perseguidas, torturadas, inquiridas serán
bajo la niebla meona y la teoría del Imperio!

4.
Apártalo de la matriz infame que lo ha tragado.
Del nacimiento de la biopolítica, suéltalo.
Desátalo de las mallas del poder. Quedó preso
y si viviera quedaría fragmentado, dócil como siervo.

Devuélvele, Innominable, el derecho a la vida,
a la privacidad, al control de su propias noosferas.
Dále palabra de poder contra aparatos coercitivos
y la perversidad de las normas y la codigrafías.

Rescátalo de las jerarquías.
Son reinos imperiales
y los Maximinos se han multiplicado.

Oro por él, Varón santo, y él quiso la gracia de serlo
y su joven madurez la puso al servicio del mensaje:
Que sea la fe lo que nos lleve a la verdad
y no las vanaglorias del poder embruteciente.


Con palabras de vida conjuremos al Enemigo
(¡Ay, qué duro es perdonarlo (al menos
al que es represor, genocida, caudillo,
ladrón, paranoico, tirano) no entreguemos
la plenitud de nuestras vidas reguladas.

Diversíficanos, Varón santo, con los salmos
del porvenir; anticípanos la dulzura en días
de zozobra y sentimiento; dános la Espada
del Espíritu valiente y el puño expandido
de la verdad airada y la fe militante.

*

Consolidación de la identidad

Siempre hubo y habrá quien sepa
que la identidad nacional es el huevo,
esfera, cascarón, pepa donde estamos metidos:
klipot, vasija mística de luz,
el tesoro en vasos de barro
del que habla la Torá y el rabí.

En El Círculo de Amigos
del artesano Justo López Acevedo
se lo decía a Manuel Court.
«La Patria es el espacio,
la pepa de todo. Si perdemos la pepa
nos jodimos» y antes
de que llegaran invasores
con su evangelio de promesas,
precedidas de viles cañonazos,
defensores de la pepa de la patria
la organizaron con tertulias allá
en corazón-espacio-mental
de El Culebrinas y era el año 1897,
aún sin oírse el mínimo resuello
de balasos, aún sin que crujiera el máuser
su mensaje de heridas y hecatombes.

«¿Qué es la patria?», preguntó
José Vidal Cardona, «¿qué?», pidió
Seguismundo Torres Avilés que se dijera,
«¿cómo se preserva y cómo se come
dignamente de ella?», preguntaría
José Beningo Vientós,
secundado por los Méndez Liciaga
y un tal Juan Torres Reyes
que llegó de Quebradillas.

Y se reunían y guardaban cuartillas
con la respuesta posible
e imprimían un periódico de amor
por esa extraña pepa,
El Culebrinas
hasta que un día oyeron la respuesta.

La vieron con sus ojos. La olfatearon
con su olor a quemaduras,
a sangre chamuscada y carne viva.
La escucharon con todos los quejidos
de la boca de cierto maestro rural,
feo masón, temido y blasfemado.
Guzmán, de Guajataca.

Lo habían amarrado al rabo de una yegua.
Lo arrastraron, milla tras milla,
custodiado por tropas 'americanas'
y al mando en jefatura de burla
y cruel escarnio,
Francisco Arocena y Ozores,
su verdugo.

Años antes había sido Juez de Paz
en el Pueblo del Pepino, hoy
caficultor en Mirabales.

Preguntaron por qué castigan
de tal modo a Don Lino cuando ya
el poder de España sobre él
no existe y lo que queda es la «patria».

«Pues ésta es la patria:
el feo viñaco, que amarramos al culo
del caballo y pusimos en rodillas
con dos piedras calientes en las manos
para darle escarmiento
antes de arrastrarlo de Guajataca
hasta el pueblo y presentarlo
ante la Justicia del Yankee».

*